lunes, 31 de diciembre de 2012

Algunos libros de divulgación que he leído en 2012

El Kindle ha hecho estragos respecto a 2011

No ha sido un año tan productivo como 2011, pero visto el resultado final no me puedo quejar. Espero al menos haber ganado la apuesta con mi buen amigo @omalaled (Historias de la ciencia). Como se puede comprobar en la foto anterior tomada hoy mismo, la pila de libros es sensiblemente inferior en tamaño a la del año pasado. Y ello es debido a la irrupción en mis hábitos lectores del Kindle, ese invento del demonio (en sentido figurado... o no tanto). Os dejo con los libros de divulgación científica que he leído y un mini-comentario personal con las impresiones que me ha causado cada uno de ellos. Lamento no tener tiempo para extenderme más. Cuando tenga más tiempo haré alguna reseña más completa de algunos de ellos, especialmente de los dos últimos.

13 cosas que no tienen sentido (Michael Brooks)
Un libro muy desconcertante, alterna capítulos apasionantes y entretenidos con cagadas sonadas, por ejemplo, cuando habla de homeopatía. Lo dicho, desconcertante.

La razón estrangulada (Carlos Elías)
Muy recomendable. No te deja indiferente. Hay algunas cuestiones polémicas con las que no estoy de acuerdo con las expresadas por el autor, pero en líneas generales me parece un libro muy valiente que dice verdades como puños sobre el estado de la ciencia en nuestro país. 

Consilience (Edward O. Wilson)
Una obra maestra. Si no sabes que es la consiliencia, este es tu libro. Imperdible. Repito: obra maestra.

Autobiografía de Darwin (Charles Darwin)
Leí hace años otra autobiografía, pero esta edición es distinta, es la edición no censurada. Se trata de un acercamiento más profundo a la figura Charles Darwin, especialmente en lo que concierne a sus ideas sobre la religión.

Radicales libres (Michael Brooks)
Este autor me vuelve a dejar desconcertado. No sé si recomendar este libro, porque cuenta algunas anécdotas que no son ciertas, pero realmente engancha y está bien escrito. Ahí lo dejo.

Rascar donde no pica (Pere Estupinyá)
Este libro recoge las caras B de El ladrón de cerebros. Más de lo mismo, con lo cual mi recomendación si te gustó el primer libro de Pere. A mí me gustó mucho y el precio para libro electrónico es muy razonable, por no decir casi regalado (1,49 €).

Los avances de la química (Bernardo Herradón)
Mi magdalena de Proust de este año. Le hice una reseña en febrero. Te guste la química o no, hay que leerlo. Si no te gusta la química, no sabes lo que te pierdes, o mejor dicho ¡Piérdete! :-P

Las matemáticas del sistema solar (Manuel de León y V.V.A.A)
Pequeño libro, pero interesante. Lectura amena y fácil.

Química imaginada (Roald Hoffmann)
Una delicia para paladares exquisitos. De muestra, un ejemplo. Y otro.

Herejes de la ciencia (Alejandro Polanco)
Una recopilación muy currada de @alpoma en la que nos ofrece pequeñas pinceladas biográficas de grandes de la ciencia y su legado.

Yo y la energía (Miguel A. Delgado)
La introducción es espectacular, solo por eso merere la pena leerlo. Los textos de Tesla son un poco más aburridos, pero siempre interesantes.

De los quarks a la próxima extinción (Pedro J. Cascajosa Arroyo)
Fantástico libro. Como reza su subtítulo, Un viaje fascinante por la historia del universo y su vida. No digo más, hay que leerlo. Ah, además está disponible de forma gratuita aquí. Buenísimo.

El canon científico (José Manuel Sánchez Ron)
Un libro que recoge una lista de los libros y personajes que todos deberíamos conocer para tener una visión más global de la ciencia. Como en todas las listas, no están todos los que son pero son todos los que están (o algo así). Recomendable.

Los engaños de la mente (Susana Martínez-Conde)
Lo devoré en un par de días. Una explicación desde la neurociencia cognitiva de muchos trucos de magia. Y más cosas. Muy entretenido.

