martes, 31 de mayo de 2011

Endeavour [Último viaje]

Vía Eurekablog nos llega este sensacional vídeo del lanzamiento del transbordador espacial Endeavour en su última misión (STS-134).
Como dice Daniel Marín, vídeos que recogen el lanzamiento de un transbordador hay miles, pero ninguno como éste. Así que ya sabéis: apagad las luces, conectar los altavoces, cambiad a modo de pantalla grande... y que comience la cuenta atrás.



Más información sobre esta misión: I y II

lunes, 23 de mayo de 2011

Like a rolling stone

Fuente
Un buen día de 1879, Joseph-Ferdinand Cheval, un cartero de pueblo de 43 años recogió una piedra del suelo. Fue la primera; un canto rodado que marcaría el resto de su vida con una ilusión, convertida en pasión, y la búsqueda de un sueño. El sueño de la perfección: el Palacio Ideal.

Cheval recorría alrededor de 30 kilómetros diarios para repartir el correo en la población de Châteauneuf-de-Galaure, una localidad del sureste de Francia. Pero una mañana, en 1879, mientras realizaba el rutinario reparto de la correspondencia a los vecinos de la zona rural que tenía asignada, tropezó con una roca caliza de pequeño tamaño y pintoresca forma. Cheval comenzó de esta manera una compulsiva recogida de piedras de distintos tamaños y formas, las llevaba en sus bolsillos, en su cartera cuando estaba vacía..., hasta que finalmente consiguió una carretilla.

Con la ayuda de su esposa y durante los siguientes 33 años, Cheval construyó uno de los más fascinantes monumentos de todos los tiempos, el Palacio Ideal. Como expresó el propio cartero rural, se impuso esta dura disciplina a sí mismo para demostrar que la fuerza de voluntad puede triunfar sobre toda clase de dificultades físicas y mentales, y también lograr una comprensión más perfecta de la naturaleza de las cosas y de la naturaleza misma.

El Palacio Ideal tiene unas dimensiones de unos 26 metros de largo y una altura que varía entre 8 y 10 metros. Mezcla diferentes estilos arquitectónicos con motivos y símbolos inspirados en el cristianismo y el hinduismo.

Cheval falleció en 1924 viendo terminada su obra. Tan solo unos pocos años después comenzó a extenderse internacionalmente la fama de esta edificación. El detonante se inició en 1928 cuando Jacques-Bernard Brunius, un escritor y cineasta francés, descubrió el Palacio Ideal y se lo recomendó a sus amigos. Gracias a él, una imagen del palacio se incluyó en una exposición  del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA).
 

Artistas como André Breton, Max Ernst o Pablo Picasso quedaron prendados con la obra de Cheval. Incluso Picasso llenó un cuaderno con 12 dibujos inspirados en el propio palacio. Tras ellos se unieron otros visitantes ilustres como Marguerite Duras, Gaudí, Jean Tinguely, Larry Rivers, Pablo Neruda o Alejo Carpentier entre otros.


En 1969, André Malraux, en su calidad de Ministro de Cultura francés, declaró el castillo Patrimonio Cultural y aseguró así su conservación.
¿Te apetece verlo?...

Imágenes: Wikipedia
O mejor aún en este vídeo:


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Y a mí que todo esto me recuerda a nuestro particular Cheval castizo de Mejorada del Campo, Justo Gallego ... Sí hombre, el del anuncio de Acuarius de hace unos pocos años. No sé cómo le irá, pero para él, para nuestro artista Rolling Stone español va dedicado este post. :-)

jueves, 19 de mayo de 2011

La influencia de la mitología en la ciencia (7ª Parte): Tántalo


Cuando la Cocina de autor tiene un límite

Tántalo, hijo de Zeus y la oceánide Pluto, fue el padre de Pélope, de Níobe (a la que ya le dedicamos un capítulo de esta serie) y de Broteas.
 
En correspondencia con su estatus social de rey de Frigia, Tántalo era un invitado habitual de las interminables fiestas y afterhours que el resplandeciente Zeus organizaba en el Monte Olimpo. En estos festines sociales se tenía la peculiar costumbre, extendida hasta nuestros días, de preguntarle al anfitrión sobre la necesidad de llevar alguna cosilla de casa para compartir entre todos. Sí, esa pregunta al estilo -¿Qué llevo?-, a la que nuestro amable anfitrión suele responder -Nada, no te molestes- cuando en realidad está deseando que compres un buen vino o traigas un exquisito postre por lo menos.

