martes, 31 de diciembre de 2013

Algunos libros de divulgación que he leído en 2013

Como ya hice en 2011 y 2012, os dejo con la tradicional recopilación de los libros de divulgación que he leído este año que acaba hoy a los que he añadido un mini-comentario con mi opinión personal. Acabo de tomar la tradicional foto de la pila de libros, y a simple vista podemos concluir un par de cosas: que el año ha sido bastante productivo y que el papel vuelve a tomar protagonismo frente al Kindle :-) Qué cosas pasan.




Napoleon's buttons: How 17 Molecules Changed History (Penny Le Couteur y Jay Burreson)
Este libro me lo recomendó @elbuhodelblog a principios de año y no pude resistirme a leerlo inmediatamente. A través de 17 moléculas los autores nos dan unas lecciones sencillas y geniales de química de la mano de la historia. La química ha influido en la historia más de lo que nos imaginamos. Una pena que no exista traducción al español de esta joyita.

Incertidumbre (David Lindley)
Con el subtítulo Einstein, Heisenberg, Bohr y la lucha por la esencia de la ciencia este libro prometía mucho por las referencias que había leído y no me defraudó lo más mínimo. Se lee muy rápido y lo recomiendo para todos aquellos interesados en conocer un poco más de una de las épocas más apasionantes del conocimiento científico: esa explosión cámbrica que fue el nacimiento y desarrollo de la Mecánica cuántica durante el pasado siglo XX. 

La edad de los prodigios (Richard Holmes)
Una delicia. Quizá demasiado largo pero estimulante e inspirador. Un viaje por la época romántica de la ciencia de finales del siglo XVIII y principios del XIX de la mano de William Herschel y Humphry Davy. La carga de referencias y citas literarias están seleccionadas muy cuidadosamente para dejar al lector con ganas de mucho más. La parte que más me gustó es la dedicada a Davy, como no podría ser de otra manera, y que me inspiró el post Cuando Mary encontró a Davy [La influencia de la química en Frankenstein]

Historia de un átomo (Lawrence Krauss)
A través de la historia de un átomo de oxígeno, Krauss nos ofrece un viaje por la historia del universo desde su nacimiento. Muy entretenido y ameno. Hay gente que habla de Lawrence Krauss como el nuevo Carl Sagan..., bueno, no estoy de acuerdo, pero reconozco que lo hace muy bien.

Filosofía natural (Paul Feyerabend)
Más cercano a la filosofía que a la divulgación, reconozco que me atrapó en su lectura sobre todo en su primera parte, la que transcurre desde la Edad de Piedra hasta Parménides, y que constituye prácticamente la mitad del libro. Interesante.

El capellán del diablo (Richard Dawkins)
Tenía pendiente de leer durante años este libro y la verdad es que me ha parecido muy bueno. Me encanta cómo escribe Dawkins y la claridad de argumentación que expone en prácticamente todas sus obras. El libro recoge 32 ensayos divididos en 7 secciones, una de ellas dedicada solo y exclusivamente a rebatir a Stephen Jay Gould, y termina con una estupenda carta abierta de Dawkins dedicada a su hija Juliet cuando tenía diez años y que se titula "Buenas y malas razones para creer". Esta última carta la recomiendo encarecidamente.

Mala Farma (Ben Goldacre)
Largo y algo aburrido. Muy repetitivo... 

Ciencia en grageas (José Antonio López Guerrero) 
Una apasionante y entretenida lectura en forma de breves artículos por diversos campos de la ciencia como la genética, la virología, la microbiología o por los últimos avances en biomedicina. Le dediqué una reseña en el número 11 de Journal of Feelsynapsis. Muy recomendable.

Desayuno con partículas (Sonia Fernández Vidal)
"¡Por fin vas a entender la física cuántica!" Así se anuncia este libro en su solapa. Bueno, pues no. Marketing sin importancia aparte, no me suelen gustar los libros que hablan de mecánica cuántica con aire tan místico. Será que soy rarito.

Cosmos (Carl Sagan)
Necesitaba releer a Sagan. Y así lo hice. ¡Qué maravilla, qué atemporal, qué sublime, qué pedazo de libro! Leedlo si no lo habéis hecho todavía. Una obra maestra que mantiene su frescura después de tantos años.

Un universo de la nada (Lawrence Krauss)
Es un libro muy bueno y el repaso por la cosmología es apasionante y está bastante bien explicado. Pero os haré una pequeña confesión. Lo que más me ha gustado de este libro es el postfacio de Richard Dawkins, y en particular con esta bella, inspiradora y reveladora frase con la que comienza: «Nada expande la mente como el universo en expansión».Y como también dice Dawkins en referencia al título del libro «(...) el título quiere decir lo que dice; y lo que dice es devastador».

El gran cambio en la Física: Faraday (José A. Díaz Hellín)
Y en la Química. Y en la Ciencia. Porque Faraday cambió muchas cosas. Excelente mini-biografía de uno de los mayores genios de la historia de la ciencia. En este libro pudimos leer los Consejos de Michael Faraday para dar una conferencia de divulgación

Introducción a la ciencia (John Gribbin)
En la línea de Nueva Guía de la Ciencia de Isaac Asimov, Gribbin da un ambicioso repaso por el conocimiento desde lo más pequeño (partículas) hasta los límites del universo conocido. Entretenido.

El error del pavo inglés (Antonio J. Osuna Mascaró, Tay para los amigos)
De lo mejor que he leído este año. Con pinceladas autobiográficas muy entretenidas, Tay nos embarca en un viaje muy bien hilado a tierras repletas de sesgos cognitivos, evolución, geometría, filosofía, origen de la consciencia... Muy recomendable, aunque yo lo calificaría más bien de imprescindible.

Cómo funciona tu cerebro para Dummies (Néstor Braidot)
Interesante libro al que le dediqué una reseña propia.

Hasta el infinito y más allá (Clara Grima)
Con las excelentes ilustraciones de Raquel García Ulldemolins, este libro es una auténtica joya de la divulgación de las matemáticas para niños o jovenzuelos. Lo disfruté como si fuera un pequeñajo más. Absolutamente recomendable para todos los públicos.

Historia del veneno (Adela Muñoz)
El año pasado leí The elements of murder de John Emsley y me pareció una obra magnífica. El libro de Adela Muñoz Páez me ha gustado bastante y lo considero muy entretenido. Está repleto de curiosidades históricas sobre los venenos y envenenamientos. Si eres seguidor de mi serie Curio-Tox te gustará.

Apollo 11. Owners' Workshop Manual (Chistopher Riley y Phill Dolling)
Solo para yuritrastornados. El libro no se limita solo a los planos y detalles técnicos sino que hace una introducción a los vuelos espaciales y a otras misiones del programa Apolo. Grande.

