domingo, 31 de diciembre de 2023

Algunos libros de divulgación que he leído en 2023

Como cada 31 de diciembre os dejo por aquí algunos de los libros de divulgación que han pasado por mis manos a lo largo del año que acaba. Son ya trece vueltas alrededor del Sol de esta tradición a modo de recopilación. Han sido treinta y un libros en papel y cuatro en formato electrónico. No sé si son muchos o pocos; son los que son y los que he leído. Aquí va la esperada metafoto con los libros comentados. Y si os veis con ganas de más, al final encontraréis el resto de lecturas: ensayo no científico, novela y cómics. 



Una pequeña historia de la ciencia (William F. Bynum. Traducido por Begoña Prat Rojo)
Tenía este libro aparcado en mi biblioteca desde hace una década y me pareció una buena idea comenzar el año leyéndolo. Pero no lo fue. Es un libro decepcionante, por no decir otra cosa, repleto de errores y sinsentidos, infantil y aburrido. Lo terminé porque es corto, me va la marcha y quería ver si la cosa mejoraba, pero... Spoiler: No.


La vida secreta de las plantas (Eduardo Bazo Coronilla)
Un libro esencial para cualquier
persona interesada en la naturaleza y el reino vegetal que quiera dar un paso más allá. Escrito con un tono divulgativo, cómplice y muy cercano, desmiente y explica los bulos y mitos más comunes relacionados con el mundo de las plantas. Y lo hace desde la erudición del autor, Eduardo Bazo, que ya nos enamoró con su anterior libro Con mucho gusto, y que comenté en su día.

El libro está organizado en capítulos que nos trasladan desde la magia y los filtros de amor hasta Hollywood, pasando por la mitología o mitos históricos como el de la ardilla que podía cruzar España saltando de árbol en árbol. Cada capítulo está lleno de información fascinante y basada en la ciencia botánica mezclada con referencias de la cultura y la historia.

Y como broche final, el capítulo titulado La biotecnología vegetal y el mito de no comer como antes, es para enmarcarlo. Con cita de Carl Sagan incluida.


Historia del infinito (José A. Prado-Bassas, aka Tito Eliatron)
Esta obra transporta al lector a través de un viaje en el tiempo, hacia los orígenes del concepto del infinito en las matemáticas. Desde la antigua Grecia hasta las teorías modernas, el bueno de Tito Eliatron narra de forma cautivadora el desarrollo histórico de esta idea tan fascinante y abstracta. 
Tito utiliza un lenguaje accesible y ameno, se esfuerza por hacer comprensible las abstracciones matemáticas, lo que hace que su lectura sea un verdadero placer. La obra está dividida en capítulos temáticos que permiten una visión detallada de los diferentes enfoques que se han dado al infinito a lo largo de los siglos. Desde Anaximandro, Pitágoras, Zenón y su famosa paradoja de Aquiles y la tortuga..., hasta la obra de Cantor y su teoría de conjuntos infinitos, el lector descubre cómo el infinito ha sido una constante fuente de fascinación y debate.

Disfrutaremos también de numerosas anécdotas y curiosidades que dan vida a los personajes históricos y nos permiten entender mejor su pensamiento y su contexto. Atención especial al culebrón entre Newton y Leibniz, uno de los capítulos que te dejan atrapado como si fuera una novela de intriga.

Y sí, es un libro de matemáticas. No os asustéis con los gráficos y fórmulas, basta un pequeño esfuerzo para entender todo a la perfección y el subidón de dopamina tras comprender cada paso merece la pena. El destino de este ensayo será el de ser un clásico de la divulgación. Muy recomendable.


Tiene la sonrisa de su madre (Carl Zimmer. Traducido por Patricia Teixidor)
Un libro de Zimmer suele ser una apuesta segura. En esta ocasión nos regala una perspectiva profundamente original sobre la herencia, abarcando desde la genética hasta la cultura y la tecnología. El libro se presenta en cinco bloques interconectados que exploran los aspectos históricos, tecnológicos, y conceptuales de la herencia. 

Zimmer aborda temas éticos y sociales relacionados con la genética, haciendo hincapié en la diversidad genética y la ética en la investigación genética. Me ha gustado mucho y no se me han hecho nada pesadas sus más de setecientas páginas, que se dice pronto.


El último horizonte (Amedeo Balbi. Traducido por Mariá Pitarque)
Muy interesante. El repaso por la cosmología y su historia está bien contado. Lo recomendaría para iniciados, pero no demasiado, en todo aquel que esté interesado en la astrofísica. Le falta un poco de lírica cósmica, pero no podemos tenerlo todo.


De mujeres, hombres y moléculas (Santiago Álvarez)
Este ensayo de Santiago Álvarez, que recopila artículos publicados en revistas o textos de sus conferencias, es una buena propuesta que enlaza el mundo de la química con otras experiencias culturales. Una tarea que no es fácil y a la que hay que reconocerle el mérito.

La pasión por la química del autor es contagiosa, y nos impulsa a apreciar la belleza y la complejidad de esta ciencia en contextos que pocas veces habíamos considerado. Muy bueno.


Puro veneno (Roberto Pelta)
Podría parecer que estamos ante otro libro que cuenta la historia de los venenos, que lo es, pero quizá sea este uno de los mejores que he leído sobre esta temática. Roberto escribe muy bien y el libro se lee como la mejor de las novelas. Lo recomiendo.


El nanomundo al descubierto (Anna Morales)
Es un buen libro pero la parte de nanociencia y nanotecnología se desarrolla poco. En todo caso, las explicaciones de la parte química son muy didácticas.


The Nasa Archives (Piers Bizony)
Material del bueno para los afectados por ese cuadro clínico que no aparece en los manuales de medicina llamado espaciotrastorno.


Breve historia de la ciencia (Tom Jackson. Traducido por Alfonso Rodríguez Arias)
Una breve guía de la historia de la ciencia, con sus evidentes carencias debido a la simplificación que exige el formato, pero que me dejó buen sabor de boca. Lo recomendaría para neófitos pero si alguien se atreve a degustar este entremés, no lo pasará mal.


Ayanz. La increíble vida del Leonardo español (Rafael Romero)
Si el polímata Jerónimo de Ayanz hubiera nacido en Reino Unido, Francia, Italia o Alemania, tendría películas y series sobre su vida y obra. Y este libro sería el guion perfecto. Excelente biografía de Rafael Romero, que ojalá sirva para conocer con más profundidad a este pionero que tenemos enterrado en la catedral de Murcia.


Que nada te quite el sueño (Mª Ángeles Bonmatí)
No deberíamos quitarnos horas de sueño para leer este libro, pero les resultará difícil no hacerlo. Aunque tras su lectura todo puede cambiar.

