sábado, 31 de diciembre de 2022

Algunos libros de divulgación que he leído en 2022

Bienvenido a esta recopilación, que ya es una tradición navideña. Con este, van doce años compartiendo algunas de mis lecturas anuales. Comenzamos con los libros de divulgación, y después comentaré brevemente el resto de lecturas: ensayo no científico, novela y cómics. Han sido 25 en papel y 8 en formato electrónico. En total, 33. Lejos de mis mejores registros, pero es lo que hay.  Ahí va la 'metafoto'.




Genes (VV.AA.)
La primera lectura del año fue esta maravillosa obra coral decorada con las firmas de grandes divulgadores y divulgadoras de la ciencia. El enfoque sobre la genética y su importancia es muy amplio y cada autor nos regala el suyo. Hay auténticas joyas en el interior de este libro, como el capítulo de Carlos Briones, mi favorito.


Guía turística de Marte (William K. Hartmann. Traducido por Dulcinea Otero-Piñeiro)
Conseguí este libro a precio de saldo y me ha sorprendido muy gratamente. No me lo esperaba. El título refleja totalmente lo que encontramos en sus páginas. Lectura amena y muy recomendable para los adictos a la exploración espacial y soñadores del planeta rojo. Mi caso. 


Los cuantos (J. Andrade e Silva y G. Lochak. Traducido por Miguel Alaro Franco)
Hablamos de un libro que tiene más de cincuenta años. El prólogo de este libro de divulgación es, ni más ni menos (redoble de tambores), que del príncipe Louis-Victor Pierre Raymond de Broglie, séptimo duque de Broglie. Ahí es nada. Muy curioso todo.


Diez drogas: Sustancias que cambiaron nuestras vidas (Thomas Hager. Traducido por Pedro Pacheco González)
Siento debilidad por este tipo de libros de historia de la ciencia. Y en el caso de este título, pese a algunos altibajos, he disfrutado bastante con él. Lo que he notado es que la traducción de Pedro Pacheco es, como suele ser habitual en él, impecable.


Algo nuevo en los cielos (Antonio Martínez Ron)
Una obra imprescindible, de lo mejor del año. Le dediqué una extensa reseña en EPAP, y que podéis leer aquí. Pero lo que tenéis que hacer es leer el libro de Antonio. Y varias veces.


El big bang (Manuel Sanromá)
Una introducción, para no iniciados, a la teoría del Big Bang. Lo compré porque viene a dúo con un ensayo de ciencia ficción de Miquel Barceló, que era realmente lo que me interesaba. Pero es un ensayo correcto.


Historias del mundo de las hormigas (E.O. Wilson. Traducido por Pedro Pacheco González)
Los libros de Wilson son libros de poesía de la ciencia. Y este no podía ser menos. Lírica biográfica destilada a través de una veintena de especies de hormigas. Absolutamente fascinante.


Las infinitas vidas de Euclides (Benjamin Wardhaugh. Traducido por Marc Figueras)
Le sobran muchas páginas, quizá porque no hay mucha información histórica de Euclides y hay que rellenar. Aunque ameno, puede que se haga algo pesado en algunos capítulos. Para euclídeos incondicionales. 


Drogas, fármacos y venenos (David Sucunza)
Magnífico. Riguroso, ameno y muy bien escrito. Un viaje científico e histórico por algunas sustancias químicas, unas letales y otras beneficiosas. Me ha gustado especialmente el tono reflexivo de David y el rigor documental.


A la luz de las estrellas (Jo Marchant. Traducido por Patricia Orts)
Con un subtítulo que dice textualmente: "Cómo la relación del hombre con el cosmos ha influido en el arte, la fe, la ciencia y la sociedad", cualquiera podría resistirse. Y caí rendido. Pero me resultó algo decepcionante. Prescindible, en mi humilde opinión.


Por qué mirábamos las estrellas (Antonio Pérez Verde)
Poco más puedo decir de este libro que no dijera en sus primeras páginas porque tuve el honor de escribir el prólogo. Bueno, sí puedo decir algo más, que me alegro del éxito que está teniendo y que Antonio Pérez Verde es uno de los mejores divulgadores de la astronomía que tenemos en lengua castellana. Podéis leer mi prólogo y las primeras páginas de este inspirador ensayo en la web de Cálamo, aquí.


Que no te líen con la comida (Miguel Ángel Ludeña)
El enorme Miguel Ángel nos deja un libro muy útil para ayudarnos a comer mejor. Y con un rigor apabullante, que es la marca de su casa, junto con la claridad y estilo cercano. Muy recomendable. 


Guía del universo para escépticos (Steven Novella. Traducido por Ana Pedrero Verge)
Tenía pendiente este libro desde hace un par de años. Divertidísimo repaso por este mundo tan loco que nos rodea,  en el que cada vez tenemos que practicar con más pericia el noble arte del pensamiento escéptico.


El oxígeno: historia íntima de una molécula corriente (Álvaro Martínez Camarena)
Me ha gustado mucho esta incursión por el oxígeno y su historia. El estilo cómplice y cercano de Álvaro engancha desde la primera página. Este libro recibió el Premio Europeo de Divulgación Científica. Muy merecidamente, en mi opinión. Y además, tuve el honor de compartir con él un oxigenado programa de A ciencia cierta. :)


Vera Rubin: Una vida (Jacqueline Mitton y Simon Mitton. Traducido por Marc Cornelis)
Una obra fundamental para conocer la vida y obra de esta pionera de la ciencia. El prólogo es de Jocelyn Bell. Interesante, completo y fácil de leer.


Error 404: ¿Preparados para un mundo sin internet? (Esther Paniagua)
Un trabajo periodístico de primera, con datos y opiniones, como debe ser. Lo recomiendo para todos los interesados en la tecnología. O sea, para todo el mundo. 