La historia química de una vela (Michael Faraday)
Tanto hablar de Faraday en el blog pero todavía no había leído su obra original. Quedé absolutamente maravillado. Con solo una vela como excusa, Michael Faraday divulgaba en sus conferencias aspectos tan variados como la respiración, la combustión de los gases y la composición del agua, en el marco de los conocimientos científicos que existían a mediados y finales del siglo XIX. Impresionante.

Astronomía (para Dummies) (Stephen P. Maran)
Podéis leer una reseña un poco más extensa aquí. Recomendable.

The origins of knowledge and imagination (Jacob Bronowski)
Una transcripción de algunas de las conferencias de Bronowski que recogen su pensamiento sobre la ciencia y sus límites con la moral. la primera comienza con un poema de Yeats. Con eso creo que lo digo todo. Humanismo en estado puro. 

100 mitos de la Ciencia (Daniel Closa)
De la mano de este gran divulgador podemos leer cien mitos sobre nuestro cuerpo, salud, comida, animales, evolución, el espacio, conspiraciones, etc., en un tono muy didáctico y repleto de sentido del humor. Un libro muy fresco y riguroso que me ha gustado bastante.

Nature's Building Blocks (John Emsley)
Tenía este libro desde hace unos años como libro de consulta pero no lo había leído en su totalidad. Es toda una biblia de los elementos químicos, su historia, propiedades, usos, etc. Muy bien escrito y siempre sorprendente.

¿Existe la suerte? (Nassim Nicholas Taleb)
Es un libro escrito antes de El cisne negro, al que ya le dediqué unas palabras en 2011. Me ha gustado un poco más, pero los temas que trata son recurrentes y dejan una sensación de déjà vu. No obstante siempre recomiendo a Taleb. Te hace reflexionar y no te deja indiferente.

La ciencia. Su método y su filosofía (Mario Bunge)
Mini-libro que se lee en una sentada donde Bunge expresa sus ideas sobre la ciencia respondiendo a las preguntas ¿Qué es la ciencia? ¿Cuál es el método de la ciencia? ¿Qué significa ley científica? Muy interesante, aunque no tengo unos conocimientos extensos de filosofía de la ciencia para poderlo juzgar mejor.

Biotecnología en el menú (José María Seguí Simarro)
Una obra que nos desmitifica el presunto submundo oscuro de los transgénicos y las maldades de las grandes compañías. Me parece un libro muy completo y riguroso. Y de fácil lectura, lo cual se agradece mucho. No te lo pierdas si te interesa este tema o los relacionados con la nutrición.

Grandes enigmas de la ciencia (VV.AA)
Qué puedo decir de este libro que no haya contado aquí. Pues poco más, salvo repetir que un servidor ha participado en él con tres artículos :-) 

50 elementos químicos. Qué son y qué representan (Eric Scerri)
Scerri nos selecciona 50 elementos químicos de la tabla periódica para contarnos cosas sobre ellos. La edición del libro está muy bien cuidada, con sugerentes imágenes acompañando a cada elemento (lo mejor del libro), pero queda lejos de otras guías o libros visuales sobre química. De todas formas, merece un vistazo.

Horrible Science (Nick Arnold)
Con ilustraciones de Tony de Saulles, estos libros son el gamberrismo científico personificado. Son geniales. Si no los conoces no sabes lo que te pierdes. Este año he leído Shocking Electricity, Microscopic Monsters, Painful Poison y Bulgins Brains. A veces cuesta un poco pillar el lenguaje guasón y el British humour si se tiene un nivel de inglés como el mío, pero el descojone está asegurado a poco que uno se esfuerce.

S=EX2. La ciencia del sexo (Pere Estupinyà)
He terminado hoy mismo este año de lecturas con el último libro de Pere Estupinyà, sin duda uno de los mejores divulgadores del momento. En S=EX2, Pere nos invita a adentrarnos en el atrayente mundo del sexo desde una rigurosa perspectiva meramente científica. Bueno, hay mucho más, pero tendrás que leer el libro para saber de qué se trata... Solo por compensar lo mal que lo ha tenido que pasar Pere en su arduo e ingrato trabajo de campo para poder escribirlo, deberías comprarlo. Uno de los mejores libros del año, sin lugar a dudas. 

Y hasta aquí mis lecturas de 2013. Solo puedo terminar con mis mejores deseos para el próximo año para TODOS los habitantes de nuestro querido y maltratado punto azul pálido y para los seis astronautas de la Expedición 38 que están en estos momentos en órbita a bordo de la ISS. Os deseo lo mejor y un feliz año repleto de gratificantes lecturas que os hagan vivir la vida con los ojos bien abiertos y luminosos. ¡Salud!



lunes, 16 de diciembre de 2013

Quimiofobia: No todo es tan sencillo ni evitable



Durante las últimas semanas ha estado circulando por las redes sociales con cierto éxito este artículo sobre la quimiofobia (miedo irracional al mundo de la química y los 'químicos') del profesor de la universidad inglesa de Hull, Mark Lorch, publicado originalmente en BBC News Magazine. En este otro enlace hay una traducción un tanto penosa del post de Lorch (qué trabajo cuesta decir agentes químicos o productos químicos en vez de 'químicos')... pero en fin, es lo que hay. 

Al tema. En su artículo, Lorch apunta a que la causa de la quimiofobia radica, en cierta medida, en esa ciencia espectáculo repleta de efectos pirotécnicos y peligros que agrada a un sector de la población, especialmente al infantil y juvenil. Lorch cuenta el caso de su abuelo y sus experimentos con sodio y cómo de aquella manera se avivaba su entusiasmo por la química. El propio Lorch ha participado en estas demostraciones de explosiones y espectaculares exhibiciones del "poder" de la química, y su reflexión en tono autocrítico la deja muy clara cuando dice: "En vez de escuchar a los niños que piden más explosiones, debería haber prestado atención a la niña del final con las manos sobre las orejas" y añade "Debería haberle enseñado las maravillosas cosas que se pueden hacer con la química de forma segura". A partir de aquí Lorch pone algunos ejemplos de experimentos más light, por decirlo de alguna manera, y concluye con la anécdota de George Hevesy y la ocultación de las medallas Nobel disolviéndolas en agua regia. Los lectores más fieles del blog recordarán la historia porque salió en este reto EPAP.

No digo que Lorch no tenga razón en lo que comenta en su artículo, pero volvemos a caer en la simplificación. La quimiofobia es más compleja que todo esto. Sus causas no pueden reducirse a echar (o echarnos) la culpa por si hicimos esto o aquello mejor o peor. Que si la culpa es de los padres o de los profesores, que si los medios de comunicación son sensacionalistas, que si la abuela fuma... Excusas. Y no todo es tan sencillo.