La ciencia tras el mundo del sueño, al que dedicamos una tercera parte del tiempo de nuestras vidas, es todo un universo de misterios por resolver. Con un estilo cómplice y muy cercano, Mª Ángeles Bonmatí, nos lleva de la mano por un fascinante viaje hacia el mundo del descanso, los sueños y lo que la ciencia sabe de este reino de aparente oscuridad. Como si fuera el Sandman de Neil Gaiman, Mª Ángeles nos acompañará por su particular mundo, cargado de referencias a la literatura, el arte, la historia y la mitología.

Desde la biología hasta la psicología, el libro aborda de forma exhaustiva los diversos aspectos del sueño, desgranando sus múltiples capas para revelarnos sus secretos más íntimos. Desde los patrones del sueño hasta las causas de los trastornos del sueño, pasando por la influencia del sueño en nuestro bienestar físico y mental y la evolución, la autora explora cada tema con una habilidad envidiable y siempre dejándonos pendientes de satisfacer nuestra curiosidad conforme avanzamos en su lectura. Este libro, cuya edición es impecable, termina con un capítulo práctico para mejorar la calidad de nuestro sueño, que no es otra cosa que la calidad de nuestra vida.

Rigor científico, amenidad y utilidad. ¡Qué más se puede pedir! Muy recomendable.

Citas con Cajal (José Ramón Alonso Peña)
Este libro recoge décadas y décadas de minuciosa documentación por parte de José Ramón Alonso, una de las voces más interesantes no ya de la divulgación, sino de la cultura de nuestro país. Y quizá, uno de los autores que conocen en mayor profundidad el pensamiento de Santiago Ramón y Cajal. La edición es impecable y es un libro ideal para leer de una tacada o para ir saltando por sus páginas. De lo mejor que ha caído en mis manos este año.


La vida imaginada (James Trefil y Michael Summers)
Fascinante. Hay que reconocerle a este libro que la profundidad especulativa sobre la existencia de vida extraterrestre está magistralmente unida a la parte científica. Es algo exigente, no lo recomendaría si no se tienen otras lecturas parecidas en la mochila, pero el pequeño esfuerzo merece la pena. Buenísimo.


La vida y su búsqueda más allá de la Tierra (Ester Lázaro)
Complemento perfecto del libro anterior. Breve, como lo exigen los libro de la colección Catarata del CSIC, pero muy riguroso, ameno y con momentos memorables. Magnífico trabajo. 


¡Abre los ojos! (Conchi Lillo)
Me ha encantado esta ópera prima de la brillante científica y divulgadora Conchi Lillo. Un libro de alta divulgación de las ciencias de la visión, de neurociencia, de evolución, desmontador de mitos, útil, ameno y cargado de referencias a la cultura popular.

El estilo tan cercano y simpático de la autora hace más fácil que el contenido se asimile con naturalidad. Y eso no es nada fácil de conseguir en la literatura de transferencia de conocimiento. Todos los capítulos son excelentes, pero quiero destacar especialmente los que relaciona los problemas de visión con el estilo de famosos pintores y artistas. Pero este libro nos reserva una experiencia algo sinestésica, si se me permite la expresión. Porque entre sus páginas nos encontramos con multitud de citas de letras de canciones (con buen gusto, según mi criterio) que aderezan la lectura y marcan el ritmo. Una genialidad, a la que además se puede acudir vía Spotify, ya que Conchi nos deja las pistas musicales a golpe de clic.


El arte de la estadística (David Spiegelhalter. Traducido por Francisco Herreros)
Muy bueno. Riguroso y con una explicación notable de conceptos estadísticos. Es un tipo de libro que nos puede echar para atrás pensando que sea aburrido. Para nada. 


La costumbre ensordece (Miguel Ángel Delgado)
Este libro es un auténtico tesoro destinado a convertirse en un éxito. Pasear por sus páginas es pasear por la vida cotidiana de un día cualquiera, desde que suena el despertador hasta que nos acostamos. Y esto, que puede parecernos intrascendente comparado con historias de civilizaciones extintas, agujeros negros o singularidades cuánticas, lo convierte precisamente en una fascinante aventura que nos descubre lo más cercano.

Una de las grandes fortalezas de esta obra radica en la originalidad y profundidad con la que el autor explora la conexión humana con la ciencia, la tecnología y la cultura. Delgado nos invita a reflexionar sobre la importancia de cada pequeño acto que conforma nuestra vida diaria, desde el sonido del despertador hasta el momento de descanso en la noche. 

Es más que destacable la habilidad de Delgado para seleccionar referencias culturales bien traídas y entrelazarlas de manera magistral en su narrativa. La prosa es fluida y evocadora, marca de la casa Delgado, capturando con acierto la esencia de cada momento de nuestro día a día. Sus descripciones, su cercanía... nos transportan a los escenarios que nos propone, permitiéndonos experimentar los sonidos, los olores y las emociones con una intensidad sorprendente.

Termina el libro con un brillante epílogo, del que me resisto a comentar nada, para no estropear el 'Grand Finale'.


Murmullos de la Tierra (Carl Sagan. Traducido por Miguel Muntaner)
Qué decir de este clásico. Es toda una gozada para los sentidos pese al tiempo que lleva circulando en nuestro pequeño punto azul pálido. Ha sido una relectura de lo más emocionante.


Del Big-Bang a la vida y su evolución (Alberto Aguirre de Cárcer)
Este libro, que no es fácil de encontrar, fue toda una agradable sorpresa cuando lo conseguí y leí. Breve, riguroso y muy bien contado. Ideal como introducción a la astrobiología.


Historias de la Física explicadas por la Física (Javier Ablanque)
Amenidad en estado puro. Un excelente recorrido por unas historias exquisitamente escogidas por el autor. 


Son nuestros amos y nosotros sus esclavos (José Ramón Alonso Peña)
Este libro, que fue Premio Europeo de Divulgación Científica, es una deliciosa obra maestra del género.  JR Alonso nos embarca en una aventura con los parásitos como compañeros de viaje, unos seres capaces de modificar el comportamiento de animales y humanos. ¿Somos los dueños de nuestras acciones, pensamientos y destino? Tal vez no. Lo insólito nos aguarda a la vuelta de la esquina y habrá que alimentar la llama de la lámpara de la ciencia para salir de algunas dudas. O para crear otras. Así funciona el conocimiento y el progreso. Imprescindible. 


Viajes interestelares (Pedro León)
Maravilloso. Tuve el honor de leerlo en primicia y reitero lo que escribí y aparece en la contracubierta: "Pedro León recoge el testigo de Carl Sagan y nos invita a un viaje de ingenio y fascinación, con las sondas Voyager como protagonistas. La historia de la exploración espacial tiene un nuevo libro de referencia".


El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (Oliver Sack. Traducido por José Manuel Álvarez Flores)
Volví a leer este libro tras la invitación del gran Adrián Sussudio para participar en su canal Charlando con libros, donde hablamos de esta genial obra de Sacks con Ignacio Crespo. Lo podéis ver en este enlace, por si os pica la curiosidad. 


