jueves, 30 de junio de 2022

'Homo imperfectus', de María Martinón [Reseña]


Fuente | Diario de Burgos

El hombre ilustrado (1951), de Ray Bradbury, es un clásico imprescindible de la ciencia ficción. Una obra que explora la naturaleza de la humanidad a través de dieciocho relatos entrelazados sobre un hilo conductor: el de unos tatuajes que cobran vida sobre la piel de un misterioso mendigo.

Homo imperfectus comparte muchas cosas con este libro de Bradbury. Aquí, la exploración lírica de la naturaleza humana se convierte en ciencia, en alta divulgación científica, de la mano de una mente brillante como la de María Martinón, referente internacional en su campo de investigación. Nos encontramos con un libro sobre evolución humana, donde emergen la imperfección convertida en adaptación, las enfermedades, el sufrimiento, la debilidad..., todo ello explicado bajo el enfoque de la evidencia científica y las teorías más actuales sobre evolución.

Pero hay mucho más...

Porque la gran genialidad de este ensayo radica en los 'tatuajes' que cobran vida, en las referencias literarias constantes que son el reclamo de cada tema tratado, de cada libro que ha inspirado a María, una persona que ha crecido rodeada de libros, una amante de la literatura con mayúsculas. Y eso se nota.

Cada uno de sus once capítulos es un título de un libro elegido por María, sus 'tatuajes', el hilo de Ariadna que nos lleva al centro del laberinto. Cada tema analizado bajo la mirada evolutiva tiene su metáfora literaria. Qué difícil y qué bello al mismo tiempo. Cuesta trabajo no emocionarse con alguno de los fragmentos de este regalo divulgativo tan cargado de lirismo. Bueno, no cuesta trabajo, ocurre y ya está.

Cita María a Rachel Carlson, en concreto a su obra El sentido del asombro. Y nos recuerda que debemos vivir sin desligar el conocimiento del afecto y la emoción, debemos aprender a vivir con los ojos abiertos. Siempre. Hasta que todo termine. Lo importante es el viaje.

Viajad con Homo imperfectus, no os arrepentiréis. Y si hay que disfrutar del camino, siempre se puede volver a leer, siempre habrá un tatuaje por dibujar. ;)

Gracias, María.

BONUS: Y ya que estamos con Bradbury, os dejo por aquí la maravillosa charla que nos regaló María en la 2ª edición de CIENZAFICCIÓN de la Biblioteca Regional de Murcia, en diciembre de 2020. 


sábado, 25 de junio de 2022

'La química al servicio del mal' [Vídeo]

Para este caluroso fin de semana os propongo un recorrido sobre los orígenes del veneno con finalidad criminal, desde la prehistoria hasta la actualidad. Esta charla la ofrecí hace unos meses dentro de ese maravilloso espectáculo de la ciencia que se llama Naukas Bilbao. Un evento coral que se celebra en el Palacio Euskalduna, durante un fin de semana de septiembre, desde hace más de una década. 

Espero que paséis un buen rato. Son menos de diez minutos y las bromas de Vladimir Putin ya no tienen demasiada gracia, por desgracia. Nunca mejor dicho. 


viernes, 17 de junio de 2022

El 'Einstein' escocés [Documental sobre James Clerk Maxwell]

El pasado lunes 13 de junio se cumplieron 191 años del nacimiento de una de las figuras más importantes de la ciencia del siglo XIX, un titán de la física y las matemáticas al que le debemos la unificación de la electricidad, el magnetismo y la luz como propiedades distintas de un único fenómeno de la naturaleza, entre otros muchos logros. Su nombre, James Clerk Maxwell

Sobre Maxwell se han escrito ríos de tinta, incluso sobre su peculiar personalidad. Yo mismo me atreví a ello en este blog hace doce años: ¿Fue James Clerk Maxwell lo que calificaríamos ahora como un "nerd"? Resulta curioso porque el término 'nerd' ya prácticamente no se usa... Pero no nos desviemos, porque mi propuesta para este caluroso finde es un documental de la BBC que he descubierto esta tarde y que me ha encantado. 

El presentador es el geólogo escocés Iain Stewart, que comienza el programa preguntando por la calle a los transeúntes con la foto de James Clerk Maxwell en la mano. Y lo hace junto a la estatua de Maxwell en su Edimburgo natal. Os podéis imaginar el resultado... 

Aquí está el documental en inglés, pero si activáis los subtítulos automáticos de Youtube se puede seguir perfectamente. Que no os asuste el acento scottish. ;)

lunes, 13 de junio de 2022

'El ascenso del hombre', de Jacob Bronowski [Reseña]

 



En 1973 la cadena británica de televisión BBC estrenó la serie documental El ascenso del hombre (The ascent of man) con la inconfundible presencia del científico y divulgador británico de origen polaco Jacob Bronowski (1908-1974), autor original del guion y conductor de la serie. Una serie en la que las palabras que dan comienzo al primer episodio, pronunciadas con el característico acento de Bronowski, permanecen imborrables en la memoria de todos aquellos que la han visto.