Pues bien, Tántalo era de ese tipo de invitados, de los que además de no llevar nunca nada a los banquetes, al terminar la fiesta enganchaba el tupper y se llevaba a casa lo que había sobrado. No sabemos si con la excusa de darle las sobras al perro o para él mismo, pero Tántalo incluso se atrevía a robar néctar y ambrosía, esas delicias gastronómicas carísimas reservadas para los dioses más pudientes, y que compartía posteriormente -algo que estaba prohibido- con sus amigotes mortales en festivales orgiásticos, por así decirlo, más mundanos. 

Un buen día, Zeus se hartó de tanto gorroneo por parte de su hijo y le pidió que le echara menos morro al asunto y se retratara. El rey de Frigia, ofendido por la acusación de gorrón invitó a  los dioses del Olimpo a una party lunch en su palacio del monte Sípilo.


Tántalo, en un delirio de innovación culinaria, con la ilusión de marcar una tendencia y empapado del espíritu artístico del "Todo vale si está desestructurado", descuartizó y cocinó a su hijo Pélope, depositándolo en un caldero mezclado con otros ingredientes.

-"Efebo caramelizado con milhojas de dermis y espuma de colágeno, acompañado de virutas de Fagus sylvatica"- exclamó nuestro gourmet.

A los invitados, al escuchar la presentación del plato, les ocurrió como a nosotros cuando acudimos a algún restaurante 'modelno' de esos de platos muy grandes y contenido minimalista. No entendemos lo que nos están contando, y peor aún, no sabemos qué vamos a comer después. Te arriesgas a la sorpresa. Al menos, con los huevos Kinder sabes que pillas algo de chocolate. En fin, no nos desviemos.

Tras la presentación de la presunta delicatessen de tan sugerente nombre, Tántalo ofreció su obra culinaria a los dioses pero éstos rápidamente se percataron de que había gato -en este caso, humano- encerrado. Todos menos la diosa Deméter (Ceres), que ese día andaba muy despistada y apenada tras sufrir la reciente pérdida de su hija Perséfone, y sin querer probó un trozo de la carne de Pélópe. Concretamente una parte de su hombro izquierdo. 
El suplicio de Tántalo, de Bernard Picart


Zeus enfureció. Tenía hambre y fue implacable. Abatió a Tántalo con un rayo, y tras su muerte ideó un castigo acorde a su delito. Lo condenó a padecer hambre y sed eternas. Tántalo fue enviado al Tártaro, el infierno más allá del inframundo. Allí debería permanecer eternamente sumergido hasta el cuello junto a un lago de agua dulce y muy cerca de un árbol con deliciosos frutos. Cuando Tántalo intentaba comer los frutos, se apartaban de él; y cuando intentaba beber, el agua se retiraba. 


Zeus ordenó a Hermes (Mercurio) que recogiera los fragmentos del pobre Pélope y se lo trajera para recomponerlo -estructurarlo- con sus poderes divinos. Faltaba el hombro izquierdo, que se había comido Deméter por lo que Zeus encargó al mañoso Hefesto que le fabricara una prótesis de márfil.



El vaso y el metal que nunca 'beben'


El mito de Tántalo ha dado origen a un fenómeno que los físicos llaman Vaso de Tántalo.
El vaso de Tántalo es un artilugio que emplea los principios físicos de un sifón

 
Se dispone el sifón en un vaso, de forma que la rama más corta se abre cerca del fondo del vaso (Ver dibujo) mientras que la rama mayor lo atraviesa y se abre en la parte exterior. 
Si añadimos agua al vaso, va subiendo el nivel, y ocurre lo que podemos observar perfectamente en este vídeo.





Cuando la columna de agua que hay en el tubo exterior soporta más peso que la del tubo interior, la primera comienza a caer y arrastra el líquido que hay en el interior del recipiente (la columna de líquido no se rompe debido a la enorme fuerza de cohesión entre las moléculas de agua).
 