Los productos naturales ¡vaya timo! Edición revisada (JM Mulet)
Aunque lo leí el año pasado, este año he vuelto con la relectura y con reseña propia en el número cinco de Journal of Feelsynapsis. Descojonante y punzante, one more time.

Por amor a la Física (Walter Lewin)
Entretenido. Bastante. Los amantes de la física lo disfrutarán. Los demás, lo dudo.

Imagine: How creativity works (Jonah Lehrer)
Sí, sí, conozco toda la polémica con este libro y su autor pero me gustó mucho. Me pareció muy estimulante y divertido. Lo recomiendo. Lo leí en su versión original, quizá por eso soy tan magnánimo.

The elements of murder (John Emsley)
Una obra maestra. Y punto. Una pena que no exista versión traducida al español. John Emsley es un autor que he comenzado a leer por recomendación de mi amigo Bernardo Herradón (@QuimicaSociedad) y se ha convertido en un imprescindible. Gracias Bernardo. Emsley rules!

Ideas para la imaginación impura (Jorge Wagensberg)
Interesantes reflexiones muy bien escritas. Me gustó especialmente este fragmento.

Vanidad, vitalidad, virilidad (John Emsley)
Magnífico. Un alegato contra la quimifobia que debería recitarse por las calles. Leedlo.

The poisoner's handbook (Deborah Blum)
Otro delicioso libro que no está traducido al español. Se sufre pero se aprende. Me encantó. Una maravilla. 

Este libro le hará más inteligente (V.V.A.A.)
Tras un título insulso se esconde una recopilación de artículos cortos de algunas de las mentes más lúcidas del momento. Lectura fácil y muy recomendable. No es que profundice mucho, pero es que no da tiempo en el formato en el que está escrito.

Ya está el listo que todo lo sabe (Alfred López)
366 curiosidades contadas con un estilo desenfadado y fresco a la par que riguroso. Alfred tiene una mano maestra para este tipo de cosas. Un libro que recomiendo encarecidamente por divertido y detonador de la curiosidad.

Quántum (Manjit Kumar)
Fue leer esta reseña de mi amigo Sergio (@FCF_Plus) y no me pude resistir. Grandioso.

¡Ellos fueron! (Mauricio-José Schwarz)
Un libro muy entretenido y ameno. Relatos cortos sobre historias y personajes de la ciencia. Lo recomiendo sin discusión.

Pensar rápido, pensar despacio (Daniel Kahneman)
A este libro le sobran muchas páginas, pero reconozco que ha modificado mi manera de pensar. Solo por eso, merece la pena. Y mucho.

Neurociencia para Julia (Xurxo Mariño)
Hacía falta un libro como este en nuestro país. Siempre he pensado que existía un hueco en la divulgación de la neurociencia a un nivel básico. Hay libros muy buenos pero requieren bastantes conocimientos previos y a veces resultan un tanto aburridos. El libro de @xurxomar es un libro-trampa. Comienza con un nivel como de colegio, crees que es para adolescentes, pero te atrapa en conceptos más complejos y te lleva a un estimulante recorrido por toda la neurociencia. Despierta la curiosidad sea cual sea tu preparación previa. Y lo hace de forma magnífica, sin que te des cuenta. Me parece espectacular y le haré una reseña como Cajal manda.

La nariz de Darwin y otras historias de neurociencia (José Ramón Alonso Peña)
Lo he terminado hoy, y con total seguridad me atrevo a decir que es el mejor libro que he leído este año. No me extraña que haya recibido un premio Prismas este año. Merece reseña propia pero os adelanto que si os gusta el estilo de este mi humilde blog, ese esfuerzo con el que intento unir la ciencia con la historia de las personas que la han hecho posible, si os gusta EPAP, os gustará mucho La nariz de Darwin. Salvando las infinitas distancias, por supuesto. Humanismo en estado puro.

Y hasta aquí los libros que podemos clasificar como de divulgación científica. He leído también algo de novela y/o ciencia ficción (El legado de Prometeo, El viaje de Argos, El mapa del tiempo, Héroes y villanos, etc...), las memorias de Christopher Hitchens (Hitch-22), Freakonomics, este libro sobre el mito de Frankenstein y algún otro más que no recuerdo (a propósito). En fin, un año que pasa en el que me quedo con las ganas de leer más.