La navaja de Einstein y otras historias extraordinarias sobre rocas y minerales (Eugenio Manuel Fernández Aguilar)
La buena divulgación científica debe discurrir entre dos orillas opuestas y peligrosas para la consecución de su objetivo, que no es otro que la transmisión del conocimiento científico de forma rigurosa, amena, con carácter motivador, generador de asombro y entretenimiento. Una de estas orillas es el rigor científico aséptico (Escila) y, la otra, la excesiva simplificación o emoción, exasperante en algunos casos, de lo que se quiere contar (Caribdis). Hay pocos autores capaces de saber navegar entre ambas orillas y proporcionar buenos momentos de entretenimiento, conocimiento riguroso y ganas por seguir aprendiendo. Uno de ellos es mi buen amigo Eugenio, que en este ensayo nos propone un viaje por el mundo de las rocas y minerales, su Historia e historias, penetrando en la ciencia mineralógica. Y lo hace con soltura y maestría, entre Escila y Caribdis, abriendo nuevas puertas con cada referencia para 'Saber más' y dejando un sabor de boca, pura ambrosía, al terminar cada capítulo. Leedlo.


Homo imperfectus: ¿Por qué seguimos enfermando a pesar de la evolución? (María Martinón Torres)
Absolutamente delicioso, cargado de referencias literarias y de ciencia muy bien contada. Le dediqué una reseña propia, que podéis leer aquí


Moléculas (Theodore Gray. Traducido por Alicia Almonacid)
Cumple visualmente, pero se queda algo corto con el texto. No obstante, deja muy buenas sensaciones. Me gustó más el libro similar dedicado a los elementos químicos.


La prehistoria en la mochila (Ignacio Martín Lerma)
El proceso de inmersión que se experimenta con este libro es una experiencia que no podemos perdernos. Habrá un antes y un después en el género de la divulgación del Paleolítico novelada tras este libro. Está muy bien escrito, con un ritmo digno de la mejor película de aventuras. Y la parte más científica, todo un prodigio explicativo. Sublime. 


Planeta océano: Las expediciones que descubrieron el mundo (Javier Peláez)
Tras 500 años de frío, llega esta incursión por la historia de la navegación. Buenas historias y muy bien contadas. 


Estrellas por un tubo. Una historia diferente de la astronomía (Enrique Joven)
Me ha encantado el enfoque que le ha dado su autor a este libro. Si la astronomía te interesa y quieres una perspectiva distinta, dale una oportunidad. 


La lira desafinada de Pitágoras (Almudena Castro)
Música, física y arte. La combinación perfecta para disfrutar de una lectura original y enriquecedora. 


Átomos y moléculas (Jordi Díaz Marcos y Miguel García Guerrero)
Una buena introducción a la nanociencia, la nanotecnología y su historia. Me gustó. 


Q, un cuento cuántico (Javier Fernández Panadero)
Resumiré este libro en una frase: El señor Tompkins, de George Gamow, renovado de forma magistral. Física cuántica, humor, humanismo... Por favor, leedlo. Podéis conseguirlo aquí


The KGB's Poison Factory (Boris Volodarsky)
Tenía muchas ganas de leer este libro. Aunque todos tenemos en mente los casos más recientes de envenenamientos políticos, la maquinaria del crimen se remonta a más de cien años. El autor, Boris Volodarsky, es un antiguo oficial de la inteligencia militar rusa. 


Cómo mentir con estadísticas (Darrell Huff)
Un clásico. Tiene sus años, pero mantiene su vigor.


Con ciencia. Con humor (VV.AA.)
Esta pequeña obra maestra recoge una variedad de entradas a las que personas del mundo de la divulgación le ponen texto y artistas de la ilustración dibujan algo relacionado. El resultado es muy chulo. Y tuve el honor de participar. ;-)


Evolución en acción (José Ramón Alonso y Yolanda González)
En esta recopilación de mis lecturas anuales no puede faltar nunca mi 'bro' JR Alonso. En esta ocasión, con una delicia de libro sobre la evolución para los más jóvenes de la casa. Pero os dejéis engañar porque se disfruta a cualquier edad. Es una obra de arte y pura literatura científica. 


Geoestrategia de la bombilla (Alfredo García)
Nuestro Operador Nuclear de cabecera se adentra en la ciencia de la energía. Su ameno estilo, su claridad y rigor, hacen de este libro una forma ideal de forjar un criterio basado en el conocimiento. 


Nuestro reto climático (José Miguel Viñas)
Ojalá se lleve este libro a las escuelas como lectura sugerida. La claridad, el rigor, la forma de comunicar de Viñas, es prodigiosa. Un libro ideal para remover conciencias y que pone sobre la mesa todo lo que sabemos sobre este reto que tenemos por delante. 


El tiempo (José Miguel Viñas)
De nuevo Viñas. La introducción perfecta a las ciencias del clima para para los más pequeños de la casa. Y para los mayores. 


La ciencia en la literatura (Xavier Durán)
Para amantes de la literatura y la ciencia. O sea, para ti. Muy bien hilado. Me sorprendió ver tantas referencias de la literatura española. El viaje merece la pena. 



Pero, como he dicho al principio, no todo ha sido divulgación. Aquí van otras lecturas y algunos cómics. No tengo tiempo para dedicarles muchas palabras, pero si tenéis especial curiosidad por algún título podéis preguntarme en los comentarios... Si recordáis cómo se hace. ;-P