Una serie de eventos afortunados (Sean B. Carroll. Traducido por Francesc Pedrosa Martín)
No confundir a este autor con Sean M. Carroll. Y lo digo porque me pasó a mí. Comencé a leer este libro creyendo que era del Carroll astrofísico y me sentía totalmente desconcertado en cada página (electrónica) que leía, más que nada por la parte más humorística e irónica. El Carroll astrofísico es bastante seriote. Tardé un tiempo en darme cuenta y salir de mi error. El libro está muy bien, es un enfoque muy ingenioso sobre cómo el azar domina nuestra vida cotidiana, pero hay alguna parte algo repetitiva. Merece la pena, en todo caso.


Neuronas para la emoción (Xurxo Mariño)
Nadie como Xurxo para explicar las bases biológicas de las emociones con su estilo tan particular. Riguroso, cercano y repleto de caminos cruzados. Muy recomendable. 


Comemos lo que somos (JM Mulet)
Enciclopédico, riguroso, divertido y de lo mejor del año. La buena gastronomía es una actividad que suele marinar muy bien con la ciencia. Viajando en el tiempo y el espacio con este libro nos pondremos las botas en la sabana paleolítica, beberemos cerveza en Mesopotamia, probaremos el asado egipcio de cocodrilo junto al Nilo, con Jenofonte y Aristófanes disfrutaremos de legumbres y ensaladas maravillosas mientras vemos el atardecer en el puerto de Atenas. El garum romano será nuestra bebida preferida (o más bien no). Degustaremos destilados en posadas medievales, platos imposibles en palacios reales y, como remate, Catalina de Médicis nos prestará su tenedor…Y por fin JM nos dejará claro, con la evidencia científica, que hacer una paella con arroz bomba es de cobardes. Brutal. 


Diccionario del asombro (Antonio Martínez Ron)
Le dediqué una reseña propia en EPAP, porque lo merece. Podéis leerla aquí


A tomate pocho, no le hinques el diente (Mario Sánchez)
Un divertido a la par que riguroso manual de seguridad alimentaria que merece la pena ser leído. El tono cercano de Mario hace que la lectura sea de lo más agradable. Excelente. 


El arte de nombrar la vida (Carlos Lobato)
Titánico, sublime y necesario. Me quedo sin adjetivos para calificar este libro con el que tanto disfruté. Tuve el privilegio de leerlo en exclusiva y mi sincera opinión quedó inmortalizada en la contracubierta de esta manera: "Solo alguien con el superpoder didáctico de Carlos Lobato podría afrontar una aventura como la que tienen en sus manos. El arte de nombrar la vida es un libro de libros, un huracán de profundo conocimiento de la naturaleza mezclado con decenas de referencias de la cultura popular. Original e imprescindible". 

Parásitos (Concha Mesa y José A. Garrido)
Tuvo una reseña propia en EPAP, que podéis ver aquí.


El mar que muere (Pablo Rodríguez Ros)
Valiente, directo y necesario. Si Primavera Silenciosa, de Rachel Carlson, fue todo un puñetazo en la mesa para activar la protección del medio natural, este libro sería su equivalente pero centrado en la destrucción del Mar Menor. 

Como en las mejores aventuras de Gerald Durrell, Pablo Rodríguez nos mezcla sus vivencias como testigo directo del deterioro de la laguna salada y la evocación de tiempos pasados, con un conocimiento científico profundo y riguroso del estado actual. El nivel de análisis es completo, en todo su contexto político, económico y social. Su denuncia convence con datos y con la evidencia. Pablo ejerce la honestidad y el compromiso de forma admirable, sin ambages. Lo hace en su vida personal y lo refleja en este libro, que debería ser una lectura obligatoria en escuelas, facultades de ciencias y en cualquier foro de medio ambiente. 

Terminé este libro con la sensación de que el Mar Menor se mueve entre Escila y Caribdis, pero con la esperanza de que héroes como Pablo y otros muchos que luchan por mejorar este desastre natural puedan pararlo y revertirlo. Puede parecer un deseo pueril, pero ya sabemos eso que dicen de la esperanza...


Reacciones sin fin (Vladimir Sánchez)
Vladimir Sánchez, más conocido en redes sociales como @BreakingVlad, es un jovencísimo doctor en Química que arrasa en medios digitales como Youtube, Tiktok o Instagram, divulgando la química con cercanía, frescura y mucho rigor. Con Reacciones sin fin. No es magia, es química ha dado el salto al mundo editorial y lo hace, en mi opinión, de forma magistral. El amor por la química del autor, que le viene de niño, se destila en cada frase.

Vlad, con su enfoque personal y accesible, logra enseñarnos conceptos químicos que a menudo se consideran complejos, haciéndolos comprensibles y reforzando cada tema con ejemplos cotidianos. Cada página es una experiencia de aprendizaje amena y enriquecedora.

Es un libro que recomiendo a prácticamente cualquier persona, desde adolescentes a profesionales de la química . Solo se necesita algo de interés y, si en ocasiones hay alguna parte más compleja, todo puede resolverse con curiosidad y buenas referencias... En mi caso, como profesional de la química e incluso autor de libros de química, he encontrado momentos tipo 'Eureka' y descubierto cosas que no conocía o no recordaba. Un libro que no es otra cosa que matraces repletos de rigor, pasión, amenidad, cercanía y claridad.


Historia de la mente (Irene Alonso Esquisábel y JR Alonso Peña)
Titánico, colosal, enorme, inmenso, grandioso... La lista de adjetivos para calificar este 'Monumento', con sus casi seiscientas páginas, se queda corta. Un trabajo a cuatro manos de JR Alonso con su hija Irene, de la que se nota el Ex ungue leonis en la parte más psicológica del libro. Puede leerse de la forma tradicional o utilizarse como libro de consulta, ya que ofrece un recorrido histórico desde los inicios de la vida hasta la actualidad con el desarrollo de la IA, recorriendo experimentos, personajes geniales y otros no tanto, un contexto histórico perfectamente entrelazado, éxitos, pero sobre todo fracasos. Y es que la historia del desarrollo de la ciencia de la psicología se ha construido derribando ideas preconcebidas. Se lee como una novela, creedme. Muy recomendable.


El viaje del conocimiento (Javier Panadero)
El bueno de Javier Panadero lo ha vuelto a hacer. Y lo que ha hecho es regalarnos una obra esencial sobre epistemología y pensamiento crítico, así de claro. Y, como suele ser la marca de su casa, lo consigue sin que nos demos cuenta, sin dolor, por decirlo de alguna manera. Para ello, Javi nos sienta en una mesa, nos pone un tapete de tela y se sube las mangas para comenzar su magia de cerca con una IA como ayudante. El resto es un espectáculo, donde muchas ideas preconcebidas y mitos se derrumban como un castillo de naipes, pero no por la vía rápida, que puede ser la de darles simplemente un toque, sino por la vía epistemológica. Y eso es muy difícil de conseguir. Uno de los libros del año, sin duda. Al terminarlo, merece un aplauso.

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Y ahora es el turno de otras lecturas que me han acompañado este año, que os dejo en forma de lista con un minúsculo comentario. Si queréis más detalles, preguntad en los comentarios.