También en el ámbito de la química el mito de Tántalo ha sido una influencia, en este caso, dando nombre a un elemento metálico. 

En 1802 el químico sueco Anders Gustaf Eckeberg descubrió un nuevo metal. A este metal los ácidos más fuertes no lo atacaban. Podía soportar los efectos de un ácido fuerte sin 'beberlo', es decir, sin reaccionar con él y sin absorberlo. En 1814, Jacob Berzelius, insigne científico considerado como el padre de la química en Suecia, sugirió el nombre de nuestro personaje mitológico para el nuevo elemento: Tántalo o Tantalio, esta segunda acepción es la forma correcta de denominación según la RAE
El tantalio es un elemento químico de número atómico 73. Su símbolo es Ta. Se trata de un metal de transición raro, de color azul grisáceo, duro, presenta un brillo metálico y resiste bastante bien la corrosión y el ataque de ácidos. Lo podemos encontrar en la tantalita

Tiene múltiples aplicaciones, pero si estás leyendo esta entrada desde un teléfono móvil, te puede interesar este vídeo.






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Referencias:

Mitología. Todos los mitos y leyendas del mundo. Ed. Círculo de lectores. ISBN:84-672-1262-4.  
30 usos científicos para una (...bueno, varias) botella(s) de gaseosa
fq-experimentos  
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NOTA: Esta entrada participa en la XIX edición del Carnaval de Física, que se celebra este mes en el blog Scientia. Y en la IV edición del Carnaval de Química, que se celebra en el blog Los productos naturales ¡vaya timo!

Actualización:

lunes, 16 de mayo de 2011

¿Quién fue (o es) el mejor divulgador científico de la Historia?

Volvemos a la carga. Esta vez le toca el turno al personaje que en vuestra opinión fue (o es) el mejor divulgador de ciencia de todos los tiempos. Sé que es muy difícil responder a esta pregunta. De hecho, el principal problema consiste en definir en primer lugar, de forma precisa y clara, qué es la divulgación científica. Y me consta que es una cuestión compleja de definir y objeto de debate y controversia, lo que se une más aún si cabe, a la hora de decantarse por una figura de la historia que la encabece. La divulgación científica abarca un concepto muy amplio, lleno de matices para cada cultura, formatos o destinatarios de la misma. Podríamos hablar de destacados candidatos como Galileo Galilei y su obra Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo  o enciclopedistas como Diderot o D'Alembert, e incluso mezclar a grandes científicos, cuyas obras están escritas en un lenguaje claramente divulgativo, como por ejemplo, Charles Darwin. O podríamos centrarnos quizá únicamente en la gran explosión cámbrica de la segunda mitad del siglo pasado y la primera década de éste: Gamow, Sagan, Dawkins, Bronowski, Gould, Greene, Feynman, Attenborough, Hawking, Gardner, Perelmán, Trefil, Kaku... y muchísimos más. 


Pero hagamos algo distinto, reformulemos la pregunta. Ya que en estas miniencuestas participan grandes -y admirados- blogueros de ciencia, en lugar de quién fue (o es) el mejor divulgador de la Historia, vamos a dejarlo en ¿quién fue (o es) el mejor divulgador científico de historia? 


Como siempre, comienzo yo. Y esta vez lo tengo muy, pero que muy, fácil. Si bien no hay duda posible en que la mejor obra de divulgación -en mi modesta opinión- es la serie Cosmos del genial Carl Sagan, si tuviera que elegir un personaje que me haya marcado en mi vida y despertado la curiosidad por la ciencia, solo tendría que girar 180º la silla desde donde escribo esta entrada y coger un par de libros. 




Desde que los leí, nada volvió a ser lo mismo. Así que inauguro la encuesta dando mi voto para el prolífico, multidisciplinar y genial Isaac Asimov


Imagen: Wikipedia
"Quienes se sientan subyugados por la invencibilidad del espíritu humano y la incesante eficacia del método científico como herramienta útil para desentrañar las complejidades del Universo, encontrarán muy vivificador e incitante el veloz progreso de la Ciencia"
Así comienza la "Introducción a la Ciencia", o "Asimov's guide to Science" en su versión anglosajona. Un libro imprescindible. Tras él llegaron todos los demás.
Y ahora, os toca a vosotros...

viernes, 13 de mayo de 2011

El escenario de Boltzman

La entrada homónima que publiqué ayer ha desaparecido bajo la infame sombra del problema surgido durante ayer y hoy en Blogger. La entrada y los siempre interesantes comentarios de Daniel Marín y Fisiliosofo. En fin, no tenía copia de seguridad. Dejo de nuevo, al menos, la TedTalk de Sean Carroll.