Todo es química. La química está en todas partes. Sí, sí..., y mientras repetimos estos mantras (y yo el primero) la percepción en la calle es bien distinta. Basta con echar un vistazo a nuestro alrededor o hablar con alguien de fuera del mundillo para darse cuenta de que el mensaje no está calando. De hecho, se suele producir el efecto contrario y la gente se pone a la defensiva en cuanto hablas de las bondades de la química. ¿Es una batalla perdida como dije al final de mi última charla en Naukas Bilbao? No lo sé, y no digo que no me importe, porque sí que me importa y bastante. Lo que tengo cada vez más claro es que ni es un tema tan simple con una causa única, ni se cura solo leyendo y ni mucho menos tiene unas soluciones perfectamente definidas. 

A veces se dice que la gente teme lo que no entiende. Bueno, no es que sea un gran experto en química pese a que cuelgue un título de licenciado en mi despacho, pero si de algo entiendo -poco, pero algo- es de que los agentes químicos pueden ser muy peligrosos. Muchísimo. ¿Supone esto que tengamos que temerlos? Pues sí, por supuesto, pero en su justa medida. Con criterios racionales, con información, con control, desde varios frentes... El miedo es esa emoción que algunos especialistas de la psicología definen como «una angustiosa perturbación del ánimo por un riesgo o mal que realmente nos amenaza o fingimos en nuestra imaginación». Ambrose Bierce, a quien tengo un poco abandonado en el blog, define el miedo en su Diccionario del diablo como «Sensación de verse privado del futuro inmediato». Me quedo con Bierce porque su definición me ha recordado bastante al mensaje que se lanzó en un conocido libro de una autora nacida en Pittsburgh. Un libro que se publicó en 1962 y que tiene algo que ver en esto de la quimiofobia. Y ahora me echarán antorchas encendidas por decirlo, pero...

La quimiofobia, pese a su irracionalidad, es inevitable. Y es inevitable porque ante la posibilidad o incertidumbre de que se manifieste un daño, de jodernos el futuro inmediato, como diría el genio de Ambrose, reaccionamos con preocupación y temor. La química, entendida en su versión de toxicidad, produce pánico por la posibilidad de enfermar o morir o por el perjuicio medioambiental que pueda causar. Tenemos miedo.

Somos así. Y debemos adaptarnos. Paso a paso. Con calma. Los interesados en promocionar la quimiofobia seguirán su camino, los veletas seguirán guiados por la moda o el famoso de turno, los ciegos seguirán sin ver lo obvio y el resto iremos saltando de miedo en miedo, aguas abajo. La incertidumbre que nos aguarda a la vuelta de la esquina no debe paralizarnos. Ya lo dijo Bertrand Russell "La experiencia de superar el miedo es increíblemente deliciosa".

Como he dicho al comienzo, ni todo es tan sencillo ni es evitable. La quimiofobia nos va a acompañar durante mucho tiempo y toca convivir con ella. 

Pese a todo, y por ser un tanto optimista, tengo dos cosas claras: una tolerancia cero para los adoradores de la quimiofobia cuando va asociada a los temas de salud, ya sean los antivacunas, los vendedores de fraudes, los chiflados de lo natural vs artificial, etc., y que la confrontación beligerante (con la gente normal, que la hay) no es el camino a seguir. 

No puedo terminar esta mini ida de olla sin la recomendación de tres admirados blogueros -y mejores personas (pero eso es otra historia)- a los que considero la santísima trinidad de la educación química y son mi referente como personas y eternos luchadores, que lo son, contra la ignorancia científica y la quimiofobia. Me refiero a ese triángulo equilátero formado por Bernardo Herradón, Yanko Iruín y Jose López Nicolás. Gracias, amigos.

NOTA: Esta entrada participa en la XXX Edición del Carnaval de la Química, cuyo blog anfitrión durante este mes es el recomendable Activa tu Neurona.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Pale blue dot [Nueva versión de The Sagan Series]

Que sí, que sí, que está muy visto... lo sé, y que lo he puesto en muchas versiones y hasta lo recité en una charla TED, pero esto es como una droga dura. Aquí os dejo la última versión que he encontrado del Pale blue dot que da nombre a este blog. Pertenece a la recomendable The Sagan Series y ya era raro que no lo hubieran hecho antes. A disfrutar, again ;-)


viernes, 13 de diciembre de 2013

Grandes enigmas de la ciencia [Reseña]


Tras más de tres años como referente de la divulgación científica en español, el portal Naukas.com acaba de dar el salto a la tapa dura. Y lo ha hecho de la mano de la editorial Grijalbo en una exquisita edición muy cuidada que recoge una selección de los mejores artículos de los primeros años de vida de este referente imprescindible para aquellos que disfrutamos de la ciencia y su divulgación, especialmente en el ámbito de los blogs. 

En pocos años, Naukas se ha consolidado no solo por su impecable web y red de colaboradores, sino especialmente por organizar uno de los eventos más importantes celebrados en nuestro país en el duro camino de popularizar la ciencia, que ha sido y es Naukas Bilbao, y el cual recientemente ha celebrado su tercera edición consecutiva con el apoyo de la Cátedra de Cultura Científica que dirige ese bastión de la divulgación científica en el norte llamado don Juan Ignacio Pérez Iglesias (Iñako para los amigos).

Como he dicho, el libro está muy bien editado y la selección de los artículos es muy variada y en mi opinión excelente. Una selección de más de cincuenta artículos solo manchada por tres excepciones de las que os adjunto unas fotografías a continuación:




:-P Pero vamos, el resto es genial. Creédme. En definitiva, y bromas aparte, un libro muy recomendable por la calidad y terminación (algo que es más importante de lo que nos creemos) y un buen regalo para estas fechas. 

jueves, 12 de diciembre de 2013

La Luna orbitando alrededor de la Tierra [Vídeo]

Como dicen en la web de la NASA, esta pirueta cósmica de la Tierra y la Luna fue capturada por la sonda espacial Juno mientras volaba cerca de nuestro planeta el pasado 9 de octubre. Fascinante. No me canso de verlo :-)

lunes, 9 de diciembre de 2013

Don´t be a dick [Charla de Phil Plait]

Aunque tenga ya más de tres años, nunca está de más recordar esta charla del gran Phil Plait (@BadAstronomer) que impartió en el Amazing Meeting 8 celebrado en 2010. 

Cada vez que la veo, y es algo que suelo hacer a menudo, recuerdo este refrán con el que comienza Carl Sagan su genial obra El mundo y sus demonios:
"Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad"
Que la disfrutéis ;-) 

jueves, 5 de diciembre de 2013

Astronomía (para Dummies) [Reseña]


Carl Sagan afirmaba en su inspirador Pale Blue Dot que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Estoy totalmente de acuerdo. No es la única experiencia, por supuesto, pero estoy convencido de que leer sobre astronomía, ver documentales sobre astronomía, escuchar podcasts de astronomía, o lo mejor de todo, realizar observaciones del cielo nocturno preferiblemente acompañados de alguien con más rodaje, es toda una aventura inolvidable.