Mientras escribo, de Stephen King. La parte biográfica es acojonante, pero la relativa al proceso de escritura es más rollera.
El mundo de ayer, de Stefan Zweig. Maravilloso.
 Meditaciones, de Marco Aurelio (versión manga). Entretenido.
La mano del muerto Vol. I y II (VV.AA). Muy bueno.
Anoxia, de Miguel Ángel Hernández. Acojonante novelón.
Las vacaciones de un hobbit, de Fernando Frías y José M. Fernández. Un ensayo imprescindible para admiradores y seguidores de la vida y obra de Tolkien.
Un paseo literario por las calles de Murcia, de Paco López Mengual. Fascinante. 
Historias con arte, de Jero Martínez. Interesante.
El arte de vivir, de Lucio Anneo Séneca. Curioso.
Teatro de ceniza, de Manuel Moyano. Brillante.
Noventa libros y un film, de Manuel Moyano. Estimulante.
— Iluminaciones, de Alan Moore. Hachazos a discreción.
 Story of a Dick, de Javier Panadero y Leire García. Filosofía inclasificable en formato cómic.
Relatos divinos, de José María Méndez. Una delicia.
Polvo en los zapatos, de Manuel Moyano. Libro de viajes en toda su amplitud.
El dolcel de la frontera, de Gregorio Sánchez. Novela inmersiva muy buena.
 Los hombres y las moléculas, de Roald Hoffmann. Poesía hecha química, ¿o era al revés?
Trinity, de Jonathan Fetter-Vorm. Decepcionante.
El nombre de la rosa (cómic). Muy chulo.
Las pequeñas muertes de la vida, de Luis Cortés Briñol. Un genial ensayo contra lo inmortal.
Bibliomanía, de Gustave Flaubert. Muy bueno.
Héroes, de Ray Loriga. Me dejó frío.
El gran libro rojo para superar el estrés, de Tomás García Castro
Open: Memorias. Al terminarlo dan ganas de buscar a André Agassi para darle un abrazo.
Impulsa tu marca, de Nacho Tomás. Le hice una reseña en EPAP. 
Daredevil. Marcado por la muerte. Acojonante.
Estela plateada. Parábola. Geniales Lee y Moebius. 
La vieja guardia y las brigadas fantasma, de John Scalzi. Muy entretenido.
De las cosas de hablar y un señor de marrón, de Eva Navarro. Curioso y estimulante.
Homo viator, de Pepe Pérez-Muelas. Le hice una reseña en EPAP. 
 Todo arde y Todo vuelve, de Juan Gómez Jurado. Maestría pura en el arte del thriller
El barco de Teseo, de J.J. Abrams. Diferente, por decir algo. 
 La habitación secreta, de José Antonio Molina. Muy bueno.
Bäsle, mi sangre, mi alma, de Miguel Ángel de Rus. Cautivador.
El cuento perdido, de José María Merino. Buenísimo.
Yo, asesino, de Antonio Altarriba y Keko. Enorme. 
El accidente de caza, de David L. Carlson y Landis Blair. Obra maestra.
The astounding illustrated history of Science Fiction, (VV.AA.). Irregular. 
Sueños de tinta, de Juan Álvarez. Muy bueno.
La nada nadea, de Jesús Zamora Bonilla. Brillante.
 Más allá, de Stephen Walker. La mejor biografía de Yuri Gagarin que he leído. Fabuloso.
Introducción a la filosofía de la ciencia sistemática en psicología, de Óscar Teixidó. Ameno y enriquecedor, que el título no os asuste.
El olor del miedo, de Manuel Ríos San Martín. Apasionante.
El secreto del mago, de Luis Alberto de Cuenca. Lean a este mago de la lírica.
Pequeña historia de la mitología clásica, de Emilio del Río. Magistral.


Si has llegado hasta aquí, enhorabuena. Eso es porque te gusta leer. No cambies. Como siempre digo cada vez que tengo ocasión, leer divulgación (o lo que sea) nos convierte en mejores personas.

¡Feliz 2024!

viernes, 10 de noviembre de 2023

'Parásitos', de Concha Mesa y José Antonio Garrido [Reseña]



Este excelente libro que acaba de publicar la editorial Pinolia arroja luz sobre un tema a menudo pasado por alto, pero muy importante en nuestras vidas: los parásitos. Parásitos. Los actores secundarios en nuestra historia ofrece una perspectiva única y extensa, dentro del género de la divulgación científica, sobre cómo los parásitos han jugado un papel importante en la historia de la humanidad y del mundo natural.

Concha Mesa y José A. Garrido, profesores de la universidad de Almería, nos regalan un análisis científico e histórico riguroso y detallado de la presencia de todo tipo de parásitos en nuestro entorno: suelo, agua, productos de alimentación (carne y pescado), mascotas... Y nos explican de manera brillante, como la mejor de las novelas, cómo estas criaturas microscópicas no solo afectan la salud de las plantas y los animales, sino que también tienen un impacto inesperado en nuestra sociedad,  la agricultura y los ecosistemas terrestres.

El capítulo que más me ha gustado es el que dedican a la malaria. Mesa y Garrido profundizan, con un grado de lirismo inigualable, en el papel de las especies del género Plasmodium y su influencia en la historia de la humanidad. 

Solo pondré una pega: el subtítulo del libro no le hace justicia una vez leído. Estas criaturas tienen un papel protagonista en nuestra historia, para bien o para mal. 

En definitiva, es una lectura de lo más recomendable. No os la perdáis. :-)

martes, 31 de octubre de 2023

Día Nacional de las Bibliotecas en la BRMU [Vídeo]

Las bibliotecas, esas naves espaciales (Asimov dixit) que nos trasladan a otros mundos por el tiempo y el espacio, celebraron  su Día en mi querida BRMU. Y contaron conmigo en el acto institucional oficial que podéis ver a continuación.


Mil gracias. 

lunes, 30 de octubre de 2023

'Impulsa tu marca', de Nacho Tomás [Reseña]



Imagina que tienes una marca espectacular (puedes ser tú mismo), con un producto de primera y un equipo increíble. ¡Pero, oh, triste realidad!, nadie parece conocerla. ¡Parece que está escondida en una cueva secreta, esperando ser descubierta por un aventurero valiente! Pero no te preocupes, porque aquí entra en acción "Impulsa tu marca", el primer libro de Nacho Tomás, un profesional como la copa de un pino y excelente persona.

Este tesoro, escrito en un tono muy cercano y repleto de referencias a la vida profesional y personal del autor, seguro que te ayudará a conocer mejor los secretos del fascinante mundo del marketing. Ah, ¿que no tienes una empresa o proyecto?... No importa, yo tampoco (o eso creía) y este libro me ha ayudado a replantearme muchas cosas. Y a conocer un poco mejor cómo la publicidad aprovecha nuestros sesgos. Knowledge is power.