 

Y como bonus, esta otra fantástica charla de Leonard Susskind sobre su amigo Richard Feynman. Imprescindible.

miércoles, 11 de mayo de 2011

“En mi garaje vive un dragón que escupe fuego por la boca”



Supongamos que yo le hago a usted una aseveración como ésa. A lo mejor le gustaría comprobarlo, verlo usted mismo. A lo largo de los siglos ha habido innumerables historias de dragones, pero ninguna prueba real. ¡Qué oportunidad!

- Enséñemelo –me dice usted.
      Yo le llevo a mi garaje. Usted mira y ve una escalera, latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está.
- ¿Dónde está el dragón? –me pregunta.
- Oh, está aquí –contesto yo moviendo la mano vagamente-. Me olvidé de decir que es un dragón invisible.
Me propone que cubra de harina el suelo del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón.
-  Buena idea –replico-, pero este dragón flota en el aire.
Entonces propone usar un detector infrarrojo para detectar el fuego invisible.
- Buena idea, pero el fuego invisible tampoco da calor.
Se puede pintar con aerosol el dragón para hacerlo visible.
- Buena idea, sólo que es un dragón incorpóreo y la pintura no se le pegaría.
Y así sucesivamente. Yo contrarresto cualquier prueba física que usted me propone con una explicación especial de por qué no funcionará.

      Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo y flotante que escupe un fuego que no quema y un dragón inexistente?. Si no hay manera de refutar mi opinión, si no hay ningún experimento concebible válido contra ella, ¿qué significa decir que mi dragón existe?. Su incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale en absoluto a demostrar que es cierta. Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la refutación son verdaderamente inútiles, por mucho valor que puedan tener para inspirarnos o excitar nuestro sentido de maravilla. Lo que yo le he pedido que haga es acabar aceptando, en ausencia de pruebas, lo que yo digo.

      Lo único que ha aprendido usted de mi insistencia en que hay un dragón en mi garaje es que estoy mal de la cabeza. Se preguntará, si no puede aplicarse ninguna prueba física, qué fue lo que me convenció. La posibilidad de que fuera un sueño o alucinación entraría ciertamente en su pensamiento. Pero entonces ¿por qué hablo tan en serio?. A lo mejor necesito ayuda. Como mínimo, puede ser que haya infravalorado la falibilidad humana.

      Imaginemos que, a pesar de que ninguna de las pruebas ha tenido éxito, usted desea mostrarse escrupulosamente abierto. En consecuencia, no rechaza de inmediato la idea de que haya un dragón que escupe fuego por la boca en mi garaje. Simplemente, la deja en suspenso. La prueba actual está francamente en contra pero, si surge algún nuevo dato, está dispuesto a examinarlo para ver si le convence. Seguramente es poco razonable por mi parte ofenderme porque no me cree; o criticarle por ser un pesado poco imaginativo... simplemente porque usted pronunció el veredicto escocés de “no demostrado”.

      Imaginemos que las cosas hubieran ido de otro modo. El dragón es invisible, de acuerdo, pero aparecen huellas en la harina cuando usted mira. Su detector de infrarrojos registra algo. La pintura del aerosol revela una cresta dentada en el aire delante de usted. Por muy escéptico que pueda ser en cuanto a la existencia de dragones –por no hablar de seres invisibles- ahora debe reconocer que aquí hay algo y que, en principio, es coherente con la idea de un dragón invisible que escupe fuego por la boca.

      Ahora otro guión: imaginemos que no se trata sólo de mí. Imaginemos que varias personas que usted conoce, incluyendo algunas que está seguro de que no se conocen entre ellas, le dicen que tienen dragones en sus garajes... pero en todos los casos la prueba es enloquecedoramente elusiva. Todos admitimos que nos perturba ser presas de una convicción tan extraña y tan poco sustentada por una prueba física. Ninguno de nosotros es un lunático. Especulamos sobre lo que significaría que hubiera realmente dragones escondidos en los garajes de todo el mundo y que los humanos acabáramos de enterarnos. Yo preferiría que no fuera verdad, francamente. Pero quizá todos aquellos mitos europeos y chinos antiguos sobre dragones no eran solamente mitos...