Existen muchos libros que nos introducen en esta área de conocimiento. Los hay de todos los niveles, para niños, adultos, usuarios avanzados, fotografía, etc... Hago aquí un pequeño paréntesis para recomendar el blog de mi amigo Paco Bellido, uno de los mejores astrofotógrafos que conozco y una persona a la que admiro en todos los sentidos. A finales de septiembre, Paco me contaba en Bilbao, con toda naturalidad, que cada noche que salía a realizar una observación con sus telescopios se emocionaba como la primera vez, sentía algo especial cuando miraba la luna, y ya no importaba ni el sueño ni el frío... Jamás olvidaré sus palabras y su expresión al pronunciarlas. De "mayor" quiero ser como él. ;-)

Pero volvamos al libro que os quiero reseñar hoy. Se trata de un libro, que como su propio título indica, es para principiantes. Y me parece un buen comienzo. Quizá no tanto como para ilusionar a los neófitos, de hecho es poco gráfico en un mundo lleno de imágenes espectaculares, pero sí que es un buen manual de inicio para los medio-convencidos que desean tener a mano consejos, instrucciones y conceptos bien explicados.

El libro Astronomía (para Dummies) está escrito por Stephen P. Maran, un astrofísico poco conocido en España que trabajó 36 años en el GSFC de la NASA y muy involucrado en proyectos de divulgación de la astronomía y muy premiado. De hecho, el asteroide Stephenmaran ha sido bautizado así en su honor. La traducción es de Sandra del Molino, y aunque no he leído el original, creo que es una muy buena traducción dado el estilo ameno y rigor en los términos más técnicos, al menos desde mis limitados conocimientos de la ciencia astronómica.

El libro está dividido en seis partes y tiene un total de dieciocho capítulos. Pero lo mejor es que le echéis un vistazo a la introducción y al primer capítulo desde este enlace.

Como dice Richard Dawkins en el postfacio del libro Un universo de la nada de Lawrence Krauss, "Nada expande la mente como el universo en expansión". Ahí lo dejo ;-)

sábado, 30 de noviembre de 2013

Scientia, el blog de José M. López Nicolás, gana el premio Bitácoras 2013 (Ciencia)

Así es amigos. Al final se hizo justicia y ayer viernes 29 de noviembre en la ceremonia de entrega de los Premios Bitácoras 2013, nuestro querido y admirado Jose (Scientia) obtuvo el galardón correspondiente a la categoría de Mejor blog de Ciencia patrocinado por Repsol.





Estoy que no quepo de orgullo. Enhorabuena, Jose, has tocado el cielo con Scientia y has sido premiado con todo merecimiento. Como ha dicho @xurxomar en Twitter, basta con seguir tu blog para darse cuenta de que es así y punto. Sin discusión. Enhorabuena, y por supuesto, GRACIAS.

¿Y ahora qué? Se preguntaran algunos. Pues ahora os puedo asegurar que lo mejor está por venir. Conozco a Jose. Su generosidad no tiene límites. Es un luchador nato, jamás desfallece y su capacidad de entrega, su fuerza, es comparable a la de la naturaleza, como bien dice de él un amigo común. 

Jose es un científico de primer nivel y ha elegido la divulgación científica, el lado oscuro, como motor para conseguir un mundo mejor para su hija Ruth, su principal pasión, para su mujer y su familia, para sus alumnos, para sus compañeros de trabajo, para sus amigos... Y en su esfuerzo titánico diario lo está logrando en definitiva para todo el que se acerca a él, ya sea leyendo su blog, asistiendo a sus clases, viendo sus charlas o tomando un café. 

Lo he dicho antes. Lo mejor de Scientia está por venir. Y tengo la inmensa suerte de estar en primera fila para presenciarlo.

¡Viva Scientia!


lunes, 4 de noviembre de 2013

13 compuestos químicos con nombres cachondos



La universidad de Bristol tiene desde hace años una divertida página web que recoge compuestos químicos con nombres, por decirlo de alguna manera, muy peculiares. La gracia se suele perder en algunas ocasiones con la traducción (p.e. rednose, arsole,...), pero bueno, hay de todo. Sentido del humor de los químicos o quizá efecto de algún misterioso efluvio, lo cierto es que la lista es bastante curiosa. Aquí va mi particular recopilación con un poco de química (las fórmulas estructurales ni muerden ni hacen daño a la vista) y a veces algo de historia. Espero que os guste:


  • Ácido angélico. Es un ácido que se encuentra en la planta Angelica archangelica. Una planta que debe su nombre a la creencia popular de que es un regalo del arcángel San Gabriel. El ácido angélico fue aislado por primera vez en 1842 por el farmacéutico alemán Ludwig Andreas Buchner. El ácido angélico se presenta como un sólido volátil con sabor penetrante y olor ligeramente agrio. Por seguir con el cachondeo a las sales de este ácido se les denomina angelatos; por ejemplo el angelato de isobutilo o angelato de isoamilo, presentes en aceites esenciales aromáticos. 
Ácido angélico


  • Moléculas nanoputienses. Son una serie de moléculas orgánicas con formas humanas. Sí, suena raro, pero así es. Fueron descritas por primera vez por Stephanie H. Chanteau y James M. Tour en el inefable artículo Synthesis of Anthropomorphic Molecules: The NanoPutians. Echad un vistazo a la página de la wikipedia porque vais a alucinar. Como muestra os dejo con la síntesis de nano-profesiones a partir de un NanoKid.
¿Estáis pensando lo mismo que yo? Sí, las cabezas, nunca mejor dicho, están muy mal. XD


Vomitoxina


  • Draculin. Es una glicoproteína que se encuentra en la saliva de los murciélagos vampiro. Está compuesta por 411 aminoácidos y tiene un peso de 88,5 kDa. Se están investigando sus efectos anticoagulantes en medicina.

Draculin


  • Ácido mágico. Nada que ver con los polvos mágicos porque se trata de un líquido. En concreto es un superácido, valga la redundancia, que consiste en una mezcla de ácido fluorosulfónico (HSO3 F) y pentafluoruro de antimonio (SbF5). El nombre se lo puso su descubridor, el Nobel de química George A. Olahdespués de una fiesta de Navidad en 1966 cuando un miembro de su laboratorio introdujo una vela en el ácido y observó como desaparecía disuelta. 
Ácido mágico


  • Ácido cuadrático. Aquí no se calentaron mucho la cabeza para bautizarlo. Basta con ver su fórmula estructural. 