Desde la primera página, Nacho nos atrapa con sus historias y chispas de creatividad. En este viaje repleto de conocimiento, descubriremos cómo definir la personalidad única de una (tu) marca. Aprenderás a entender a tu público objetivo, saber qué les emociona y cómo llegar a ellos de forma efectiva. El libro nos regala también tácticas creativas y eficaces para destacar en un mercado muy competitivo, como un cometa en medio de la noche.

Pero lo mejor de todo es que Nacho te anima constantemente a ser auténtico, a mostrar el espíritu de tu marca y dejar que brille con luz propia. Su enfoque es como una constelación de consejos prácticos y estrategias genuinas que ayudan a construir una comunidad de seguidores leales que amarán tu marca, tanto como a su serie de televisión o equipo de fútbol favorito.

No me esperaba algo así, como profano que soy de esta disciplina. Muy recomendable, para no iniciados como yo, y seguro que para los profesionales.

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Y si quieres saber más sobre este libro y estás por Murcia, nos vemos el próximo 14 de diciembre a las 19:30 en la BRMU. :-)



sábado, 14 de octubre de 2023

'Diccionario del asombro', de Antonio Martínez Ron [Reseña]

Hace mucho tiempo llegué por casualidad a una web (o blog) que hizo renacer mi curiosidad por la cultura. Tras años de sequía lectora de ensayos, aquel blog (o web) me reconcilió con el género, me animó a leer otros libros, a ver documentales, escuchar podcast, y a algo más importante que llegaría pocos años después. Fue una de mis inspiraciones para crear mi propio blog (sigue siendo un blog). Este blog que está delante de ti, querido/a lector/a, ahora mismo. 

La web era Fogonazos. Un espacio inclasificable que prometía un asombro diario. Y lo conseguía. Y el autor, Antonio Martínez Ron. El resto es historia de la divulgación en nuestro país y germen de decenas de proyectos, bifurcaciones, sinergias y la forja de una leyenda. Desde aquí, mi agradecimiento personal al trabajo de dos décadas de Antonio, del que me siento orgulloso de poder llamarlo amigo. A él y a su fabulosa familia.

Su último libro, Diccionario del asombro. Una historia de la ciencia a través de las palabras, es una delicia tanto en la redacción como en la edición. Respecto a esto último, la edición, os dejo unas fotos (soy mal fotógrafo) para que os hagáis una idea. 




Ficha del libro

Aunque lo mejor es que acudáis a vuestra librería favorita para tocarlo y comprarlo.

En cuanto a su contenido, se trata de un diccionario de la A a la Z, con apéndices que amplían los asombros. Antonio nos propone un paseo, bendecido por las musas de las artes y las ciencias, con un capítulo por palabra. Todo ello documentado de forma cronológica para obtener un contexto y perspectiva histórica. Encontraremos términos científicos que sirven como puentes hacia historias fascinantes que nos transportan a lo largo de la historia de la ciencia, nos emocionaremos con sus personajes, sus retos, motivaciones... Y disfrutaremos con el estilo evocador, de amor a la ciencia, al que nos tiene acostumbrados Antonio. 

Eclipse, fósforo, índigo, microscopio, neurona, ultravioleta, xenobiótico..., son solo algunas de las puertas hacia el asombro. Unas puertas que, cuando éramos pequeños, nos abrían nuestros padres...



lunes, 25 de septiembre de 2023

'Homo viator', de Pepe Pérez-Muelas [Reseña]

Ficha del libro 

HOMO VIATOR. El descubrimiento del mundo a través de los viajeros, la ópera prima del filólogo Pepe Pérez-Muelas, es un fascinante libro de viajes por territorios de espacio y tiempo, que nos regala una colección de relatos cortos que recuerdan a la maestría del gran Stefan Zweig, en la narración de experiencias y encuentros en lugares atemporales.

La obra comienza en los países donde nace el sol, para continuar por las cunas de las civilizaciones orientales y occidentales, tierras prometidas, infiernos de hielo y el cielo sin límite. A medida que avanzamos en la lectura, emprendemos un viaje, sin escalas, a los rincones más remotos y exóticos no ya del mundo, sino de la naturaleza humana. Al igual que el jardín de senderos que se bifurcaban en un relato de Borges —quien inaugura este libro a modo de cita—, HOMO VIATOR es lo que se suele denominar un libro de libros: un Aleph de 451 páginas, en una edición cuidada y preciosa.

Cada relato de viaje es una pequeña joya literaria que captura la esencia del lugares visitado, nos sumerge en el ambiente, los olores y colores, nos cruza referencias de la cultura clásica o la cultura popular y, como la inspirada Sherezade hizo con el cruel rey Shahriar, nos obliga a continuar con la siguiente historia

La prosa de Pepe Pérez-Muelas es exquisita. Sus descripciones son vívidas y sensoriales, haciendo que los paisajes, sus recuerdos y sus desvelos, cobren vida en las páginas del libro. Además, su habilidad para tejer una narrativa cohesiva a través de esta  colección de relatos cortos es admirable. 

HOMO VIATOR, no solo es un libro de viajes, como nos pudiera parecer en apariencia, sino también es una reflexión profunda sobre la condición humana y nuestra relación con el mundo que habitamos. Navegando en sus páginas, seremos testigos de la belleza y fragilidad de la diversidad cultural, así como de la importancia de preservarla. Aquí he de decir que la serie encadenada de relatos con protagonistas como Antonio de Ulloa, Malaspina, Mutis, Balmis, Zendal y Darwin, me dejaron absolutamente fascinado. También hay lugar en este libro un espacio para otros gigantes de la ciencia y la exploración espacial, por barrer hacia mi casa. Una maravilla detrás de otra. 

En resumen, es una obra que no solo entretiene, sino que también inspira y conmueve. Un libro imprescindible para los amantes de los viajes, la literatura, la ciencia y la belleza, que no os dejará indiferentes. Su destino es el ser un clásico. Al tiempo...

viernes, 22 de septiembre de 2023

Popeye y las espinacas



Los dibujos animados favoritos de mi infancia eran los de Mazinger Z y la Pantera Rosa, pero también recuerdo con cariño a Popeye "El Marino" y soñaba con una poción mágica como la que utilizaba él para conseguir una fuerza brutal. pero algo que supiera mejor que las insufribles espinacas que mi madre intentaba colarme con la excusa del hierro que contenían.

El mito del hierro en las espinacas proviene de un descuido en la interpretación de un estudio realizado en la década de 1930. En este estudio, se encontró cierto contenido de hierro en las espinacas, pero debido a un fallo en la calibración del equipo de medición, la cantidad de hierro fue informada de manera exagerada. Y el error se fue transmitiendo de texto en texto.

Popeye aparece en 1929. En aquella época se acababa de descubrir el importante papel que tenía el hierro en la nutrición y la relación entre la falta de hierro y la anemia, por lo que un suplemento de hierro podría ser la clave para recuperar la fuerza perdida. El error era pensar que cuanto más hierro, más fuerza, un error justificado si pensamos que en el año 1929, con el crac de la bolsa en Estados Unidos, había grandes bolsas de pobreza y se pasaba hambre, con lo que las anemias eran frecuentes.