Sandman Obertura, de Neil Gaiman. La culminación del mejor cómic de la historia. Y vaya culminación.
Dragones de frontera, de Harriet, Iván Gil y Garluk. Espectacular. 
Mundos al descubierto. Antología de la ciencia ficción de la Edad de Plata (VV.AA.). Interesante.
Viñetas de plata, de Laura Pérez. Para seguidores de la obra de Luis Alberto de Cuenca.
Historias probables, de Neil Gaiman. Brutal.
La inquietante historia del horror, de Darryl Jones. Irregular. Aún así, me gustó mucho algún capítulo.
La ciencia ficción, de Miquel Barceló. Bien, pero corto.
Tanos. Origen, de Jason Aaron y Simone Bianchi. Me encantó.
El penúltimo negroni, de David Gistau. Auténtico. 
El zaguán de la eternidad, de Jesús García Sevilla. Fabuloso.
El sacrificio, de Javier García Gisbert. Novelón. 
La vida secreta de las palabras, de @EtimosDirectos). Muy bueno.
Villanueva, de Javi de Castro. Una brutalidad.
Oh, my god! La mitología que no sabías que sabías, de Damián Mollá. Una deliciosa obra maestra. Para amantes de la mitología.
Invocaciones, de Neil Gaiman. El gran Gaiman en estado puro. 
Fondo de armario, de Manuel Madrid. La mejor poesía que he leído en años. Una partitura de emociones. Manuel es un prodigio de las letras. 
La frontera interior, de Manuel Moyano. Uno de los mejores libros que he leído este año. El estilo de Moyano, inconfundible, traspasa las fronteras interiores, valga la meta-metáfora. Un libro de viajes, profundo, con voz propia, que analiza con precisión la naturaleza humana, sin juzgarla. Como debe ser.
Una historia ridícula, de Luis Landero. El libro que Valle Inclán recomendaría a sus colegas. Me gustó bastante.
El peligro de estar cuerda, de Rosa Montero. Me entusiasmó tanto que le dediqué un post en cuanto lo leí. Imprescindible.
Superhéroes, de Pedro Angosto. Demasiado breve para mi gusto. 
Daredevil. Diablo guardián, de Kevin Smith y Joe Quesada. Joyita.
En la cabeza de Sherlock Holmes. Obra maestra. Alucinante.
Madame Bovary, de Gustav Flaubert. ¡Cómo no he leído esto antes! Impresionante, qué narración, ritmo, capacidad de sugestión y evocación. Leedlo.
200 libros para disfrutar, de Luis Alberto de Cuenca. Pues aparte de que estas listas siempre me gustan, imaginad mi sorpresa cuando vi que aparecía reseñado mi libro Del mito al laboratorio. :-)
Primavera para Madrid, de Magius. Locura dorada.
Retorno de las estrellas, de Stanislaw Lem. No es de los mejores de Lem, pero bueno.
Lo pasado no es un sueño, de Theodor Kallifatides. Buena sensación. 
Juegos de la edad tardía, de Luis Landero. A la línea de flotación de la vida de una generación de escritores. 
— Elevación, de Stephen King. Maravilloso final.
 Cómo ser un estoico, de Massimo Pigliucci. Algo superfluo. Si te va este rollo, mejor leer a Epicteto, por ejemplo. 
Palabras del Egeo, de Pedro Olalla. Abrumador y fascinante.
Gideon. La novena, de Tamsyn Muir. Una sabrosa rayadura. Me daré un tiempo para continuar la saga.
De qué no te vas a morir, de Sergio Parra. Uno de mis pensadores de cabecera, Sergio Parra, lo borda con este ensayo sobre sesgos, miedo, desinformación... Con datos, humor y reflexión.
Lo que más miedo te dé, de Ángel Abellán (guion) y Luis Armand (dibujo). Un cómic terapéutico. El cómic del año. Directo a la yugular de la ansiedad. Imprescindible. 
Historia de la ciencia ficción, de Xavier Dollo y Djibrill Morrisette Phan. Muy decente. 
La torre de los nueve primogénitos, de Pedro González. Absorbedor.
Dietario mágico, de Manuel Moyano. Toda una sorpresa. Un pequeño tratado sociológico sobre el fenómeno de los curanderos. Aquí la única magia está en las palabras de Manuel, que escribe como los ángeles. 
Minuto 116, de Jesús Boluda del Toro. Divertidísimo y muy bien escrito. Me encantó. 
— Verbolario, de Rodrigo Cortés. Inteligente y preciso. 
Víctimas de Halloween, de VV.AA. Interesante. 
Lovecraft. La alargada sombra del tentáculo, VV.AA., coordinado por Antonio Rentero. Muy interesante. 
36, de Jerónimo Tristante. Buenísimo, como todo lo que perpetra este genio. 
El edén de las manitas de cerdo, de Enrique Pérez Balsa. Divertido y muy bien escrito. 
Diez horas con Rosa Montero. Rosa en estado puro destilado y celebrado.
Cerebraciones, de VV.AA. Merece la pena. Hay buena literatura ahí.
Ateímo para principiantes, de Richard Dawkins. El bulldog Dawkins cabalga de nuevo.
Bajo la piel, de Susana Rodríguez Lezaun. Novela negra con mayúsculas. 
Máquinas como yo, de Ian McEwan. Inquietante. 
Spinoza. En busca de la verdad y la felicidad, de Philippe Amador. Curioso. 
Los resistentes, de Luis Leante. Hacía años que no leía teatro. Estupendo. 
Cuentos completos, de Francisco Javier Illán Vivas. El universo de Illán Vivas, siempre sorprendente.
Von Braun. La cara oculta de la luna, de Nacho Golfe y Dani Peña. Muy chulo.
La memoria de las sirenas, de José Antonio Molina. Una delicia. 
Psicología Punk, de Víctor Amat. Demoledor, directo a la mandíbula del buenrrollismo.
— Locos por los clásicos, de Emilio del Río. Decía el inolvidable Carl Sagan, refiriéndose a la divulgación de ciencia y las maravillas del universo, que cuando uno está enamorado está deseando salir a la calle para contárselo a todo el mundo. Durante estos últimos años, con la pandemia actuando como comburente, hemos asistido a toda una explosión cámbrica de enamoradas y enamorados del mundo Clásico, en pleno fervor de divulgación y transmisión de conocimiento. Grandes filólogos (latinistas y helenistas) que han salido a la 'calle', con inusitada pasión y fervor para descubrirnos a los más legos las maravillas del mundo antiguo y contagiarnos su pasión. Siempre han estado ahí, porque Luis Alberto de Cuenca, Carlos García Gual, Emilio Lledó, Nuccio Ordine, Mary Beard o el mismo Emilio del Río, son viejos (jóvenes de espíritu) muy conocidos que llevan décadas contándonos su amor. Pero llegó Irene Vallejo con su 'Infinito en un junco' y lo cambió todo... ¿Qué ocurrió después? Pues que el amor es insaciable y los que hemos caído en las flechas de Cupido necesitamos más. Más lecturas, más libros.


Y eso es todo, amigos. No paréis de leer. Como siempre digo, leer divulgación (o lo que sea) nos convierte en mejores personas. 