  • Psicosa. El nombre suena a pijo finolis definiendo algo que no entiende, pero en realidad se trata de un monosacárido de seis átomos de carbono con un grupo cetona, por lo que pertenece al grupo de las cetosas. La psicosa toma su nombre de la psicofuranina, un antibiótico descubierto en 1959, de donde puede ser aislada.
Psicosa


  • Pikachurina. Se trata de una proteína que se encuentra en la matriz extracelular de la retina. Fue descubierta en el año 2008 por un equipo de investigadores de la universidad de Osaka que bautizaron a su nuevo descubrimiento en honor a Pikachu. Sí, lo que estáis leyendo. Al parecer el horroroso monigote amarillo inspiró el nombre de esta proteína por su velocidad y efectos eléctricos impactantes. Estos japoneses...





  • Olimpiceno. Aquí lo cachondo, más que el nombre es el compuesto en sí. Fue sintetizado por Anish Mistry y David Fox de la universidad de Warwick en el Reino Unido, aunque la concepción original fue del químico Graham Richards en 2010 con motivo de los Juegos olímpicos de Londres 2012. 
Olimpiceno


  • Sonic hedgehog. A estas alturas cuando creías que ya lo habías visto todo aparece una proteína que se llama igual que el personaje de videojuegos Sonic, un personaje que además es el erizo mascota de la compañía SEGA. Y ojo, es una proteína con bastante importancia e interés en la regulación de la organogénesis de los vertebrados.
Estructura 3D de Sonic hedgehog


Rudolphomycin
  • Ácido bohémico. Es una mezcla de compuestos químicos, de interés terapéutico en medicina, que contiene una serie de moléculas que llevan el nombre de personajes de la ópera La Bohème de Puccini. Como por ejemplo, marcellomycin (Marcello), musettamycin (Musetta), rudolphomycin (Rodolfo), mimimycin (Mimí), collinemycin (Colline), alcindoromycin (Alcindoro) y schaunardimycin (Schaunard). Reconozco que esta curiosidad se me pasó cuando escribí el post Ópera y química.


  • Luciferina. Es la molécula responsable de la emisión de luz, lo que conocemos como bioluminiscencia, en algunas bacterias, algas, hongos u otros animales. El ejemplo más conocido, y donde fue descubierta, es en la bioluminiscencia en luciérnagas. En realidad se conoce como luciferinas a toda una serie de moléculas que actúan como sustratos, oxidándose en presencia de la enzima luciferasa, para producir oxiluciferina, y por consiguiente, la energía en forma de luz. El nombre de luciferinas está inspirado en Lucifer (del latín lux "luz" y fero "llevar").
Firefly luciferin


  • Clitoriacetal. Como su propio nombre indica... Bueno, no del todo porque se trata de un glucósido que se puede encontrar en las plantas del género Clitoria.
Clitoriacetal

Y hasta aquí mi selección. Si os gusta este post y os gusta el blog, os recuerdo que este año me presento a los Premios Bitácoras 2013 en la categoría de Ciencia. Tras las dos últimas semanas aguantando el tipo en la tercera posición, o sea en la final, he caído esta semana al quinto lugar. No pasa nada, pero si tienes un minuto y crees que merezco tu voto, vaya por delante mi más sincero agradecimiento. Arriba a la derecha está el botón para votar, basta con pulsarlo y loguearse con Twitter o Facebook. 
Espero que ya lo hayáis hecho y no tenga que mandar a un amigo a pedir puerta a puerta el voto... 



__________________
NOTA: Esta entrada participa en el XXIX Carnaval de Química (Edición cobre), cuyo blog anfitrión durante este mes es el recomendable Más Ciencia, por favor del profesor universitario y divulgador Héctor Busto (@hebusto).

lunes, 28 de octubre de 2013

Cuando Mary encontró a Davy [La influencia de la química en Frankenstein]


Mary Wollstonecraft Godwin, más conocida como Mary Shelley (1797-1851), fue la autora del que, en mi humilde opinión, es uno de los mejores libros que he leído. Un libro que recomiendo siempre que puedo. Un libro que Shelley concibió con solo 19 años y que ha pasado a la historia como la primera obra escrita del género de la ciencia ficción. Está claro que estoy hablando de Frankenstein o el moderno Prometeo, publicado en 1818 aunque la versión que conocemos es la final de 1831. Si no lo has leído, agradecería, de hecho más bien te rogaría, que cerraras este post y corrieras (sí, corre porque hay spoilers) a leerlo inmediatamente. Seguramente habrás visto las distintas adaptaciones cinematográficas de esta joya, algunas son merecidos clásicos del cine y crees que el libro no te descubrirá nada nuevo. Error, grave error. El libro es magnífico. Una obra maestra.

La historia de la génesis de Frankenstein, en la casa que Lord Byron tenía en Villa Diodati, durante el verano de 1816 es bastante conocida. Y apasionante. En una tormentosa noche, tras leer una antología alemana de historias de fantasmas, Byron retó a los Shelley, a Mary y su esposo Percy, y a su médico personal John Polidori a escribir un texto de terror en una sola noche. Percy trabajó en su poema Mont Blanc, Byron dejó inconcluso Fragment of a Novel, Polidori se atrevió con El vampiro y lo terminó, y Mary Shelley ideó uno de los mitos más famosos de la historia de la literatura, un mito que ha traspasado fronteras hacia otras formas de expresión artística.

Mary Shelley
Como conté hace más de un año en esta reseña del libro Frankenstein. El mito de la vida artificial, Mary Shelley tuvo un acceso privilegiado a obras literarias y científicas de primer nivel en su época. Su padre, el político y escritor William Godwin, era un personaje muy influyente y muy bien relacionado en el ambiente londinense de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Su biblioteca era excelsa y la joven Mary tenía al alcance de su mano una inmensa colección de títulos científicos en donde destacaban obras como On the Chemical Effects of Electricy (1806) o Elements of Chemical Philosophy (1812) de Humphry Davy, Zoonomia or the Laws of Organic Life (1794) de Erasmus Darwin -el abuelo de Charles Darwin-, y otros libros de autores como Paracelso, Alberto Magno o Ramón Llull

Y aunque la influencia científica más importante para el personaje de Frankenstein fueran las investigaciones y descubrimientos de Benjamin Franklin sobre la electricidad (a quién Kant bautizó como «un nuevo Prometeo que había robado el fuego al cielo»), concretamente sobre el químico y poeta Humphry Davy hay escrita una anotación de Mary Shelley en octubre de 1816, apenas dos meses después de la famosa noche en Villa Diodati. Este listado muestra en orden cronológico las lecturas de Mary (echadle un vistazo porque no tiene despercidio) y, efectivamente, aparece el libro de Davy  Elements of Chemical Philosophy, aunque según algunos biógrafos lo más probable fuera que Mary Shelley también leyera A Discourse introductory to a Course of Lectures on Chemistry, una introducción a las famosas charlas que dió Davy en la Royal Institution y que podemos leer aquí. De hecho, una joven Mary de catorce años acompañó a su padre a una de estas conferencias de Humphry Davy, concretamente en el año 1812. 

