jueves, 15 de marzo de 2012

Nacemos científicos

Diana observando la luna con su telescopio | Fuente

“Los niños pasan gran parte de su infancia impulsados por una curiosidad natural e insaciable por la vida, pero en algún punto de ese trayecto, todos extinguimos esa llama de la curiosidad.” –Michio Kaku-
Si miramos a nuestro alrededor, el interés por la ciencia y el conocimiento científico en general es un hecho cultural reducido a una pequeña parte de la población. Basta con encender el televisor o la radio a cualquier hora, acercarse a un quiosco de prensa o a una librería, o preguntarle a cualquiera que pase por nuestro lado cuántos planetas hay en el Sistema Solar…. La pasión por la ciencia, en el mundo de los adultos, es un reducto reservado a una reducida minoría.

Pero hagamos un experimento mental. Vayamos a la calle, a un lugar donde haya muchos niños, por ejemplo un jardín donde jueguen al salir del colegio. ¿Qué creéis que ocurriría si nos ponemos delante de ellos y les enseñamos un insecto, planta o trozo de piedra para observarlo a través de un microscopio? ¿O si preparamos un improvisado volcán de lava casero con bicarbonato y vinagre? ¿O aprovechando el atardecer de este mes de marzo, dirigimos un telescopio hacia Júpiter y Venus para verlos en todo su esplendor? Todos tenemos clara la imagen de que los niños se acercarían a mirar, tocar y preguntar, quizá con cierta timidez al principio, pero al final ninguno querría perderse el espectáculo.

Sabemos e intuimos que lo anterior es cierto, pero nos resignamos a que en unos pocos años se pierda ese interés espontáneo, inocente y sincero hacia la magia de la realidad. Pondremos la excusa de la edad, los profesores que no han sabido motivar o los amigos que han sido una mala influencia. Aceptaremos con resignación e indiferencia las palabras de Michio Kaku con las que empezaba este post.

La ciencia nos enseña a vivir con los ojos abiertos. Los niños viven con los ojos abiertos y si hay cualquier cosa que esté en nuestras manos que podamos hacer para no cerrárselos, debemos hacerlo.

Hagamos el esfuerzo de traducir la ciencia a nuestros hijos, tal y como hacía el padre del físico y premio Nobel Richard Feynman cuando éste era un niño. El esfuerzo siempre tiene su recompensa. Si no sabes de qué estoy hablando, no te pierdas este vídeo (hacia el minuto 3:40):



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NOTA: Esta entrada se ha publicado originalmente en la web de STAS Alicante.

5 comentarios:

  1. Te aseguro que es uno de los post que he leido tuyos que más me ha gustado, y mira que son muchos los que me han encantado. Te puedo asegurar que me ha hecho pensar sobre mi queharcer diario..y obraré en consecuencia
    Un abrazo
    Jose

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  2. No tengo hijos, pero intento en la medida de lo posible, inculcar y mantener ese espíritu curioso por la Ciencia a los niños que tengo cerca. A mis sobrinas aprovecho momento que estoy con ellas para contarles o responderles dudas, aunque algunas se me escapan y tiran más hacia medicina! Tú pasarás por ahí dentro de poco ;-) #nuncacreeríaisloquemehanllegadoapreguntar
    Hace un par de días regalé a un niño de 7 años un libro chulísimo de "experimentos científicos en casa" y para mi satisfacción, ese mismo día ya quería empezar a construir cosas y experimentar. Me gustaría más que, pasado el tiempo, me enterara que sigue haciendo experimentos de ese libro.

    Me ha emocionado este post y el original de Stas.... esa niña de la foto tiene mucha suerte.

    Un abrazo Dani

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  3. Jose, Rosa, muchas gracias por vuestros comentarios.

    PD.- Rosa, no puedes pasar por aquí, hablar de un libro de ciencia para niños y no dar el ISBN al menos XDDD

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    1. Ya lo sé! jejeje he caído después... le preguntaré a mi jefe porque el libro era para su hijo :S

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  4. He pensado lo mismo, quiero la referencia de ese libro!!! Por favor, claro está.

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