Las medidas de la cantidad de hierro en los alimentos empezaron a realizarse a finales del siglo XIX empleando una reacción química con un compuesto llamado "tiocianato". El primero que midió el contenido de hierro de las espinacas fue el químico alemán Erich von Wolf en 1870 y se equivocó poniendo la coma: lo que eran 0,35 miligramos por cada 100 gramos acabaron siendo 3,5 miligramos por cada 100 gramos, es decir, diez veces más. Además, para asimilar el hierro necesitamos vitamina C, así que no solo tenemos que tener en cuenta el contenido de hierro, sino con qué lo comemos.

A pesar de que se corrigió este error décadas después, la idea de que las espinacas son una fuente extremadamente rica de hierro se había convertido en un mito popular. Este mito se popularizó aún más en los años siguientes a través de la cultura popular, incluyendo la famosa tira cómica de Popeye el marinero, que mostraba a Popeye comiendo espinacas para aumentar su fuerza.

Aunque las espinacas contienen hierro, no son una fuente extremadamente rica de hierro si las comparamos con otras verduras y alimentos. Además, el hierro presente en las espinacas es de un tipo que no se absorbe tan fácilmente por el cuerpo como el hierro presente en otros alimentos.

Si queremos hierro, los alimentos más ricos en este compuesto son la carne de hígado, las almejas o la levadura de cerveza. También hay legumbres ricas en hierro como las judías o los garbanzos, aunque su absorción no es tan buena debido al alto contenido en fibra que contienen.

Las espinacas son una fuente excelente de potasio, un mineral implicado en muchos procesos metabólicos, y contienen ecdisterona, una sustancia que aumenta el rendimiento en deportistas de élite. Aunque para conseguir sus efectos se necesitan más de 4 kilos de espinacas... Sobran los comentarios. :)

domingo, 17 de septiembre de 2023

'Química asombrosa' en A HOMBROS DE GIGANTES (RNE)

Hace un par semanas volví al programa de divulgación científica más longevo de la radio española. Si ya estuve en la Casa de la Radio cuando salió a la venta mi libro Del mito al laboratorio, ahora le ha tocado el turno a Química asombrosa.  Me sentí muy cómodo en esta entrevista. Manuel Seara lo hace fácil. Espero que os guste. :-)



Enlace en la web de RTVE: https://www.rtve.es/play/audios/a-hombros-de-gigantes/hombros-gigantes-vida-fisica-quimica-02-09-23/6946713/

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Sacarina y cáncer


La sacarina es un edulcorante artificial que se utiliza diariamente en todo el mundo como sustituto del azúcar. Pero seguro que habrán escuchado en alguna ocasión alguna advertencia sobre su peligro o su carácter como cancerígeno. A veces, solo basta teclear en un navegador web la palabra “sacarina” para que el texto predictivo nos lleve a la terrible palabra “cáncer” o “cancerígena”.

El mito sobre la sacarina y su relación con el cáncer viene de un estudio realizado en ratas en la década de 1970. En el estudio, se encontró que las ratas alimentadas con grandes cantidades de sacarina desarrollaron más tumores que las ratas alimentadas con una dieta normal. Esos estudios se replicaron y se comprobó que la ingestión de grandes cantidades de sacarina en animales de experimentación producía cáncer de vejiga. 

EL PAÍS, 7 de noviembre de 1978


Sin embargo, y aunque los resultados de este estudio no se hicieron en humanos, y que los niveles de consumo de sacarina en los que se produjeron tumores en las ratas eran mucho más altos de lo que un ser humano podría consumir, las agencias de seguridad alimentaria clasificaron a la sacarina como potencialmente cancerígena. Y así se pudo ver en los etiquetados de aquellos años 70 y en los 80. 




Pero, ¿esto es así? ¿Causa cáncer la sacarina? La respuesta está en una máxima muy importante de la ciencia que dice CORRELACIÓN NO IMPLICA CAUSALIDAD (ojalá alguien ponga esta frase en una camiseta). Sí es cierto que hay una correlación entre la ingestión de sacarina y el cáncer de vejiga en ratas y ratones. Y los estudios la percibieron. Pero no se observó este efecto en los humanos. El pH de la orina de ratas y ratones es distinto al de los humanos y en ellos las grandes cantidades de sacarina formaban unos precipitados minerales que irritaban la membrana de la vejiga, producían un daño en ella, una inflamación, que hacía que en los procesos de reparación hubiera una mayor probabilidad de mutación y por tanto de cáncer.

Además, numerosos estudios realizados desde entonces han demostrado que la sacarina es segura para su uso y no causa cáncer. La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) y la Agencia de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) han evaluado la seguridad de la sacarina y han concluido que no es cancerígena.

En resumen, no hay evidencia científica sólida que respalde la afirmación de que la sacarina es cancerígena, siempre y cuando se tome con absoluta moderación. Los reguladores de alimentos y bebidas de todo el mundo consideran que la sacarina es segura para su uso y no hay evidencia de que cause cáncer en humanos. Es importante basar las decisiones sobre la seguridad de los alimentos en evidencia científica rigurosa y actualizada. 

Tampoco significa que sea inocua, porque el consumo de edulcorantes artificiales tiene efectos poco saludables de los que hablaremos otro día. Hasta entonces, el café preferiblemente sin azúcar ni edulcorantes. O vamos, lo que os guste. :)


lunes, 4 de septiembre de 2023

¿Puede matarnos una moneda que caiga desde lo alto de un rascacielos?



Seguro que alguna vez habéis escuchado la expresión «Cuidado, una moneda que cae desde un rascacielos puede matarte». Esta afirmación, aunque está aceptada como un hecho, es en realidad un mito que carece de una base científica. Vamos a explicar por qué una simple moneda, o al menos las pequeñas como los céntimos de euro, no representan un peligro mortal cuando cae desde alturas considerables. 

El mito del impacto letal

La idea de que una moneda puede convertirse en un proyectil mortal al caer desde un rascacielos se basa en la creencia errónea de que su velocidad aumenta proporcionalmente a medida que cae. Sin embargo, esto no es cierto. Para entender por qué, es comprender esencial algunos pequeños conceptos básicos de la física.

La caída libre y la resistencia del aire.

Cuando un objeto cae en la Tierra, está sujeto a dos fuerzas principales: la gravedad, que lo atrae hacia el suelo, y la resistencia del aire, que se opone a su movimiento. La resistencia del aire aumenta a medida que aumenta la velocidad del objeto. Esto significa que, a medida que cae una moneda, la resistencia del aire comienza a contrarrestar la aceleración debida a la gravedad, limitando finalmente la velocidad máxima que puede alcanzar.

Velocidad terminal

Es la clave. Cuando cae una moneda, alcanza lo que se conoce como velocidad terminal. Esto significa que llega a una velocidad constante en la que la fuerza de la gravedad y la resistencia del aire se equilibran. La velocidad terminal de una moneda es relativamente baja, ya que su pequeña masa y perfil aerodinámico limitado no permiten alcanzar velocidades extremadamente altas.