 

«El hombre es una criatura singular. Tiene toda una gama de cualidades que lo convierte único entre todos los animales; por lo tanto, a diferencia de ellos, no es una mera figura del paisaje: es un modelador del paisaje […]

 

Y toda la serie de inventos e invenciones, mediante los cuales época tras época el hombre ha cambiado su medio ambiente, conforman una clase diferente de evolución -una que no es biológica, sino que se trata de una evolución cultural-. Llamo a esa brillante secuencia de cumbres culturales alcanzadas el ascenso del hombre».

 


Tras la popular acogida cuatro años antes de la mítica Civilisation, de Sir Kenneth Clarke, la BBC se planteó una continuación de esta última desde otra perspectiva distinta, en la que la idea del arte como fuerza impulsora de la cultura y la ciencia fuera la fuerza motriz. Para esta difícil tarea se buscó a Jacob Bronowski, un divulgador científico muy conocido por sus apariciones en radio y televisión, como el mejor candidato. Bronowski aceptó y durante 13 episodios, rodados en más de 30 países distintos, se sumergió en un fascinante viaje hacia las profundidades del ser humano a través de la ciencia, el humanismo y el arte. Y nos sumergió con él, como nunca antes se había hecho en la pequeña pantalla, para contárnoslo en primera persona.

Tal fue el éxito en el Reino Unido que cuando fue emitida su influencia posterior cruzó el océano Atlántico para convertirse en la serie que se reconoce como obra inspiradora de la celebérrima Cosmos: un viaje personal, de Carl Sagan de 1980. Al finalizar la emisión de la serie, algo que también ocurrió con Cosmos, se editó un libro homónimo adaptando el contenido de los episodios de forma prácticamente literal. Un libro que  hemos podido disfrutar recientemente traducido al español con un emotivo prólogo del zoólogo Richard Dawkins.

Pero aunque la serie original mantiene su carácter lírico e inspirador lo cierto es que no ha resistido demasiado bien el paso del tiempo y los efectos visuales producen cierto sonrojo acostumbrados como estamos a los diseños digitales de documentales más recientes. No ocurre así con el libro. Un libro que convierte en poesía la historia de la ciencia, el conocimiento y la invención tecnológica, desde los primeros homínidos y sus herramientas hasta la era de la exploración espacial. Con Bronowski viajaremos a la Isla de Pascua y a las cuevas de Altamira, conoceremos la biblioteca de Isaac Newton, pasearemos por la Alhambra de Granada, la Grecia de Euclides y pondremos una vela en la tumba de Ludwig Boltzmann. Quedaremos deslumbrados con los constructores de las catedrales, con artistas del Renacimiento o de la dinastía Shang, con las maravillas del arte antiguo y moderno, con William Blake, Milton y Einstein, el dominio del átomo, la teoría de la relatividad y la complejidad del cerebro humano. Y con mucho más.

El ascenso del hombre es un libro excepcional, uno de esos libros que se deben releer conforme se van sumando dígitos en las velas de las tartas de cumpleaños. Una obra que nos traslada mágicamente en el espacio y el tiempo a los lugares -geográficos e intelectuales- del universo donde la humanidad ha culminado su ascenso. Con sus luces pero también con sus sombras. Como ocurre al final del capítulo once, donde un desgarrado Bronowski desde el campo de concentración de Auschwitz nos sorprende con una advertencia que bien podríamos aplicar al posmodernismo que nos rodea.

«Se dice que la ciencia deshumanizará a la gente y la transformará en números. Eso es falso, trágicamente falso. Mire usted mismo. Fíjese en el campo de concentración y en el crematorio de Auschwitz. Ahí es donde a la gente se la convirtió en números. En el estanque que allí se encuentra fueron arrojadas una gran parte de las cenizas de unos cuatro millones de personas. Y eso no lo hizo el gas. Lo hizo la arrogancia. Lo hizo el dogma. Lo hizo la ignorancia. Cuando la gente cree firmemente que es poderosa del conocimiento absoluto, sin ponerlo a prueba a través de la realidad, así se comportan. Esto es lo que hacen los hombre cuando aspiran a tener un conocimiento propio de los dioses».

 

Leed a Bronowski. Leed El ascenso del hombre o ved la serie. Y disfrutad de la experiencia. :))


PS.- Hace casi una década os dejé por aquí la serie, que en aquel momento estaba en Youtube y hasta subtitulada en español. Ya no está disponible, lo siento  :( 

Pero os dejo este homenaje:

lunes, 6 de junio de 2022

Antonio de Ulloa y Newton

 



El 25 de marzo de 1726 se publica en la ciudad de Londres la tercera edición del libro Philosophiæ naturalis principia mathematica (conocido como los Principia), del gran Isaac Newton, una de las obras más importantes, revolucionarias e influyentes de la historia de la ciencia, por no decir la más importante. Se imprimieron 1250 copias, en total, cuidadosamente encuadernadas en piel de Marruecos. Y una de de estas copias llegó dos décadas después a las manos de un joven e intrépido marino español, que permanecía apresado por corsarios ingleses cuando participaba en una expedición científica, y que acabó siendo nombrado miembro de pleno derecho de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, la Royal Society. Su nombre, Antonio de Ulloa.