     Es gratificante que ahora se informe de algunas huellas de las medidas del dragón en la harina. Pero nunca aparecen cuando hay un escéptico presente. Se plantea una explicación alternativa: tras un examen atento, parece claro que las huellas podían ser falsificadas. Otro entusiasta del dragón presenta una quemadura en el dedo y la atribuye a una extraña manifestación física del aliento de fuego del dragón. Pero también aquí hay otras posibilidades. Es evidente que hay otras maneras de quemarse los dedos además de recibir el aliento de dragones invisibles. Estas “pruebas”, por muy importantes que las consideren los defensores del dragón, son muy poco convincentes. Una vez más, el único enfoque sensato es rechazar provisionalmente la hipótesis del dragón y permanecer abierto a otros datos futuros, y preguntarse cuál puede ser la causa de que tantas personas aparentemente sanas y sobrias compartan la misma extraña ilusión.

                                                                       -Carl Sagan, El mundo y sus demonios-

domingo, 8 de mayo de 2011

Un pequeño vistazo al interior del Endeavour (STS-134)

Los lanzamientos, los paseos espaciales, los acoplamientos... Eso sí que son vídeos espectaculares. Sí, lo son, y por eso es bastante fácil acceder a ellos, visionarlos en la web oficial de la NASA  o compartirlos vía Twitter. Pero el vídeo que os traigo a continuación no reúne esos requisitos de espectacularidad. Se trata de una corta incursión a bordo del transbordador espacial Endeavour durante el ensayo final que realiza la tripulación antes de su lanzamiento. A mí me ha gustado bastante -y eso que no entiendo ni la mitad de lo que dicen- pero refleja lo cotidiano, el trabajo diario, la normalidad en la preparación de los astronautas, si es que estos privilegiados de nuestra era espacial son gente normal. :-)




El Endeavour, el Endeavour... ¿despegará por fin esta semana?...


Bueno, para ir haciendo boca y por no dejar esta entrada tan simple o entrar en polémicas, repasemos su historia con otro bonito vídeo: El legado del Endeavour. Que ustedes lo disfruten :-)




Nota final: el primer vídeo lo conocí a través de un tweet de Daniel Marín (@Eurekablog) hace unos días. Y sobre el Endeavour y sus 'retrasos' -una tradición en el programas de transbordadores de la NASA- recomiendo esta entrada de La estela de Gagarin (@TALsite)

martes, 3 de mayo de 2011

El diccionario del diablo define: Frontera

Frontera: en política, línea imaginaria entre dos naciones, que separa los derechos imaginarios de la una de los de la otra. Entre los antiguos, el dios de las fronteras era Término, y existía la costumbre de colocar bustos del mismo (Termini) como mojones. Esto se consideraba una ilustración de cómo el rufián inconsciente y el buen ignorante llegan a hablar las lenguas cultas.


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Fuente: "El Diccionario del diablo". Ambrose Bierce. Ed Galaxia Gutemberg. ISBN: 84-8109-359-9
Imagen: Earth from Apollo | NASA

domingo, 1 de mayo de 2011

Astrofísica extrema

Anil Ananthaswamy es redactor de la revista New Scientist en Londres y autor del libro "The Edge of Physics". Según nos cuenta Anil en esta TedTalk, una noche se leyó el libro de Lincoln Barnet "The universe and Dr. Einstein" de una tacada, y... bueno, que nos lo cuente él mejor. Sí, cambió su vida, y no veáis de qué manera. Anil se dedicó desde entonces a escribir sobre ciencia y a viajar a alguno de esos fascinantes lugares donde se investigan los mayores misterios de nuestro universo, y a conocer a esas personas que lo hacen posible. Siberia, el desierto de Atacama, la Antártida, el Himalaya... No os lo perdáis :-)



La charla aún no está subtitulada al español, pero con los subtítulos en inglés se entiende bastante bien. Avisaré cuando la subtitulen.