Feliz 2013, amigos. Os deseo lo mejor, pero sobre todo ¡SALUD!  

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Reto EPAP #23

Os dejo con el último reto del año. Muchas gracias a todos por la cálida acogida que han tenido estos "mini-rompecabezas" desde que comenzaron este verano hasta la fecha. En particular, mi mas sincero agradecimiento a los comentaristas más activos: @EDocet, @QuimicaSociedad y @moigaren, este último se ha mostrado intratable en casi todos los retos, y los dos primeros han aportado unos contra-retos muy estimulantes. Seguimos aprendiendo en 2013 :-)



Y ahora, ¿qué personaje se esconde tras estas pistas?

1. Químico británico.
2. Siendo muy joven montó su primer laboratorio en el ático de su casa.
3. Durante la Segunda Guerra Mundial destacó como desactivador de explosivos.
4. Ocupó un puesto de responsabilidad en una conocida revista.
5. De su labor de investigación destaca especialmente una, relacionada con la Ingeniería Química.

Salud!

NOTA: Este reto participa en en la XX edición del Carnaval de Química organizado por @bioamara en el blog La Ciencia de Amara.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Reto EPAP #22

Pista

1) Estudió derecho en París.
2) Su padre era profesor de matemáticas.
3) A lo largo de su vida tuvo dieciocho hijos de los cuales solo tres llegaron a ser adultos.
4) Una ley lleva su nombre, y no precisamente una ley en el sentido jurídico del término. Fue publicada casi setenta años después de su muerte, pero en realidad no fue descubierta por nuestro personaje.
5) Una "ventana" y un cráter lunar llevan su nombre.

martes, 18 de diciembre de 2012

Vivimos en un mundo inmerso entre la inmensidad de otros [Extracto del libro 'La conexión cósmica' de Carl Sagan]



«Hay un lugar con cuatro soles en el cielo: rojo, blanco, azul, y amarillo; dos de ellos están tan cerca uno del otro que se tocan, y entre ellos se extienden las estrellas.
Conozco un mundo con un millón de lunas.
Conozco un sol que tiene el tamaño de la Tierra, un sol con diamantes.
Hay núcleos atómicos de 1600 metros de ancho que giran treinta veces por segundo.
Hay diminutos granos entre las estrellas, con el tamaño y composición atómica de las bacterias.
Hay bacterias que abandonan la Vía Láctea. Hay inmensas nubes de gas que penetran en la Vía Láctea.
Hay plasmas turbulentos que se retuercen con poderosas explosiones estelares y con rayos X y gamma.
Hay, quizá, lugares fuera de nuestro universo.
El Universo es vasto y pavoroso, y por vez primera estamos formando parte de él.
Los planetas ya no son luces que vagan por el firmamento nocturno.
Durante siglos, el hombre vivió en un universo que parecía seguro y agradable, incluso limpio. La Tierra era el blanco de la creación y el hombre, el pináculo de la vida mortal. Pero estas nociones alentadoras y de arcaica belleza no soportaron la prueba del tiempo.
Ahora sabemos que vivimos en un diminuto trozo de roca y metal, en un planeta más pequeño que algunas de las relativamente menores manchas de Júpiter, y algo que resulta casi insignificante cuando lo comparamos con una sencilla mancha del Sol.Nuestra estrella, el Sol, es pequeña, fresca y poco insinuante, uno de los doscientos mil millones de soles que forman la Vía Láctea.
Estamos situados tan lejos del centro de la Vía Láctea que la luz tarda unos treinta mil años en llegar a nosotros desde allí, viajando a una velocidad de unos trescientos mil kilómetros por segundo. Estamos en lo que podríamos llamar casi el borde de la galaxia donde no existe acción alguna. La Vía Láctea es totalmente insignificante, ya que no es más que una galaxia más entre miles de millones de otras galaxias esparcidas por la inmensidad aterradora del espacio.
"El mundo" ya no se puede traducir por "el universo". Vivimos en un mundo inmerso entre la inmensidad de otros» 
-Carl  Sagan,  La conexión cósmica- 

sábado, 8 de diciembre de 2012

Reto EPAP #21

Puede que nuestro personaje aparezca en esta foto o puede que no

Vuelven los Retos EPAP. ¿Qué personaje de la historia de la ciencia se esconde tras las siguientes pistas?:

1. Origen aristócrata.
2. Estudió con Rutherford y según parece fue testigo de una de las reacciones más importantes de la química industrial: la síntesis de amoniaco (Proceso de Haber).
3. Fue nominado en múltiples ocasiones al premio Nobel y rechazado otras tantas principalmente por motivos políticos. Al final lo consiguió.
4. Sus descubrimientos tienen importantes aplicaciones en muchos ámbitos, especialmente en medicina.
5. Utilizó sus conocimientos de química para "ocultar" a las fuerzas de ocupación nazi dos importantes objetos que le habían confiado. [Esta curiosa anécdota sirve para enseñar un poco de química general y puede ampliarse en los comentarios].

NOTA: Este reto participa en en la XX edición del Carnaval de Química organizado por @bioamara en el blog La Ciencia de Amara.

jueves, 6 de diciembre de 2012

La sinfonía del plomo



El 26 de marzo de 1827 fallecía en Viena a los 56 años de edad el compositor y director de orquesta Ludwig Van Beethoven, una de las más importantes, influentes y conocidas figuras de la historia de la música. Aunque durante los últimos años se ha insinuado (Christian Reiter, 2007) con evidencia científica discutible[1] y mucha repercusión mediática que la causa directa de su muerte fue un envenenamiento por plomo, lo cierto es que a pesar de la escasez de datos objetivos que confirmen su muerte por intoxicación aguda con este metal, sí hay pruebas reales (muestras de pelo y huesos[2]) de que Beethoven sufriera una intoxicación por exposición a plomo a lo largo de su vida y fuera éste un factor determinante que se agravó con otras patologías previas que sufría el compositor alemán.

El caso de Beethoven y su enfermedad crónica ocasionada por la intoxicación con plomo, es un clásico que se cita siempre que se estudia la toxicidad de este elemento químico y sus derivados, especialmente para explicar sus efectos en la personalidad y la conducta de quienes lo padecen o han padecido. Pero los efectos negativos para la salud provocados por la manipulación, ingestión y utilización del plomo nos acompañan desde hace miles de años.

El resto arqueológico más antiguo del que se tiene constancia son unas cuentas de collar metálicas y unos anillos encontrados en el asentamiento neolítico de Çatalhöyük, situado en la actual Turquía, y que datan del año 6.400 a.C. En estos objetos el plomo no se encontraba en su estado nativo sino fundido con otros metales[3]. De hecho, el plomo es un elemento químico que rara vez se encuentra en su estado elemental en la naturaleza, siendo su principal mena la galena (sulfuro de plomo) seguida de la cerusita o albayalde (carbonato de plomo).

Sus características de brillo, densidad, maleabilidad y resistencia a la corrosión hicieron que su uso fuera muy popular en la antigüedad, siendo empleado para múltiples aplicaciones: plomadas para la pesca o pulverizado como sombra de ojos en el antiguo Egipto, material para esculturas en la ciudad de Troya, vasos y recipientes en Mesopotamia, láminas de escritura en la Grecia de Hesíodo… Pero fueron los romanos los que desarrollaron una impresionante tecnología para la explotación a gran escala del plomo, empleándolo como recubrimiento de utensilios de bronce o cobre (vasos y ollas de cocina) o como metal constituyente de tuberías y conducciones en los acueductos. Incluso descubrieron su uso como conservante y aromatizante, siendo una práctica gastronómica habitual el cocer mosto o vino en un recipiente de plomo para obtener defrutum, carenum y sapa, las tres variedades más populares y consumidas por la clase alta de Roma.

Se han reproducido las condiciones en las que se fabricaba el sapa para analizar su contenido, obteniéndose un valor de 1.000 ppm de plomo en la bebida final. Bastaría con tomar una cucharadita de sapa al día para provocar una severa intoxicación crónica por plomo, así que no es de extrañar que algunos autores hayan propuesto una arriesgada –y probablemente equivocada- conjetura que señala a las intoxicaciones por plomo como causa de la caída del imperio romano[4].