Un Davy que en su versión poética, que lo era y bueno, encandiló con seguridad a la joven Shelley con palabras como estas:

«Chemistry is that part of natural philosophy which relates to those intimate actions of bodies upon each other, by which their appearances are altered, and their individuality destroyed. (...)
The phenomena of combustion, of the solution of different substances in water, of the agencies of fire; the production of rain, hail, and snow, and the conversion of dead matter into living matter by vegetable organs, all belong to chemistry: and . . . can be accurately explained only by an acquaintance with the fundamental and general chemical principles»
                                          -H. Davy, A Discourse Introductory (1802)-
Pero lo curioso es que, como algunos autores señalan, el personaje principal de la novela, el inolvidable doctor Victor Frankenstein, está inspirado ni más ni menos que en el mismísimo Sir Humphry Davy. La frase de Davy «science has ... bestowed upon man powers which may be called creative; which have enabled him to change and modify the beings around him» encaja perfectamente en el espíritu vitalista de Victor y además, si alguien ha leído el libro (si has llegado hasta aquí es porque lo has leído), recordará la influencia del profesor Waldman sobre el joven doctor Frankenstein cuando asiste a una de sus conferencias, como las que daba Humphry Davy en la Royal Institution.
«Empezó su conferencia con un resumen histórico de la química y los diversos progresos llevados a cabo por los sabios, pronunciando con gran respeto el nombre de los investigadores más relevantes. Pasó entonces a hacer una exposición rápida del estado actual en el que se encontraba la ciencia, y explicó muchos términos elementales. Tras algunos experimentos preparatorios concluyó con un panegírico de la química moderna, en términos que nunca olvidaré.
–Los antiguos maestros de esta ciencia –dijo– prometían cosas imposibles, y no llevaban nada a cabo.
Los científicos modernos prometen muy poco; saben que los metales no se pueden transmutar, y que el elixir de la vida es una ilusión. Pero éstos filósofos, cuyas manos parecen hechas sólo para hurgar en la suciedad, y cuyos ojos parecen servir tan sólo para escrutar con el microscopio o el crisol, han conseguido milagros. Conocen hasta las más recónditas intimidades de la naturaleza y demuestran cómo funciona en sus escondrijos. Saben del firmamento, de cómo circula la sangre y de la naturaleza del aire que respiramos.
Poseen nuevos y casi ilimitados poderes; pueden dominar el trueno, imitar terremotos, e incluso parodiar el mundo invisible con su propia sombra»

Y en especial cuando señala la importancia de la química, que para Waldman era:

«La química es la parte de la filosofía natural en la cual se han hecho y se harán mayores progresos; precisamente por eso la escogí como dedicación. Pero no por ello he abandonado las otras ramas de la ciencia. Mal químico sería el que se limitara exclusivamente a esa porción del conocimiento humano»

Victor Frankenstein (Peter Cushing) | 1967

Cuando me preparé esta charla para Naukas Bilbao sobre cine y química me resultó curioso, como dicen M. Griep y M. Mikasen en su libro Reaction! Chemistry in the Movies, que cuando preguntaron por la primera película de la historia del cine donde aparece la química de forma relevante la mayoría de la gente responde que la primera adaptación de Frankenstein (1910) o la versión más conocida de James Whale de 1931. Y no es así. El cine ha obviado la química en Frankenstein en casi todas las adaptaciones de la novela original de Mary Shelley donde sí estaba presente. Como dije en la charla, la primera película de la historia del cine donde la química aparece como ciencia fue Jekyll y Hyde.



Humphry Davy (1778-1829) fue una de las figuras científicas más destacada e influyente de su época. De origen humilde, gracias a su esfuerzo y talento se convirtió en el primer profesor de química de la Royal Institution, aisló metales como el sodio, potasio, estroncio y bario, identificó el cloro y el yodo como elementos químicos, inventó una lámpara de seguridad que salvó muchas vidas en la minería, definió el carácter ácido de las sustancias químicas, descubrió las propiedades anestésicas del óxido nitroso y como hemos podido ver, también tuvo su hueco en la historia de la literatura universal.


Más información: 
Recordando a uno de los grandes: Humphry Davy (1778-1829), Bernardo Herradón.
La edad de los prodigios: terror y belleza en la ciencia del Romanticismo, Richard Holmes.
El mito de la vida artificial, Tomás F. Valentí y Antonio J. Navarro.
La lámpara de Davy, Daniel Torregrosa.
__
NOTA: Esta entrada participa en la XXVIII Edición del Carnaval de Química, la del níquel, que se celebra en el blog Flagellum. Impulsando la concepción de la ciencia.

martes, 22 de octubre de 2013

Ópera y química: De Aleksandr Borodín a Marie Curie pasando por Scheele y terminando con Brian May


"La química está en todas partes". Tras esta afirmación se esconde una realidad pero ante todo una excelente oportunidad para descubrir y enseñar esta ciencia utilizando todos los elementos culturales que sean necesarios, sin olvidar el fin último para el que la popularización de la ciencia en general está concebida: la diversión y el entretenimiento. El conocimiento más profundo llegará después o no, pero al menos el que camino sea lo más llevadero posible. 

Y eso es lo que he pretendido hacer en este blog en los tres años y medio que tiene de vida, con mayor o menor éxito, no lo sé. Si nos centramos en la química, a la cabeza tenemos la serie La influencia de la mitología en la ciencia, que lleva ya la friolera de 14 entradas enlazando la ciencia con la mitología, el Carnaval de Química, esa idea colaborativa que inauguré hace casi tres años y ya va por la edición número 26 con sus más de 700 entradas en total, y por supuesto la serie Curio-Tox, con 19 entradas en las que podemos aprender un poco de química con la excusa de historias donde han estado presentes tóxicos o venenos. 

Continuamos con la serie Curio-Tox. Hoy nos vamos a la ópera, sí a la ópera. ¿Y qué tiene que ver la ópera con la toxicología o la química? Pues mucho, la verdad, más de lo que os pensáis.

Empezamos por el compositor ruso Aleksandr Porfírievich Borodín, quien se ganaba la vida como químico en el mundo de la investigación y la enseñanza universitaria en la universidad de San Petesburgo. Su obra cumbre en el género operístico fue El príncipe Ígor, una ópera que Borodín no pudo concluir debido a su muerte prematura y a que estaba más centrado en su carrera científica que en la musical. Esta obra fue terminada por Rimsky-Korsakov y Glazunov en 1890, tres años después de la muerte de Borodín. La trayectoria científica de Borodín fue brillante.