¡Feliz 2023!



viernes, 15 de julio de 2022

'200 libros para disfrutar', de Luis Alberto de Cuenca [Reseña]

 


Ya puedo retirarme, colgar las botas, soltar el bolígrafo y el teclado y no escribir más. ¿El motivo? Pues es bien sencillo: Mi libro Del mito al laboratorio ha sido seleccionado por el gran Luis Alberto de Cuenca para formar parte de una antología de reseñas con las obras que le han hecho disfrutar estos últimos años. 

Y para devolver la jugada, a modo de metareseña borgiana, pues os dejo unas palabras que he escrito sobre este libro recopilatorio: 


«Decía Borges que los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres. Y añado yo otra ‘abominación', parafraseando al maestro argentino, la de este libro de reseñas de Luis Alberto de Cuenca, que multiplican la lista de lecturas pendientes para cualquiera que se atreve a asomarse a este precipicio, que es más que una muestra contundente de su frenesí devorador de libros.

En 200 libros para disfrutar, el recorrido por sus más de 500 páginas puede hacerse de forma ordenada, o bien, encomendándose a la diosa Tique/Fortuna y abriendo cualquier página al azar. El resultado siempre será el mismo, el de ir encontrando una necesidad lectora tras cada reseña, comentario sobre un autor/a o prólogo de un libro. 

En un universo utópico, lo ideal sería acudir a cada obra que nos atraiga o nos despierte especial interés, pero eso es un imposible reservado para algún dios inmortal que disponga del tiempo suficiente para abarcar tal proeza. Todas las propuestas tienen su interés. 

Más realista sería el planteamiento de abordar este ensayo con el fin de para pasar un rato de lo más agradable con el estilo de Luis Alberto, con su prosa poética, que convierte las palabras en música. Además, y es algo que nos pasa a todos los lectores compulsivos, esta obra se convierte en una bitácora personal que nos puede servir para acercarnos a la vida y obra de un genio de las letras como lo es este poeta y humanista.

Al fin y al cabo, ¿qué mejor diario existe que recoger y ordenar el placer de la lectura cotidiana? y ¿qué mejor manera hay para conocer a una persona que pasear por su biblioteca?...

Estáis avisados por si os metéis en este jardín, un jardín donde los senderos se bifurcan y se convierten en un laberinto de libros que llevan a otros libros. Yo ya estoy perdido. No me busquéis».

Pues al final parece que seguiré escribiendo. Y más, después de que el bueno de Luis Alberto diga estas cosas de mi criatura ;)








jueves, 14 de julio de 2022

'El peligro de estar cuerda', de Rosa Montero [Reseña]



El libro de una vida, la de Rosa Montero. 

O más que EL libro, deberíamos decir LOS libros. Porque hay más de uno en él. Ya en las primeras páginas de este ensayo sentiremos un cosquilleo en la piel, notaremos que estamos delante de algo distinto, muy especial. De una vida convertida en palabras, de fuegos artificiales para nuestro encéfalo, lanzados directos hacia el área 55b.

El peligro de estar cuerda es una cascada poliédrica de obras: de biografías, con referencias a personajes fascinantes de la literatura universal (una miríada de autoras y autores) y también un análisis muy bien documentado y explicado mediante el enfoque de la neurociencia (a destacar Eric Kandel y Mara Dierssen). Hay psicología, poesía, emoción, vitalidad y un intrigante hilo conductor con un final sorprendente. 

No quisiera desvelar mucho más sobre esta magistral e inclasificable obra, que de principio a fin me ha atrapado como pocas veces me ha ocurrido. La experiencia de ir encajando piezas en un puzle vertiginoso, tan íntimo y explosivo, exige el comburente de la discreción. 

Solo diré que, a nivel personal, me ha reconciliado de alguna manera con mi propia escritura, la del aficionado que soy y seguiré siendo. Porque en esa cascada de datos, de emociones, en ese prisma brillante, con sus vértices y aristas, en esa multitud de libros en uno..., me he visto reflejado durante muchos momentos en el espejo de un cristal ortorrómbico. Y eso no tiene precio. 

Os recomiendo de todo corazón esta delicia literaria, con todas sus «capas» de creación y locura. 

Gracias, Rosa.

BONUS: Tuve el inmenso privilegio de charlar con Rosa en diciembre del año pasado, dentro del ciclo CIENZAFICCIÓN de la Biblioteca Regional de Murcia. Recogí a Rosita (ella deja que la llame así) con mi coche en la estación de Albacete —a la que por aquí llamamos Murcia-Norte—, tuvimos un trepidante viaje contrarreloj sorteando una atascada autovía de entrada a la ciudad, pero llegamos a tiempo. Con los niveles de cortisol a la altura del telescopio James Webb, pero con ganas de darlo todo. Y aquí está el resultado: 

sábado, 9 de julio de 2022

Una recomendación para el verano: 'Sin noticias de Gurb'

Fuente | El país


No se me ocurre mejor recomendación literaria para despertar (o calmar) la sed de lectura durante este verano, que revisitar Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza.

La primera vez que lo leí fue en el verano de 1990, donde el diario El País publicó por entregas esta joya durante el mes de agosto. Desde las primeras páginas me quedé enganchado a este diario de un extraterrestre que, adoptando la forma de la cantante Marta Sánchez para «pasar desapercibido», inicia una búsqueda de su compañero Gurb desaparecido en la Barcelona preolímpica. Cada día esperaba con ansia que mi padre trajera el periódico a nuestra casa de la playa.

A Sin noticias de Gurb se la ha calificado de lectura ligera, banal, de travesura o de ser una obra menor. Y así es, sin más. Pero la magia está precisamente ahí. Para mí es una obra maestrea del surrealismo y una de las novelas que más adicción y risas me ha producido desde la primera página. 

De hecho, en cuanto acabo de terminar de escribir estas palabras, he ido a buscarlo... ;)

Buen finde.

jueves, 30 de junio de 2022

'Homo imperfectus', de María Martinón [Reseña]


Fuente | Diario de Burgos

El hombre ilustrado (1951), de Ray Bradbury, es un clásico imprescindible de la ciencia ficción. Una obra que explora la naturaleza de la humanidad a través de dieciocho relatos entrelazados sobre un hilo conductor: el de unos tatuajes que cobran vida sobre la piel de un misterioso mendigo.