Antonio de Ulloa y de la Torre-Giralt (Sevilla, 1716 – San Fernando, 1795) fue una de las figuras más destacadas de la Ilustración española como escritor, científico y naturalista. Hijo del aristócrata Bernardo de Ulloa, con solo catorce años se embarcó en el galeón San Luis hacia las Antillas para regresar dos años más tarde al puerto de Cádiz. Ingresa unos meses después en la recién creada Real Academia de Guardias Marinas y en 1735 fue destinado, con diecinueve años y el rango de teniente de fragata, como representante de la corona española junto a Jorge Juan y Santacilia en la Misión geodésica francesa, una ambiciosa expedición científica que pretendía medir un grado del arco de meridiano en el ecuador terrestre.

 


Fuente | BNE


El fin último de esta expedición era el de zanjar la discusión por la forma de la Tierra que enfrentaba a la comunidad científica entre los newtonianos, que sostenían la forma achatada por los polos, y los cartesianos (como los franceses Piccard, La Hire y Cassini), que decían que lo estaba por el ecuador. 

En paralelo, se envió otra expedición a Laponia encabezada por el astrónomo Pierre Louis Maupertuis y en la que participó activamente el sueco Anders Celsius, creador de la escala de temperatura centígrada que lleva su nombre. Y fue esta segunda expedición en las frías regiones del Ártico la que demostró que la Tierra está achatada en los polos, dando la razón a los newtonianos. El filósofo francés Voltaire, que estuvo muy atento al desarrollo de estas misiones por el alcance científico y político, escribió: «Han confirmado con mucha transpiración lo que Newton descubrió sin salir de su habitación».         

Durante la expedición francesa en Perú de 1735, un marinero galo descubrió casualmente unos nódulos de arcilla grisácea mientras caminaba por un estuario y se lo entregó a Ulloa. En la arcilla se encontraban unos trozos de un extraño metal plateado que ya era conocido desde tiempo atrás en América del Sur. Ulloa se dio cuenta inmediatamente de que se encontraba delante de un nuevo elemento metálico, el platino, y se le considera su descubridor, pero no sin cierta polémica porque no llegó a aislarlo o a estudiar sus propiedades. El joven teniente de fragata bautizó al metal como platina del Pinto («plata pequeña del río Pinto»), o simplemente platina, y fue posteriormente el insigne químico británico Humphrey Davy el que le dio el nombre definitivo con el que lo conocemos en la actualidad.

Pese al adelanto y el éxito de la misión en Laponia, los resultados científicos de la expedición en Perú y Ecuador fueron muy importantes y productivos para la ciencia del siglo XVIII. Se midió con más exactitud el arco del meridiano, se hicieron medidas de la gravedad a varias altitudes y se realizaron valiosas medidas de la velocidad del sonido.

En agosto de 1745, durante el viaje de regreso a España a bordo de la fragata Délivrance, Antonio de Ulloa fue capturado por un navío británico y enviado preso a Inglaterra. Se le incautó toda la documentación científica que traía de su expedición y se la remitió a la Royal Society. Varios miembros se interesaron por el trabajo de Ulloa, entre ellos se encontraba el entonces presidente Martin Folkes, un brillante matemático que fue nombrado vicepresidente por el mismísimo Isaac Newton en 1923. Folkes entabló amistad con Ulloa en el proceso de recuperación de su trabajo requisado y quedó asombrado con la recopilación de datos científicos en su década de investigación en las Américas. Tanto es así, que Ulloa fue nombrado miembro de la Royal Society en diciembre de 1746 en justicia con su trabajo y sus descubrimientos. Un poco antes, a mitad de ese año de 1746, Martin Folkes le regaló a su amigo sevillano un ejemplar de los Principia de Newton, en su tercera edición, con la siguiente dedicatoria en un latín poco ortodoxo: «Viro doctrina simul et moribus spectabili Dº Antonio de Ulloa, Hispalensi, auspicatum in patriam reditum omniaque dein felicia ex animo precatur. Martinus Folker, Regalis Societatis Londini Praeses, et Regia Scientiarum Academiae Parisiensis Socies. 3º Eid. May Anno salutis reparatae M.DCCC.XLVI».

Ese ejemplar de los Principia se encuentra en la actualidad en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla y era uno de los seis libros de Isaac Newton de la fabulosa biblioteca personal del gran Antonio de Ulloa, el marino que leía a Newton.

Recordadlo cuando veáis su nombre en alguna calle o centro educativo de la región de Murcia. ;)