Los efectos para la salud como consecuencia de la exposición a plomo han sido descritos desde muy antiguo. Nicandro (siglo II a.C.) describió el cólico y la parálisis que observaba en los envenenados por plomo. Clásicamente se atribuye a Hipócrates (en el 370 a.C.) como el primero en observar los síntomas en un trabajador del metal, pero al parecer no es del todo cierto (Waldron, 1978). Fue finalmente Dioscórides (siglo I d.C.) quién describió por primera vez de forma inequívoca la intoxicación por litargirio (PbO) de la siguiente manera: “El consumo de litargirio causa opresión en el estómago, el vientre e intestinos, dolorosos cólicos;… se retiene la orina mientras que el cuerpo se hincha y adquiere una fea tonalidad plomiza.”[5]

A través de la historia existen otras referencias de conocidos personajes, aparte de Beethoven, que han sido víctimas de la presencia del plomo en su trabajo. El pintor milanés Caravaggio tenía la poco higiénica costumbre de comer junto a sus lienzos y pinturas, un hecho por el que algunos autores han apuntado la posibilidad de que su muerte fuera debida a la ingestión del plomo inorgánico de los pigmentos con los que trabajaba. Un reciente análisis de los huesos de este genio del Barroco ha venido a dar más crédito a esta hipótesis[6]. Otros pintores como Vincent Van Gogh también han sido objeto de insinuación como víctimas de los óxidos de plomo, ya que lo empleaban en sus óleos, y se ha pretendido justificar ciertas conductas extravagantes o incluso violentas, como el mal carácter de Caravaggio, a causa del saturnismo que supuestamente padecían.

El plomo es un potente neurotóxico. Lo podemos encontrar a nuestro alrededor en diversas presentaciones: como plomo metal (muy peligroso cuando se funde a más de 500ºC), derivados inorgánicos (litargirio, minio, cromato de plomo, arseniato de plomo, sulfuro de plomo, etc.) y derivados orgánicos (acetato de plomo, tetraetilo de plomo, estearato de plomo, etc.). Los principales vehículos de exposición y contacto con plomo son el aire, el agua, el suelo, a través de algunos alimentos o artículos de consumo…, aunque la fuente más importante de intoxicación actualmente es la exposición laboral.

A la intoxicación por plomo se la denomina clínicamente como saturnismo o plumbosis. El término saturnismo tiene su origen la Edad Media cuando los alquimistas asociaron el plomo con Saturno, el planeta observable con el movimiento más lento, una característica que les sugería un planeta muy pesado, como lo es el plomo. Paradójicamente, el símbolo alquímico para el plomo era la guadaña de Saturno, la representación mitológica de la muerte, una correspondencia que no ha ido muy desencaminada con la historia de este metal.

La acción tóxica del plomo puede ser aguda (absorción de una dosis importante en un periodo corto de tiempo) o crónica (absorción de una dosis menor pero de forma continuada y repetida durante un largo periodo de tiempo). En la intoxicación aguda, tras la ingestión de agua o alimentos contaminados con plomo, se pueden apreciar los síntomas ya descritos desde la antigüedad: dolor abdominal, cólicos, oliguria, uremia…, hasta incluso llegar a parálisis, delirios, convulsiones debidas a la acción neurotóxica del plomo. Puede dejar secuelas neurológicas irreversibles o incluso causar la muerte.

La intoxicación crónica es más frecuente, sobre todo en el ámbito laboral e industrial. Pueden no manifestarse los síntomas hasta que ya es demasiado tarde. En una primera fase llamada presaturnismo, los afectados pueden presentar cansancio, dispepsia, insomnio, dolor muscular, alteraciones del carácter, y en algunos casos una línea azul violácea característica en las encías (ribete gingival de Burton) y que se corresponde con la acumulación de sulfuro de plomo en esa zona de la boca. Una fase posterior, ya como saturnismo, conduce a una anemia y a una agravación de los síntomas de la fase presaturnina, en especial los neurológicos: parálisis en los dedos de la mano, cefaleas, irritabilidad, hasta incluso llegar a delirios y convulsiones. En casos extremos (normalmente tras una crisis aguda) puede producirse lesiones renales irreversibles e incluso la muerte.