El peligro relativo

Para que una moneda cause daño significativo a una persona, debería caer a una velocidad considerable, pero esto es altamente improbable. Incluso desde un rascacielos, una moneda alcanzaría su velocidad terminal relativamente rápida y no podría causar lesiones graves. 

Comparación con otros objetos en caída libre

Si bien una moneda es poco probable que cause daño al caer desde un rascacielos, algunos objetos más grandes y pesados ​​podrían representar un peligro real si caen desde grandes alturas. Por ejemplo, herramientas, ladrillos o incluso objetos más grandes pueden alcanzar velocidades peligrosas debido a su mayor masa. 

Hasta aquí perfecto, pero ¿y una bala? Pues bien, la bala pesa el doble o triple que una moneda. Puede hacernos más daño, obviamente, pero es difícil que nos pudiera matar pero no imposible. Y digo difícil porque caería de lado con mucha probabilidad. Todo lo anterior teniendo en cuenta que es una caída vertical y no proveniente de un tiro parabólico. ¿Y el granizo? Pues si se trata de una bola grande, la velocidad terminal es relevante y puede matarnos. Algo que por desgracia ha sucedido en alguna ocasión. 


sábado, 2 de septiembre de 2023

Una pequeña reflexión sobre los libros de divulgación [Ft. Bertrand Russell]

 


Los supervivientes lectores y lectoras de esta humilde bitácora conocen mi particular admiración por la vida y obra de Bertrand Russell, al que he dedicado casi una decena de entradas (podéis encontrarlas usando el buscador del blog). 

A Russell le debo mi pasión por la lectura, a la que considero una actividad central en mi vida. Desde las primeras inscripciones en las paredes de las cavernas hasta la proliferación de libros y medios digitales en la era contemporánea, la lectura ha sido un vehículo fundamental para la transmisión de conocimiento y la expansión de la mente. Russell, con La perspectiva científica y Asimov con sus ensayos cortos fueron los que me iniciaron en la lectura, en particular, de libros de divulgación.

Uno de los aspectos que más valoro de los libros de divulgación, a lo largo de toda su historia, es su capacidad para democratizar el conocimiento. En un mundo donde la información estaba en manos de unos pocos y en la actualidad es dispersa y confusa, los libros de divulgación actúan como faros de sabiduría accesibles para todos. Al permitir que las complejidades de la ciencia, la filosofía, la historia y otros campos se presenten de manera accesible, estos libros llevan el conocimiento a la sociedad. Lo importante es, como estarás pensando, elegir bien. Obvio, pero de eso ya hemos hablado por aquí y en mil sitios más. Hoy no toca. 

La lectura de libros de divulgación no solo proporciona información, sino que también estimula el pensamiento crítico al presentar diferentes enfoques y argumentos. Los lectores son desafiados a cuestionar sus creencias y a explorar nuevas ideas.

Otro aspecto importante de la lectura de libros de divulgación es su capacidad para inspirar el interés por la exploración intelectual. Los libros de divulgación, al llevar al lector a un viaje de descubrimiento, despiertan esa curiosidad innata. Ya sea explorando los misterios del universo en un libro de astronomía o desentrañando la complejidad de la mente humana en un libro de neurociencia, la lectura de divulgación nos puede embarcar en un viaje de fascinación, emoción y diversión.

Además, la lectura de libros de divulgación puede servir como un puente entre los campos académicos y el público en general. Russell, a lo largo de su vida, abogó por la necesidad de comunicar ideas complejas de manera accesible para el público fuera de los ámbitos más académicos. Los libros de divulgación cumplen con este propósito al traducir conceptos complejos en un lenguaje comprensible y con la utilización de analogías y ejemplos cotidianos. De esta manera, amplían la audiencia interesada en el conocimiento y crean un espacio donde el público no especializado puede participar en conversaciones intelectuales de cierto nivel.

En este mundo cada vez más disparatado y complejo, repleto de información, la lectura de libros de divulgación se erige como una luz en la oscuridad, parafraseando a Carl Sagan, un faro que guía a las mentes ávidas de conocimiento hacia un horizonte más iluminado y comprensible... Solo es un deseo. 

martes, 29 de agosto de 2023

Giordano Bruno

 

Campo de' Fiori, agosto 2018


En el vasto panorama de la historia del pensamiento, pocos nombres han inspirado tanto como Giordano Bruno. Nacido en 1548 en Nola, Italia, este pensador renacentista desafió con valentía los confines de la ortodoxia religiosa y los límites de la razón en una época en que los desafíos tenían consecuencias trascendentales. La vida de Bruno es una mezcla cautivadora de exploración intelectual audaz y lucha implacable contra las convicciones arraigadas de su tiempo.

Desde sus primeros años, Bruno mostró una inclinación innata hacia el cuestionamiento y la búsqueda de la verdad. Ingresó a la Orden Dominicana, pero pronto se encontró en desacuerdo con las enseñanzas dogmáticas de la Iglesia Católica. Su búsqueda lo llevó a recorrer Europa, entablando debates fervientes y menudo políticos con las figuras más influyentes de su época. Bruno sostenía la creencia en la infinitud del universo y la existencia de múltiples mundos habitados, ideas que lo llevaron a colisionar con las opiniones establecidas de un cosmos centrado en la Tierra.

Fue en sus años de estancia en Londres donde Bruno desarrolló una relación peculiar con la Universidad de Oxford y su escena intelectual. Aunque sus enseñanzas radicales y su estilo provocativo generaron tanto admiración como antagonismo, no cabe duda de que su influencia dejó una huella duradera en el pensamiento de la época. Sus escritos sobre la naturaleza de la realidad, la relación entre la razón y la fe, y la necesidad de una libertad de pensamiento sin restricciones allanaron el camino para la transformación de la filosofía y la ciencia en los siglos venideros.

Sin embargo, el legado de Giordano Bruno no se limita únicamente a su apoyo al pensamiento libre y racional. Su postura contraria a la religión tradicional y su rechazo de las doctrinas eclesiásticas lo llevaron a enfrentar las consecuencias más sombrías de su época. En 1600, Bruno fue acusado de herejía por la Inquisición Romana y llevado a juicio. Su defensa apasionada de sus ideas y su negativa a retractarse de sus creencias lo condenaron a la hoguera. Aunque su martirio dejó una marca indeleble en la historia, también sirvió como un sombrío recordatorio de los peligros inherentes a la lucha por la verdad en un mundo donde la ortodoxia religiosa aún sostenía un poder abrumador.

La vida de Giordano Bruno nos presenta un relato complejo de determinación, rebeldía y coraje intelectual. A través de su enfrentamiento con las autoridades religiosas y sus innovadoras exploraciones filosóficas, Bruno encarnó la esencia misma de la lucha por la libertad de pensamiento y la búsqueda incansable de la verdad. Su legado perdura como un faro de inspiración para quienes se atreven a cuestionar las normas impuestas y se esfuerzan por ampliar los límites del conocimiento humano.

