martes, 7 de abril de 2020

De libros envenenados (I): El arsénico en 'El nombre de la rosa'

Retomo la sección Curio-Tox para hablaros de libros envenenados, pero envenenados en el sentido ponzoñoso de la palabra, no vayáis a pensar mal. O bueno, pensad mal, qué más da. ;)

Este tema de libros envenenados en la cultura popular, ya sea realidad o ficción, da para varias entregas, pero he decidido comenzar con El nombre de la rosa. Y aunque la novela es una maravilla absoluta nos centraremos en la película. Ojo, si a estas alturas no las has visto, deja todo lo que tengas entre manos, y tras disfrutarla, pásate por aquí de nuevo. 




Vamos a ver la mítica escena donde Guillermo de Baskerville y su ayudante Adso descubren el pastel del siniestro −aunque entrañable− Jorge de Burgos, y después la analizaremos.



Inolvidable. ¿Qué os llama la atención sobre el veneno que impregna las páginas de la última copia del segundo libro de Poética de Aristóteles y que tan sagazmente manipula Guillermo con guantes? ¿El color?




Pues sí, el color verde. Y si hablamos de color verde el primer veneno en el que podemos pensar es en el arsénico. En concreto, en compuestos como el arsenito de cobre (verde de Scheele) o el acetoarsenito de cobre (verde de París), con la única pega de que estos dos pigmentos se sintetizaron más de cuatro siglos después de la época medieval donde está ambientada la historia. 

Los compuestos con arsénico (en particular, algunos sulfuros) se conocen desde la Edad Antigua, hay registros de hace más de 4 000 años que indican su existencia, se encontraban en minas de oro, platino y cobre, el oropimente  era muy codiciado por los alquimistas... Y en 1250, Alberto Magno aisló el arsénico elemental, pero hubo que esperar siglos hasta la publicación de un método concreto para obtenerlo como elemento. 

¿Eran verdes estos sulfuros de arsénico? No, de hecho el origen etimológico arsénico proviene de arsenikon, donde en griego antiguo arsen significaba varonil o macho. Este vocablo griego venía de zarnikh, que en siríaco significaba amarillo o dorado. Por tanto, no es de extrañar que recibiera ese nombre lo que conocemos ahora como oropimente (As2S3), y que tiene este aspecto.


Oropimente | Fuente

Si no fue arsénico el veneno de Jorge de Burgos, ¿por qué hemos escuchado que el arsénico se utilizaba como veneno en la Edad Media? Bueno, aunque su época de mayor esplendor criminal fue posterior, sus propiedades tóxicas se conocían desde su extracción minera. Una especial relevancia toxicológica tiene su óxido, el trióxido de arsénico (As2O3), que se obtenía al quemar sulfuros de arsénico en presencia de oxígeno. 

El trióxido de arsénico o «arsénico blanco» es el famoso «polvo de sucesión», la cantarella de los Borgia..., de los que tanto he hablado en mis charlas sobre envenenadores y envenenados a lo largo de la Historia, con toda la leyenda y su uso criminal durante siglos, hasta llegar a ese ayudante de Michael Faraday llamado James Marsh, que en 1836 acabó con el rey de los venenos... 


Trióxido de arsénico | Fuente

Pero es blanco. ¿Hay algún veneno de color verde cuyas propiedades se conocieran en la época donde se desarrolla la acción de El nombre de la rosa?

Pues sí, se conocía la cicuta, con la que se obligó a morir a Sócrates, la aconinita de las hojas del acónito (Aconitum napellusy otros alcaloides presentes en la naturaleza. Pero conseguir el efecto descrito en la película sería difícil con la dosis tan pequeña que ingieren las víctimas del bibliotecario Jorge. 

Dejémoslo aquí. En la próxima entrega veremos cómo la ficción de estos libros envenenados se convirtió en realidad, aunque tal vez la explicación sea menos intrigante de lo que esperamos.


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«Para dominar la naturaleza primero se debe aprender a obedecerla» 
Guillermo de Baskerville
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