Homo imperfectus comparte muchas cosas con este libro de Bradbury. Aquí, la exploración lírica de la naturaleza humana se convierte en ciencia, en alta divulgación científica, de la mano de una mente brillante como la de María Martinón, referente internacional en su campo de investigación. Nos encontramos con un libro sobre evolución humana, donde emergen la imperfección convertida en adaptación, las enfermedades, el sufrimiento, la debilidad..., todo ello explicado bajo el enfoque de la evidencia científica y las teorías más actuales sobre evolución.

Pero hay mucho más...

Porque la gran genialidad de este ensayo radica en los 'tatuajes' que cobran vida, en las referencias literarias constantes que son el reclamo de cada tema tratado, de cada libro que ha inspirado a María, una persona que ha crecido rodeada de libros, una amante de la literatura con mayúsculas. Y eso se nota.

Cada uno de sus once capítulos es un título de un libro elegido por María, sus 'tatuajes', el hilo de Ariadna que nos lleva al centro del laberinto. Cada tema analizado bajo la mirada evolutiva tiene su metáfora literaria. Qué difícil y qué bello al mismo tiempo. Cuesta trabajo no emocionarse con alguno de los fragmentos de este regalo divulgativo tan cargado de lirismo. Bueno, no cuesta trabajo, ocurre y ya está.

Cita María a Rachel Carlson, en concreto a su obra El sentido del asombro. Y nos recuerda que debemos vivir sin desligar el conocimiento del afecto y la emoción, debemos aprender a vivir con los ojos abiertos. Siempre. Hasta que todo termine. Lo importante es el viaje.

Viajad con Homo imperfectus, no os arrepentiréis. Y si hay que disfrutar del camino, siempre se puede volver a leer, siempre habrá un tatuaje por dibujar. ;)

Gracias, María.

BONUS: Y ya que estamos con Bradbury, os dejo por aquí la maravillosa charla que nos regaló María en la 2ª edición de CIENZAFICCIÓN de la Biblioteca Regional de Murcia, en diciembre de 2020. 


sábado, 25 de junio de 2022

'La química al servicio del mal' [Vídeo]

Para este caluroso fin de semana os propongo un recorrido sobre los orígenes del veneno con finalidad criminal, desde la prehistoria hasta la actualidad. Esta charla la ofrecí hace unos meses dentro de ese maravilloso espectáculo de la ciencia que se llama Naukas Bilbao. Un evento coral que se celebra en el Palacio Euskalduna, durante un fin de semana de septiembre, desde hace más de una década. 

Espero que paséis un buen rato. Son menos de diez minutos y las bromas de Vladimir Putin ya no tienen demasiada gracia, por desgracia. Nunca mejor dicho. 


viernes, 17 de junio de 2022

El 'Einstein' escocés [Documental sobre James Clerk Maxwell]

El pasado lunes 13 de junio se cumplieron 191 años del nacimiento de una de las figuras más importantes de la ciencia del siglo XIX, un titán de la física y las matemáticas al que le debemos la unificación de la electricidad, el magnetismo y la luz como propiedades distintas de un único fenómeno de la naturaleza, entre otros muchos logros. Su nombre, James Clerk Maxwell

Sobre Maxwell se han escrito ríos de tinta, incluso sobre su peculiar personalidad. Yo mismo me atreví a ello en este blog hace doce años: ¿Fue James Clerk Maxwell lo que calificaríamos ahora como un "nerd"? Resulta curioso porque el término 'nerd' ya prácticamente no se usa... Pero no nos desviemos, porque mi propuesta para este caluroso finde es un documental de la BBC que he descubierto esta tarde y que me ha encantado. 

El presentador es el geólogo escocés Iain Stewart, que comienza el programa preguntando por la calle a los transeúntes con la foto de James Clerk Maxwell en la mano. Y lo hace junto a la estatua de Maxwell en su Edimburgo natal. Os podéis imaginar el resultado... 

Aquí está el documental en inglés, pero si activáis los subtítulos automáticos de Youtube se puede seguir perfectamente. Que no os asuste el acento scottish. ;)

lunes, 13 de junio de 2022

'El ascenso del hombre', de Jacob Bronowski [Reseña]

 



En 1973 la cadena británica de televisión BBC estrenó la serie documental El ascenso del hombre (The ascent of man) con la inconfundible presencia del científico y divulgador británico de origen polaco Jacob Bronowski (1908-1974), autor original del guion y conductor de la serie. Una serie en la que las palabras que dan comienzo al primer episodio, pronunciadas con el característico acento de Bronowski, permanecen imborrables en la memoria de todos aquellos que la han visto.

 

«El hombre es una criatura singular. Tiene toda una gama de cualidades que lo convierte único entre todos los animales; por lo tanto, a diferencia de ellos, no es una mera figura del paisaje: es un modelador del paisaje […]

 

Y toda la serie de inventos e invenciones, mediante los cuales época tras época el hombre ha cambiado su medio ambiente, conforman una clase diferente de evolución -una que no es biológica, sino que se trata de una evolución cultural-. Llamo a esa brillante secuencia de cumbres culturales alcanzadas el ascenso del hombre».

 


Tras la popular acogida cuatro años antes de la mítica Civilisation, de Sir Kenneth Clarke, la BBC se planteó una continuación de esta última desde otra perspectiva distinta, en la que la idea del arte como fuerza impulsora de la cultura y la ciencia fuera la fuerza motriz. Para esta difícil tarea se buscó a Jacob Bronowski, un divulgador científico muy conocido por sus apariciones en radio y televisión, como el mejor candidato. Bronowski aceptó y durante 13 episodios, rodados en más de 30 países distintos, se sumergió en un fascinante viaje hacia las profundidades del ser humano a través de la ciencia, el humanismo y el arte. Y nos sumergió con él, como nunca antes se había hecho en la pequeña pantalla, para contárnoslo en primera persona.