Borodín (de pie) y Mendeleev a su izquierda
Trabajó con Erlenmeyer en Heidelberg, en 1862 
describió la primera sustitución nucleófila de cloro por flúor en el cloruro de benzoílo, un proceso que dio lugar a la conocida actualmente como reacción de Hunsdiecker, fue competidor de Kekulé y amigo de Mendeleev, pero su mayor contribución a la química orgánica fue el descubrimiento de la reacción aldólica. Una reacción muy conocida para la formación de enlaces carbono-carbono que también fue descubierta de forma independiente por Wurz en 1872, el mismo año que Borodín lo hizo. 

Adición aldólica típica: un enolato de cetona típico 1, actuando como nucleófilo, se adiciona al carbono electrofílico de un aldehído 2, formándose un nuevo enlace carbono-carbono, obteniéndose el producto aldólico 3.
La reacción aldólica es muy importante en la industria química, por ejemplo para la síntesis de pentaeritritol, un intermedio que se emplea en la fabricación de resinas, PVC, explosivos, barnices, etc. Y en la industria farmacéutica para la síntesis de fármacos que requieran de pureza óptica. 


Otro ejemplo de la relación de la química con la ópera lo encontramos en Iono and Faradette, una comedia en dos actos escrita por un estudiante de la universidad de Yale en 1923, un tal D. C. Long, y entre cuyos personajes destacan Feodor, un alquimista empeñado en la búsqueda del elixir de la vida, Ompitor, el más grande de todos los alquimistas, Natia, el elixir de la vida y Mortus, la muerte. Y como protagonistas tenemos a Iono, príncipe de los iones y Faradette,la princesa de la electricidad. Esta ópera incluye bailes con los sugerentes nombres de The Dance of the Salt Molecules, Ionic Equilibrium, Electrolysis y Dance of the Organic Molecules. Frikada nivel pro.

Pero vayamos a obras más clásicas y conocidas del mundo de la ópera. En la siguiente infografía tenemos varios ejemplos que iremos comentando con más detalle y que han sido extraídos de un interesante trabajo del portugués João Paulo André, profesor de química en la universidad de Mihno y gran aficionado a la ópera.


Fuente

En Lo speziale (Der Apotheker o El boticario), una ópera cómica compuesta por Joseph Haydn que se estrenó en 1768, el aprendiz de boticario Mengone exalta las virtudes del ruibarbo y del fresno florido contra los trastornos gástricos. El ruibardo (Rheum rhabarbarum) es una planta con un alto contenido en ácido oxálico y el fresno florido (Fraxinus ornus) contiene un extracto dulce en su savia con propiedades similares al ácido oxálico. Lo curioso de esta ópera, según André, es que fue compuesta por Haydn bajo la influencia de los trabajos de Carl Wilhelm Scheele, descubridor del ácido oxálico, cuando ambos coincidieron en Estocolmo. Lo curioso, y que no cita André, es que el descubrimiento del ácido oxálico por Scheele fue posterior a la ópera de Haydn aunque sí parece que la fecha de 1768 sí coincide con el descubrimiento del ácido tartárico.


Estatua de Scheele en Köping

Scheele tuvo una muerte que merecería una ópera propia del género dramático. Carl Scheele (o hard-luck Scheele como lo llamaba Asimov debido a los descubrimientos que hizo y por los que no obtuvo reconocimiento) tenía la mala costumbre de oler y probar las nuevas sustancias que descubría. La exposición acumulada a elementos como el arsénico, mercurio, plomo y tal vez al ácido fluorhídrico, hicieron que muriera joven, con solo 43 años, en su casa de Köping en Suecia. Desaparecía prematuramente uno de los mejores químicos del siglo XVIII.


Otra obra donde la química hace su aparición es en Sor Angélica, ópera en un acto de Giacomo Puccini (música) y Giovacchino Forzano (libreto), donde la protagonista se suicida tras ingerir un brebaje de hierbas venenosas. Este mortal brebaje contiene adelfa (Nerium oleander), laurel cerezo (Prunus laurocerasus), cicuta (Conium maculatum) y belladona (Atropa belladona). Ya hablamos en Curio-Tox de la cicuta y Ambrose Bierce nos definió la belladona en su diccionario, pero no habíamos hablado nunca del laurel cerezo, una planta que contiene amigdalina. La amigdalina está compuesta por dos unidades de glucosa, una unidad de benzaldehído y una de cianuro, estrechamente ligadas.



La amigdalina cuando entra en contacto con el agua, por ejemplo cuando se ingiere, libera glucosa, benzaldehido y cianuro de hidrógeno. Y el cianuro de hidrógeno o ácido cianhídrico es un compuesto sobre el que ya hablamos en su día en esta serie cuando nos planteábamos la pregunta ¿Por qué fracasó el envenenamiento de Rasputín? y si recordamos causaba la muerte por anoxia química.


En la ópera Tristán e Isolda de Richard Wagner, reconocida como una de las mejores obras de este autor alemán, los protagonistas ingieren una poción que les produce la muerte por lo que algunos autores califican de síndrome anticolinérgico, un cuadro tóxico característico que se produce cuando una cantidad significativa de alcaloide anticolinérgico circula por el organismo. Incluso hay un paper publicado en la prestigiosa revista British Medical Journal que estudia este caso operístico en profundidad. Se puede consultar íntegramente aquí. Es muy curioso porque relaciona los síntomas de la poción con los acordes musicales, en concreto con el llamado Tristan chord (acorde de Tristán). Entre las fuentes naturales que contienen alcaloides anticolinérgicos destacan solanáceas como la Atropa belladona, la Mandragora officinarum, el Hyoscyamus niger y la Datura Stramonium. Esta última la recordaréis por el post "¡Capitán, la ensalada está rara, rara, rara...!" de hace tres años.

Simón Boccanegra de Giuseppe Verdi es una ópera que se estrenó en Venecia en 1857 y nos cuenta el ascenso político de de un corsario hasta llegar a ser Duque de Génova. Vamos, como las carreras políticas de ahora, pero a la inversa. Está basada en la vida del primer duque de Génova, que no era corsario aunque su hermano Emilio sí, y que según los historiadores fue asesinado en 1363 muy probablemente por envenenamiento con trióxido de arsénico. El arsénico es el rey de los venenos sin discusión. Y la aconitina es la reina, pero esa es otra historia
El arsénico es un elemento químico de símbolo As y número atómico 33. Es un elemento que se conoce desde la antigüedad y cuyo descubrimiento se atribuye a Alberto Magno hacia 1250. Se menciona también en la obra de Geoffrey Chaucer Los cuentos de Canterbury, escritos en a finales del siglo XIV y es un recurrente en la historia (recordad a los Borgia) y las artes como típico veneno para deshacerse de molestas compañías. Aunque prácticamente la totalidad de los compuestos arsenicales son tóxicos (el arsénico puro no lo es), el más conocido es el trióxido de arsénico (As2O3), un polvo fino con sabor algo ácido y que reacciona lentamente con el agua formando ácido arsenioso [As(OH)3].