Las advertencias sobre los peligros del plomo, iniciadas con Dioscórides, han sido una constante recurrente hasta llegar a nuestros días. Quizá la más famosa de ellas vino de la mano de un octogenario, y siempre brillante, Benjamin Franklin, en una contundente carta de 1786 que ha pasado a la historia de la Medicina ocupacional[7]


Pero tuvieron que pasar muchos años, con el sufrimiento de incontables víctimas anónimas, muchas de ellas niños, hasta que se consiguió reducir o eliminar el plomo de nuestras casas, ríos, ciudades o lugares de trabajo. Algo que no ha sucedido con la misma velocidad en todos los países del mundo. Hace apenas un par de años 15.000 personas de la región china de Jiyuan tuvieron que ser desplazadas de sus hogares, muy próximos a fábricas de fundición de plomo, tras conocerse que más de 1.000 niños presentaban unos niveles de plomo en sangre tremendamente elevados. Por desgracia, queda mucho camino por recorrer.

Pocos años antes de morir, Ludwig Van Beethoven dejó escrita una carta para sus hermanos Carl y Johann. Una desgarradora epístola que ha pasado a la posteridad como el Testamento de Heiligenstadt, y cuyas palabras escritas hace 200 años, -en mi libre interpretación personal- reflejan la angustia y el lamento de todos aquellos que han sufrido injustamente las iras de Saturno alguna vez en su vida:


Oh vosotros, hombres que me miráis y me juzgáis huraño, loco o misántropo, ¡cuán injustos habéis sido conmigo! ¡Ignoráis la oculta razón de que os aparezca así! Mi corazón y mi espíritu se mostraron inclinados desde la infancia al dulce sentimiento de la bondad, y a realizar grandes acciones he estado siempre dispuesto; pero pensad tan solo cuál es mi espantosa situación desde hace seis años, agravada por médicos sin juicio, engañado de año en año con la esperanza de un mejoramiento, y al fin abandonado a la perspectiva de un mal durable, cuya curación demanda años tal vez, cuando no sea enteramente imposible.”
                                                   --Ludwig Van Beethoven, 1812--


[1] http://www.classicstoday.com/features/WasBeethovenLead-Poisoned2008.pdf 

[2] http://www.anl.gov/Media_Center/News/2005/news051206.html 
[3] http://www.jstor.org/pss/2742674 
[4] http://penelope.uchicago.edu/~grout/encyclopaedia_romana/wine/leadpoisoning.html 
[5] http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1081502/pdf/medhist00121-0077.pdf 
[6] http://www.guardian.co.uk/artanddesign/2010/jun/16/caravaggio-italy-remains-ravenna-art 
[7] http://www.jce.divched.org/journal/Issues/1981/Mar/jceSubscriber/JCE1981p0274.pdf

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Este artículo fue publicado originalmente en el número 2 de la Revista Journal of Feelsynapsis. 
Esta entrada participa en en la XX edición del Carnaval de Química organizado por @bioamara en el blog La Ciencia de Amara.

sábado, 1 de diciembre de 2012

El valle inquietante

Metrópolis (Fritz Lang, 1927)

El valle inquietante (Uncanny valley) es una hipótesis en el campo de la robótica propuesta por Masahiro Mori que afirma que cuanto más realista es un robot más nos gusta, hasta que un realismo algo mayor nos causa una respuesta de rechazo. Un rechazo que se convierte de nuevo en aprecio si el realismo es extremo y prácticamente indistinguible. Esta imagen lo explica mejor:

Fuente

Una recomendación: En el último número de la revista Journal of Feelsynapsis (se puede ver on line desde aquí) hay un magnífico artículo de Carlos Romá (@DrLitos) que recomiendo encarecidamente. Se titula La ciencia y Prometeo: de la pluma de Mary Shelley a las fantasías futuristas de Ridley Scott. Una imprescindible lectura para cualquier momento. Por ejemplo: ahora. :-) Buen fin de semana.