Tal fue el éxito en el Reino Unido que cuando fue emitida su influencia posterior cruzó el océano Atlántico para convertirse en la serie que se reconoce como obra inspiradora de la celebérrima Cosmos: un viaje personal, de Carl Sagan de 1980. Al finalizar la emisión de la serie, algo que también ocurrió con Cosmos, se editó un libro homónimo adaptando el contenido de los episodios de forma prácticamente literal. Un libro que  hemos podido disfrutar recientemente traducido al español con un emotivo prólogo del zoólogo Richard Dawkins.

Pero aunque la serie original mantiene su carácter lírico e inspirador lo cierto es que no ha resistido demasiado bien el paso del tiempo y los efectos visuales producen cierto sonrojo acostumbrados como estamos a los diseños digitales de documentales más recientes. No ocurre así con el libro. Un libro que convierte en poesía la historia de la ciencia, el conocimiento y la invención tecnológica, desde los primeros homínidos y sus herramientas hasta la era de la exploración espacial. Con Bronowski viajaremos a la Isla de Pascua y a las cuevas de Altamira, conoceremos la biblioteca de Isaac Newton, pasearemos por la Alhambra de Granada, la Grecia de Euclides y pondremos una vela en la tumba de Ludwig Boltzmann. Quedaremos deslumbrados con los constructores de las catedrales, con artistas del Renacimiento o de la dinastía Shang, con las maravillas del arte antiguo y moderno, con William Blake, Milton y Einstein, el dominio del átomo, la teoría de la relatividad y la complejidad del cerebro humano. Y con mucho más.

El ascenso del hombre es un libro excepcional, uno de esos libros que se deben releer conforme se van sumando dígitos en las velas de las tartas de cumpleaños. Una obra que nos traslada mágicamente en el espacio y el tiempo a los lugares -geográficos e intelectuales- del universo donde la humanidad ha culminado su ascenso. Con sus luces pero también con sus sombras. Como ocurre al final del capítulo once, donde un desgarrado Bronowski desde el campo de concentración de Auschwitz nos sorprende con una advertencia que bien podríamos aplicar al posmodernismo que nos rodea.

«Se dice que la ciencia deshumanizará a la gente y la transformará en números. Eso es falso, trágicamente falso. Mire usted mismo. Fíjese en el campo de concentración y en el crematorio de Auschwitz. Ahí es donde a la gente se la convirtió en números. En el estanque que allí se encuentra fueron arrojadas una gran parte de las cenizas de unos cuatro millones de personas. Y eso no lo hizo el gas. Lo hizo la arrogancia. Lo hizo el dogma. Lo hizo la ignorancia. Cuando la gente cree firmemente que es poderosa del conocimiento absoluto, sin ponerlo a prueba a través de la realidad, así se comportan. Esto es lo que hacen los hombre cuando aspiran a tener un conocimiento propio de los dioses».

 

Leed a Bronowski. Leed El ascenso del hombre o ved la serie. Y disfrutad de la experiencia. :))


PS.- Hace casi una década os dejé por aquí la serie, que en aquel momento estaba en Youtube y hasta subtitulada en español. Ya no está disponible, lo siento  :( 

Pero os dejo este homenaje:

lunes, 6 de junio de 2022

Antonio de Ulloa y Newton

 



El 25 de marzo de 1726 se publica en la ciudad de Londres la tercera edición del libro Philosophiæ naturalis principia mathematica (conocido como los Principia), del gran Isaac Newton, una de las obras más importantes, revolucionarias e influyentes de la historia de la ciencia, por no decir la más importante. Se imprimieron 1250 copias, en total, cuidadosamente encuadernadas en piel de Marruecos. Y una de de estas copias llegó dos décadas después a las manos de un joven e intrépido marino español, que permanecía apresado por corsarios ingleses cuando participaba en una expedición científica, y que acabó siendo nombrado miembro de pleno derecho de la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural, la Royal Society. Su nombre, Antonio de Ulloa.



Antonio de Ulloa y de la Torre-Giralt (Sevilla, 1716 – San Fernando, 1795) fue una de las figuras más destacadas de la Ilustración española como escritor, científico y naturalista. Hijo del aristócrata Bernardo de Ulloa, con solo catorce años se embarcó en el galeón San Luis hacia las Antillas para regresar dos años más tarde al puerto de Cádiz. Ingresa unos meses después en la recién creada Real Academia de Guardias Marinas y en 1735 fue destinado, con diecinueve años y el rango de teniente de fragata, como representante de la corona española junto a Jorge Juan y Santacilia en la Misión geodésica francesa, una ambiciosa expedición científica que pretendía medir un grado del arco de meridiano en el ecuador terrestre.

 


Fuente | BNE


El fin último de esta expedición era el de zanjar la discusión por la forma de la Tierra que enfrentaba a la comunidad científica entre los newtonianos, que sostenían la forma achatada por los polos, y los cartesianos (como los franceses Piccard, La Hire y Cassini), que decían que lo estaba por el ecuador. 

En paralelo, se envió otra expedición a Laponia encabezada por el astrónomo Pierre Louis Maupertuis y en la que participó activamente el sueco Anders Celsius, creador de la escala de temperatura centígrada que lleva su nombre. Y fue esta segunda expedición en las frías regiones del Ártico la que demostró que la Tierra está achatada en los polos, dando la razón a los newtonianos. El filósofo francés Voltaire, que estuvo muy atento al desarrollo de estas misiones por el alcance científico y político, escribió: «Han confirmado con mucha transpiración lo que Newton descubrió sin salir de su habitación».         

Durante la expedición francesa en Perú de 1735, un marinero galo descubrió casualmente unos nódulos de arcilla grisácea mientras caminaba por un estuario y se lo entregó a Ulloa. En la arcilla se encontraban unos trozos de un extraño metal plateado que ya era conocido desde tiempo atrás en América del Sur. Ulloa se dio cuenta inmediatamente de que se encontraba delante de un nuevo elemento metálico, el platino, y se le considera su descubridor, pero no sin cierta polémica porque no llegó a aislarlo o a estudiar sus propiedades. El joven teniente de fragata bautizó al metal como platina del Pinto («plata pequeña del río Pinto»), o simplemente platina, y fue posteriormente el insigne químico británico Humphrey Davy el que le dio el nombre definitivo con el que lo conocemos en la actualidad.