En última instancia, Giordano Bruno nos recuerda que el camino de la razón a menudo está marcado por obstáculos y peligros, pero es una senda que no debe ser evitada. Su espíritu inquebrantable y su disposición a enfrentar la adversidad en favor de la verdad nos invita a cuestionar, a explorar, y a no aceptar nunca un mundo donde la mente esté aprisionada. En ese sentido, Bruno sigue siendo un referente de la razón y un modelo de valentía intelectual para una época convulsa como la que estamos viviendo.

domingo, 27 de agosto de 2023

El infierno de los desagradecidos

 


El 28 de septiembre de 2016, tuve el inmenso honor de pisar el escenario del Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián para participar en Passion for Knowledge, un evento internacional que surgió para promover la ciencia, entendida esta como una actividad cultural esencial que contribuye al progreso social y económico y a la libertad de la sociedad. Aquel día, delante de un plantel de asistentes de los que producen vértigo, con figuras tan importantes de la historia reciente de la ciencia, como la astrofísica Jocelyn Bell y varios Premios Nobel en el patio de butacas, como Dudley R. Herschbach (Química,1986); Martin Karplus (Química, 2013); Claud Cohen-Tannoudji (Física, 1997); y Klaus Von Klitzing (Física, 1985), no se me ocurrió otra cosa que ponerlos a prueba enseñándoles la foto de nuestro protagonista de hoy. 

Tras mostrar las imágenes de nombres como Charles Darwin, Lord Kelvin, Charles Lyell, el matrimonio Curie y Ernest Rutherford, implicados todos ellos en la determinación de la edad de la Tierra, les enseñé la foto de Clair Cameron Patterson. El resultado lo pueden comprobar, si tenéis curiosidad por ver mi osadía, en este enlace, donde sigue disponible. Nadie lo reconoció. Yo tampoco lo hubiera hecho apenas un par de años antes. Y tú, querido lector del blog, ¿has oído hablar alguna vez de él? Mal hecho si es que no, porque es una de las historias que cuento en mi libro Química Asombrosa. ;)

Patterson fue un brillante geoquímico estadounidense que, analizando la proporción de isótopos de plomo en muestras de meteoritos, consiguió determinar con bastante exactitud la edad de la Tierra. En 1956, con los resultados de años de investigación en la mano y un resultado concluyente, fue a visitar a su madre para que fuera la segunda persona del mundo en conocer la edad de la Tierra. Hasta esa fecha, nadie sabía con certeza científica la antigüedad de nuestro planeta. Las estimaciones previas rondaban unas cifras de 3.300 millones de años, pero sin ser concluyentes. La madre de Patterson escuchó esta frase: «La Tierra tiene 4.550 millones de años», un dato que se sostiene prácticamente igual a día de hoy. Con solo este hallazgo, su nombre debería haber sido esculpido en letras de oro a lo largo y ancho de su país y del resto del mundo, bautizando centros de investigación o galardones. Pero no fue así.

Durante los años que estuvo analizando el plomo procedente de las muestras de meteoritos, Patterson se encontró con una contaminación externa que desvirtuaba los resultados de su trabajo. Su desesperación le llevó a crear una de las primeras sala limpias de la historia, filtrando de forma obsesiva el aire exterior que entraba en su laboratorio, implantando procedimientos de limpieza de todo el material y utilizando ropa de protección especial desechable. Tras la datación de la Tierra, centró parte de su investigación en cuantificar los niveles de plomo medioambientales de las ciudades, comparándolos con otros periodos históricos, mediante el análisis de muestras marinas y de estratos congelados del hielo de Groenlandia y la Antártida. 

Patterson advirtió a la comunidad científica de que los niveles de plomo en el aire eran enormes, de hasta mil veces por encima de lo esperable si consideráramos solo un origen natural, experimentando un incremento desmesurado y creciente desde 1920. El origen estaba en la industria de los carburantes para automóvil, en concreto, en el tetraetilo de plomo, un aditivo con propiedades antidetonantes que se añadía a la gasolina. Y aquí comenzó una batalla sin cuartel, entre la todopoderosa industria petroquímica y el genio que calculó la edad de la Tierra. 

Durante más de una década, Clair Cameron Patterson no cesó en su empeño por conseguir la limitación y prohibición de los aditivos con plomo, se enfrentó sin apenas recursos a demandas contra él por difamación, le cancelaron proyectos de investigación, fue apartado de congresos científicos, sufrió el ostracismo de algunos de sus compañeros, pero no cesó de aportar datos y evidencias. En 1976, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) comenzó a reducir progresivamente el plomo en la gasolina, hasta que desapareció definitivamente en 1995, el mismo año que murió Patterson. El descenso de la contaminación fue exponencial.

Cuentan los biógrafos de este nuevo Prometeo que se enfrentó a los dioses del poder, que cuando la prensa publicó el descubrimiento de la edad de la Tierra, un vecino creacionista de Patterson fue a su casa para advertirle cortésmente de que ardería en el infierno. Y metafóricamente, así le ocurrió en vida, tras años de sufrimiento defendiendo la evidencia científica sin descanso. De los desagradecidos está lleno el infierno, que diría Cervantes. 

Gracias, Clair Cameron Patterson. 


martes, 22 de agosto de 2023

La rutina diaria de Benjamin Franklin


Las listas de libros más vendidos están repletas de ensayos sobre los hábitos, las rutinas, la motivación y el éxito. No es algo nuevo, ni mucho menos, pero últimamente parece que no hay otra manera de triunfar en el mundo editorial, con permiso de la novela histórica. Os confieso que en alguna ocasión he (h)ojeado alguno de esos libros. Lo siento, pero son aburridísimos y repetitivos. Por no hablar de las emanaciones espirituosas que destilan... Ese mantra que dice «Si quieres, puedes» y otras lindezas del estilo.

En fin. Mi sorpresa, y motivo de esta entrada de hoy, ha sido encontrarme con que el gran Benjamin Franklin, ¡ni más ni menos!, tenía anotada una rutina diaria al más puro estilo de las que nos venden los generadores de humo actuales. Aquí la tenéis. 

Fuente

Nada que envidiar a las propuestas de los gurús del aprovechamiento del tiempo. Os resumo sus seis bloques de tiempo programados para realizar cada día:

Preparándose para el día: ducha, desayuno, estudio personal y preparación para el trabajo (3 horas)

Trabajo matutino (4 horas)

Revisión de proyectos actuales y almuerzo (2 horas)

Trabajo de tarde (4 horas)

Cena y descanso y cierre del día (4 horas)

Dormir (7 horas)


Maravilloso. No creo que se necesite comentar demasiado que el bueno de Franklin se encontraba con la casa limpia, la mesa puesta, los niños colocados en el cole o en las actividades extraescolares... 

Ojalá se pudiera viajar en el tiempo para decirle a este genio, que lo era, aquello de Et tu, Ben?