sábado, 12 de agosto de 2023

El viaje de Earendel, la estrella más lejana (con permiso de Tolkien)

Salve, Earendel, el más brillante de los ángeles.
Enviado a los hombres sobre la tierra media.
          —«Christ I», anónimo (versos 104-105).

El telescopio espacial James Webb no deja de sorprendernos y de darnos alegrías. La última es esta imagen de Earendel, la estrella más lejana que conocemos.

Earendel fue descubierta el año pasado por el telescopio espacial Hubble. La luz que vemos de esta estrella ha tardado 12.900 millones de años en llegar a la Tierra, lo que significa que la existía solo mil millones de años después de que el Big Bang diera origen a nuestro universo. Sin embargo, Earendel no se encuentra a 12.900 millones de años luz de nosotros, ya que la expansión del universo (del espacio) hace que lo que fue esa estrella, porque desaparecería hace mucho tiempo, está a 28.000 millones de años luz de la Tierra. Cifras abrumadoras, sin duda. Pensad en ello.

En su momento, el telescopio Hubble fue capaz de detectar Earendel gracias a un fenómeno conocido como lente gravitatoria (o gravitacional), en el que la gravedad de un objeto masivo en primer plano actúa como una lente al deformar el tejido mismo del espacio y el tiempo, curvando y haciendo más brillante la luz de un cuerpo más distante a medida que pasa. El equipo del James Webb utilizó como lente el cúmulo WHL0137-08, que actúa como una suerte de gigantesco espejo cósmico que dobla y amplifica la luz proveniente de Earendel, permitiendo a los instrumentos captar imágenes y datos mucho más detallados y profundos de lo que sería posible de otra manera. El resultado es brutal. 

Earendel debe su nombre a un personaje de la obra de J.R.R. Tolkien que aparece en El viaje de Eärendel y luego se incorporó a El Silmarillion, precuela de El Hobbit y de la inmortal trilogía de El Señor de los Anillos. Y puede que no esté sola. Basándose en los colores de la estrella, los astrónomos ven indicios de la potencial presencia de una estrella compañera, más fría y roja.

La presencia de una compañera estelar no sería en absoluto una revelación inesperada. Más bien, sería un hermoso añadido a la sinfonía celestial que nos recuerda la riqueza y diversidad que el universo tiene para ofrecernos con los ojos de este prodigio tecnológico que tenemos orbitando a más de un millón y medio de kilómetros de la Tierra. Ahora la pregunta es... ¿cuándo veremos un poco más lejos?

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