Pese al adelanto y el éxito de la misión en Laponia, los resultados científicos de la expedición en Perú y Ecuador fueron muy importantes y productivos para la ciencia del siglo XVIII. Se midió con más exactitud el arco del meridiano, se hicieron medidas de la gravedad a varias altitudes y se realizaron valiosas medidas de la velocidad del sonido.

En agosto de 1745, durante el viaje de regreso a España a bordo de la fragata Délivrance, Antonio de Ulloa fue capturado por un navío británico y enviado preso a Inglaterra. Se le incautó toda la documentación científica que traía de su expedición y se la remitió a la Royal Society. Varios miembros se interesaron por el trabajo de Ulloa, entre ellos se encontraba el entonces presidente Martin Folkes, un brillante matemático que fue nombrado vicepresidente por el mismísimo Isaac Newton en 1923. Folkes entabló amistad con Ulloa en el proceso de recuperación de su trabajo requisado y quedó asombrado con la recopilación de datos científicos en su década de investigación en las Américas. Tanto es así, que Ulloa fue nombrado miembro de la Royal Society en diciembre de 1746 en justicia con su trabajo y sus descubrimientos. Un poco antes, a mitad de ese año de 1746, Martin Folkes le regaló a su amigo sevillano un ejemplar de los Principia de Newton, en su tercera edición, con la siguiente dedicatoria en un latín poco ortodoxo: «Viro doctrina simul et moribus spectabili Dº Antonio de Ulloa, Hispalensi, auspicatum in patriam reditum omniaque dein felicia ex animo precatur. Martinus Folker, Regalis Societatis Londini Praeses, et Regia Scientiarum Academiae Parisiensis Socies. 3º Eid. May Anno salutis reparatae M.DCCC.XLVI».

Ese ejemplar de los Principia se encuentra en la actualidad en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla y era uno de los seis libros de Isaac Newton de la fabulosa biblioteca personal del gran Antonio de Ulloa, el marino que leía a Newton.

Recordadlo cuando veáis su nombre en alguna calle o centro educativo de la región de Murcia. ;)


sábado, 28 de mayo de 2022

El enigma cartagenero de Turing

Alan Turing| Fuente


Con más de 2.500 años de historia, la ciudad de Cartagena es uno de los mejores destinos turísticos culturales de nuestro país, una visita imprescindible que nunca defrauda. El imponente Teatro Romano, construido en tiempos del emperador Augusto en el siglo I a.C., el Barrio y Museo del Foro Romano junto con el recién inaugurado Parque Arqueológico del Molinete, o los refugios de la Guerra Civil, ocupan merecidamente los primeros lugares en prácticamente todas las guías para el visitante. Pero esta ciudad esconde rincones más desconocidos, aunque no por ello menos interesantes.

Fuente: Wikimedia Commons


El Museo Histórico Militar (Plaza de las Puertas de La Serreta, s/n) recoge la historia de la artillería y de las unidades asentadas en la ciudad de Cartagena desde el siglo XV hasta la actualidad. Situado en un imponente edificio neoclásico que albergaba un antiguo cuartel militar, la actividad expuesta ocupa dos plantas alrededor de un patio central. Cañones de todo tipo y procedencia, municiones, armas ligeras, uniformes y una impresionante colección de maquetas de vehículos militares, llenan los espacios y salas de este magnífico museo. Y es precisamente en una de esas salas donde podemos contemplar un curioso artilugio que puede pasarnos desapercibido ante la imponencia bélica de otros objetos. Se trata de un instrumento con teclado alfabético, que se asemeja a una máquina de escribir antigua, que esconde una de las hazañas más apasionantes de la ciencia y la historia de la Segunda Guerra Mundial.

Tras la Primera Guerra Mundial, los alemanes Arthur Scherbius y Richard Ritter fundaron una empresa de ingeniería en la que mejoraron para su comercialización una ingeniosa máquina compuesta de rotores, a la que llamaron Enigma, utilizada para cifrar y descifrar mensajes codificados. La máquina Enigma, en sus distintas versiones, salió inicialmente a la venta para un uso militar pero también estaba disponible para empresas que buscaban una comunicación interna entre sus sedes que no pudiera ser captada por la competencia.

Durante la Guerra Civil, el bando sublevado del general Franco utilizó una veintena de estas máquinas para las comunicaciones entre los altos mandos militares, aunque como los alemanes no se fiaban mucho de que pudieran caer en manos enemigas proporcionaron a los franquistas el modelo de la gama comercial. Y es precisamente una de estas máquinas de uso civil la que podemos contemplar en el Museo Histórico Militar de Cartagena, según fuentes del propio museo.

Fuente propia

Sin embargo, fue en la Segunda Guerra Mundial donde la Enigma tuvo su uso más relevante, con su merecida fama de ser indescifrable, como medio habitual de comunicación codificada de las tropas nazis por. Hasta que llegó nuestro protagonista de hoy, Alan Mathison Turing, un brillante matemático que nació en Londres en 1920 y al que se le considera como uno de los padres de la ciencia de la computación y de la informática moderna.

Alan Turing lideró en Bletchley Park —un emplazamiento militar secreto ubicado en una mansión victoriana al sureste de Londres— a un equipo multidisciplinar de criptógrafos que consiguieron descifrar el código de la máquina Enigma, con la consiguiente y vital ventaja bélica de anticipación de maniobras del enemigo. A finales de 1939 y mediados de 1940, Turing y el también matemático Gordon Welchman, desarrollaron una máquina a la que bautizaron como Bombe, con la que consiguieron descifrar con éxito algunas de las transmisiones con la Enigma.

Algunos historiadores estiman que gracias a Alan Turing la Segunda Guerra Mundial duró dos años menos de lo que realmente duró y se salvaron millones de vidas. Lejos de ser aclamado y reconocido como un héroe de guerra, Turing tuvo un triste e infame final.