Este ácido es un simpático compuesto inorgánico que presenta una forma piramidal que consiste en tres grupos hidroxilo enlazados al arsénico. Lo curioso es que solo se conoce este compuesto en solución acuosa. 


La historia reciente de la humanidad está muy ligada a los envenenamientos por arsénico. Desde la Roma clásica o Mitrídates (el rey toxicólogo) en el siglo I a.C hasta la actualidad (intoxicaciones masivas en el agua) pasando por los Borgia o la corte del Rey Sol, este veneno ha marcado los destinos de muchas generaciones y el devenir político de bastantes naciones. Un avance crucial en la determinación de la causa directa de estos envenenamientos lo proporcionó en 1836 el químico James Marsch, quien fue ayudante del gran Michael Faraday, con el invento de una prueba para detectar arsénico que actualmente se conoce como Prueba o Test de Marsch

Aparataje para el Test de Marsch

En esta prueba, de la que fue precursor Scheele en 1775 cuando describió la reacción del trióxido de arsénico con cinc y ácido nítrico, consiste en una sencilla serie de reacciones, que lo mejor que podemos hacer para entenderla mejor es verlo en este vídeo (lo siento, está en inglés pero los subtítulos ayudan):



Pero regresemos a la ópera y sigamos con el arsénico. Gilbert y Sullivan en su ópera cómica en dos actos Patience, cuya representación en el Teatro Savoy de Londres el 10 de octubre de 1881 ha pasado a la historia por ser la primera obra de teatro que se representó iluminada completamente con energía eléctrica, nombran de forma explícita el Verde de Scheele en su obra.


El Verde de Scheele es un pigmento inorgánico de fórmula
y color verde muy famoso porque algunos autores lo relacionan con la muerte de Napoleón Bonaparte. Según parece, durante su exilio en Santa Elena, Napoleón pasaba los días recluido en una lujosa habitación pintada de un color verde brillante con imágenes estampadas. La humedad de la isla pudo influir en la aparición de moho y ese moho pudo provocar la liberación de vapores arsenicales que se sospecha son los que produjeron la muerte de Napoleón por intoxicación de arsénico. Hay controversia con este tema pero parece que esta hipótesis toma cada vez más fuerza.


La muerte de Napoleón


Antonio y Cleopatra es una ópera en tres actos con música del  Samuel Barber y libreto del cineasta Franco Zeffirelli que se basa en la tragedia de Shakespeare del mismo nombre. Se estrenó en Nueva York en septiembre de 1966 en la inauguración del Metropolitan Opera House (Lincoln center) y desde entonces ha sido representada en escasas ocasiones. Como casi todos sabemos, aunque no hayamos visto esta ópera, la bella Cleopatra (en las pelis porque en la realidad parece que no era muy agraciada) muere por la mordedura de una serpiente.

Y volvemos con Bonaparte, pero esta vez no con Napoleón sino con su hermano menor Charles Lucien Bonaparte. Porque Lucien Bonaparte fue el primer científico en establecer la naturaleza proteica del veneno de serpiente. Lo hizo en 1843. Las proteínas constituyen alrededor del 90-95% del peso seco del veneno de serpiente y son las responsables de la mayoría de sus terribles efectos biológicos. Entre las miles de proteínas que existen en el veneno de serpiente están las que se clasifican como neurotoxinas. Estas ejercen su acción en el sistema nervioso. 

Un ejemplo de neurotoxina es la taicatoxina, que podemos encontrar en el veneno de la que dicen es la
Canal de potasio activado por calcio SK
serpiente más venenosa del mundo, la taipán. Esta toxina bloquea los canales de calcio regulados por voltaje y los canales SK. Siempre hemos escuchado y leído que Cleopatra murió por la picadura de una víbora áspid, y así también se refleja en la ópera Antonio y Cleopatra, pero lo cierto es que es improbable que ocurriera así. Según algunos historiadores como Dion Casio, la muerte de Cleopatra fue una muerte tranquila y sin dolor, algo que se contradice con la dolorosa muerte por la acción del veneno de serpiente. Otros autores afirman que en realidad Cleopatra ingirió una mezcla de cicuta, acónito y opio. Al final la aconitina, la reina de los venenos, acabó con la vida de la reina de Egipto.



Comenzamos este repaso a la relación entre ópera y química con un químico que componía ópera y terminamos con una ópera sobre una química. En 2011 se conmemoró el Año Internacional de la Química, y con motivo de dicha celebración fueron muchos los actos y actividades que se pudieron ver a lo largo de ese año en todo el mundo. Uno de ellos fue la creación de una ópera basada en la vida de Marie Curie, uno de los personajes más importantes de la historia de la química. De hecho el Año Internacional de la Química se celebró en 2011 porque se conmemoraban cien años de la consecución del Premio Nobel de Química por parte de Curie. Existe poca información sobre esta ópera de la compositora polaca Elżbieta Sikora, e ignoro cómo poder conseguirla, pero al menos intuyo que la autora conoce bien al personaje por lo que se desprende de esta entrevista.




Si has llegado hasta aquí, ¡enhorabuena! Ha sido una entrada bastante larga y cargada de información en los enlaces, pero espero que te haya gustado y que despierte algún gusanillo como se suele decir. Me gustaría terminar con una cita de Brian May, sí lo siento, no pega mucho en este post pero también May es un amante de la ópera.

Brian May es un excelente músico, como todos sabemos, pero también es un astrofísico apasionado de la ciencia. Hace algunos años dijo:


"…la música y la ciencia tienen en común el hecho de que son puras y están relacionadas con el alma, sin relación con cosas como el pan o la mantequilla. Son responsables de la evolución de la raza humana, y es nuestra responsabilidad también ver cuán lejos pueden llegar. En cierto sentido, tienen un espíritu artístico común."                       Fuente: Rock in Science
__________
Referencias: Opera and Poison: A Secret and Enjoyable Approach to Teaching and Learning Chemistry por João Paulo André. Se puede leer íntegramente aquí. Mi agradecimiento para César Tomé, fiel lector del blog, que me proporcionó el artículo de André hace un par de meses.

NOTA: Esta entrada participa en la XXVIII Edición del Carnaval de Química, la del níquel, que se celebra en el blog Flagellum. Impulsando la concepción de la ciencia.