En 1952, siendo ya un científico de prestigio, fue arrestado por mantener relaciones con otro hombre. Con la convicción de que no tenía por qué ocultar su condición sexual ni arrepentirse de nada, no se defendió de los cargos y reconoció su homosexualidad. Fue condenado por ello. Para evitar la cárcel, se sometió a un tratamiento hormonal de castración química con estrógenos sintéticos para reducir la libido, algo que lo destrozó en su aspecto físico y lo condujo a una profunda depresión. Dos años después, Turing apareció muerto en su casa de Wilmslow. Tenía 41 años.

Sabemos que su muerte fue debida a una intoxicación aguda con cianuro potásico, pero nunca se ha podido aclarar si fue de forma voluntaria o accidental. Alan Turing murió envenenado lentamente por los prejuicios y el odio de la sociedad que lo señaló y condenó por su condición sexual, algo que es más letal que el peor cianuro.

Y para terminar, si habéis visto la película Descifrando Enigma ('The imitation game'), con el gran Dr. Strange-Benedict Cumberbatch en el papel de Alan Turing, no hagáis ni caso a la personalidad histriónica y freak de Turing, porque no se parece en nada a la realidad histórica del personaje, que era precisamente todo lo contrario. En fin, lo de siempre. 

sábado, 21 de mayo de 2022

Los catasterismos de la Ciencia murciana

María Cascales tuvo su merecido
'catasterismo' en 2018| Fuente


Si salimos a la calle para preguntar por ilustres personajes de la historia de la ciencia en España, ¿cuántos nombres escucharíamos?... Santiago Ramón y Cajal, Margarita Salas o Severo Ochoa son quizá los más conocidos, aunque este último obtuviera el premio Nobel de Medicina con la nacionalidad estadounidense. Quizá también es posible que aparecieran nombres como Miguel Servet, Jorge Juan, Celestino Mutis, Blas Cabrera, Torres Quevedo… Y a lo mejor hasta el cardiólogo Valentín Fuster, que ahora mismo es nuestro investigador nacional más citado en la literatura científica.

Pero no lo dejemos aquí y pensemos ahora en personalidades de la ciencia y la tecnología que nacieron en la Región de Murcia o estuvieron vinculadas de forma relevante con esta calurosa región del sureste, donde nació un servidor. 

Hay dos colosos de la ingeniería a los que todos conocemos o deberíamos conocer en profundidad. Se trata de Isaac Peral y Juan de la Cierva, a los que debemos, respectivamente, la invención del submarino eléctrico y el autogiro. Ambos son reconocidos y admirados más allá de nuestras fronteras. Pero, ¿podemos citar más nombres?

Aunque no encajaría en la definición moderna de científico, es razonable destacar al rey Alfonso X de Castilla, conocido como «el Sabio», gran promotor de la astronomía de su época y de la que participó activamente. Hasta hay un cráter en la Luna, llamado Alphonsus, en homenaje a este monarca.

Puede que los más avanzados hayan escuchado que José Echegaray, Premio Nobel de Literatura en 1904, pasó parte de su infancia en la ciudad de Murcia y la recordaba con cariño siempre que se la mencionaban. Echegaray fue uno de los mejores matemáticos españoles de su época. Otro insigne de las matemáticas, el riojano Julio Rey Pastor, afirmó sobre él: «Para la Matemática española, el siglo XIX comienza en 1865, y comienza con Echegaray».

¿Alguien más? Pero sin mirar internet... Vamos allá.

El cartagenero Marcos Jiménez de la Espada fue uno de los zoólogos más prestigiosos en la Europa del siglo XIX. El biólogo José Loustau, primer rector de la universidad de Murcia, aparte de su importante producción científica fue todo un renovador de la institución universitaria y consiguió su consolidación definitiva.

Si Santiago Ramón y Cajal es la voz más universal de la ciencia española, hay que mencionar que tuvo cuatro discípulos murcianos: Luis Calandre Ibáñez, Román Alberca Lorente, Luis Valenciano Gayá y Antonio Pedro Rodríguez Pérez, a los que dediqué este post en 2017. A Calandre se le considera como la persona que introdujo las técnicas modernas de la cardiología en nuestro país, Román Alberca y Luis Valenciano renovaron la psiquiatría murciana, y el ciezano Pedro Rodríguez dejó una amplia obra científica sobre histología, nutrición, neumología, endocrinología y medicina interna.

Y tenemos a la bioquímica cartagenera María Cascales Angosto, la primera mujer que ingresó como académica de número en la Real Academia Nacional de Farmacia. Y también la primera mujer científica que pertenece al Instituto de España (IdeE).

El término catasterismo es un cultismo que proviene del griego y significa «colocar entre las estrellas». Es una manera de referirse al proceso a través del cual un personaje de la mitología clásica se transforma en una constelación u objeto estelar, pasando así al paseo de la fama de la bóveda celeste, al eterno recuerdo cósmico. No tenemos a científicas y científicos murcianos dando nombre a regiones del firmamento, pero sí que los tenemos más cerca, en avenidas, calles y centros educativos o sanitarios de nuestras ciudades y pueblos.

Todos los nombres propios que acabáis de leer denominan a uno o varios de estos emplazamientos de nuestro paisaje. Han pasado a la posteridad, como un catasterismo urbano permanente, para recordarnos su vida y obra. Pese a todo, algunos de ellos siguen siendo desconocidos, incluso para los que viven en una calle o avenida que lleven sus nombres.

¿Y hay más? Pues sí, y no son pocos. El Diccionario biográfico y bibliográfico de la Ciencia y la Medicina en la Región de Murcia (Editum, 2016), es una obra de 1.500 páginas en dos volúmenes, que recoge más de trescientas biografías de figuras murcianas de los siglos VII al XX, todas ellas con trabajos científicos publicados o patentes de reconocido interés. Habéis leído bien, ¡más de trescientas biografías! Y faltan los protagonistas del panorama científico más actual, que no son pocos.

La ciencia constituye el mejor instrumento del que disponemos para entender todo lo que nos rodea, pero también nos sirve para facilitarnos vivir más tiempo y con más calidad. Y aquellas y aquellos que lo han hecho posible, con sus nombres y apellidos, merecen su catasterismo.

Mientras tanto, podéis ir mirando nombres de calles, plazas, institutos, etc. a ver si reconocéis alguno. 

Buen finde ;)