sábado, 1 de junio de 2013

La influencia de la mitología en la ciencia (13ª Parte): Titán


Los Titanes (en masculino) y Titánides (en femenino) eran, según la mitología griega, una poderosa raza de dioses que gobernaron la Tierra durante la idílica Edad de oro. Constituían la descendencia más importante de Urano y Gea, y debido a que los griegos solían representarlos a menudo como unas enormes criaturas gigantes, la palabra «titán» se ha convertido en un sinónimo de algo muy grande y poderoso. 

Un acertado nombre elegido por casualidad
Como cuenta John Emsley en su maravilloso y muy recomendable libro Nature's Building Blocks, el titanio fue descubierto en 1791 por el clérigo y geólogo aficionado William Gregor, quien por entonces ocupaba la vicaría de la ciudad de Creed. Gregor se sentía intrigado por la composición de una arena negra que se encontraba cercana a un arroyo por el que solía pasar. Esta arena tenía propiedades magnéticas y Gregor, con los escaso medios de los que disponía en su época, determinó la presencia de dos óxidos metálicos en la misma: óxido de hierro (que explicaba la atracción por un imán) y un óxido de un metal blanco que no pudo identificar. Al sospechar que se podría tratar de un nuevo mineral comunicó su hallazgo a la Real Sociedad Geológica de Cornualles. Su descubrimiento se anunció en 1791 en la revista Chemische Annalen. El mineral en cuestión era la ilmenita (FeTiO3), un mineral que se encuentra en la Luna y que podría incluso servir como fuente de hierro y titanio, en una imaginaria y futurista colonización lunar.

Cuatro años después, en 1795, el químico alemán Martin Heinrich Klaproth redescubrió el mismo elemento y lo bautizó como titanio en honor de los mitológicos Titanes. Un nombre que resultó adecuado por pura casualidad porque de hecho cuando el titanio es impuro es frágil. Kraproth había bautizado ya el telurio y el uranio en honor a los dioses Tellus y Urano, y ahora le tocaba el turno a sus hermanos los Titanes. Años después, en 1910, un destacado químico de la empresa norteamericana General Electric, Matthew A. Hunter, consiguió aislar el titanio puro. Comenzó una nueva era tecnología basada en la dureza excepcional de este metal.



El mayor satélite de Saturno
Titán en su color natural
Titán fue descubierto en 1665 por el astrónomo y matemático holandés Christiaan Huygens pero el nombre mitológico fue sugerido bastantes años después por John Herschel, hijo de William Herschel. Fue John quien buenamente se dedicó a poner nombres inspirados en la mitología griega, alguno de Titánides, al resto de los satélites de Saturno que eran conocidos en su época: Mimas, Encélado, Tetis, Dione, Rea y Jápeto. Como curiosidad, en 1905 se comunicó el descubrimiento de un nuevo satélite de Saturno, el décimo, al que se le dio el nombre de la Titánide Temis. Más tarde se descubrió el error y Temis tuvo que conformarse con ser un mero asteroide.

Dinosaurios, bichos, cohetes y un barco
El nombre de los Titanes también se ha usado en la ciencia y la tecnología inspirado en su fortaleza, para designar por ejemplo al clado de los Titanosauria, el escarabajo Titanus giganteus, la familia de cohetes Titan de la NASA..., o cómo no, fue el nombre que se escogió para el orgullo de la Royal Mail Ship. El más grande y más glamuroso barco construido jamás en su época: el Titanic.


Paradójicamente los Titanes sufrieron un destino muy similar al dramático final del transatlántico Titanic, cuyo buque hermano mayor se llamaba curiosamente Olympic, otra casualidad. Titánides y Titanes fueron derrotados por el todopoderoso Zeus y sus olímpicos dioses en la mítica Batalla de los Titanes y acabaron hundidos y condenados en el Tártaro, en la oscura y olvidada profundidad del inframundo.
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Puedes leer la serie completa 'La influencia de la mitología en la ciencia' desde este enlace.
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NOTA: Esta entrada participa en las bodas de plata del Carnaval de Química que se celebran en el blog “ISQCH – Moléculas a reacción”, el blog de divulgación del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogéneadel CSIC y la Universidad de Zaragoza. Y también en la V Edición del Carnaval de Humanidades acogido en el recomendable blog Pero eso es otra historia.

12 comentarios:

  1. Me flipan estos posts...y como este es un blog serio me.voy a ahorrar la.chorrada que se me ha ocurrido.

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    1. Muchas gracias. No te cortes, este blog no es serio XDD

      Besos

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. No me ha supuesto un titánico esfuerzo comprender este post, como ninguno de los anteriores. Un placer leerte, como siempre. Gracias.

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  3. ¡Queremos Carnavales! Química, Humanidades...

    Que sepas que te tengo muy presente en mis últimas lecturas ;)

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  4. Me encanta esta serie, la mitología griega es un filón inspirador y mira que ya tiene siglos el invento... y qué bien y qué concisamente escribes tío...

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    1. Gracias, doc. Un comentario así, viniendo de ti, me llena de satisfacción.

      Un abfrazo

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  5. Bonito post, claro y conciso, igual demasiado breve, se te ha pasado citar algo que los de Bilbao no te perdonaremos: ¡la coraza de placas de titanio del Guggenheim!;-) Es broma, un saludo y sigue así.

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    1. Jajaja. Gracias, Aitor.

      Un placer recibirte por aquí.

      Salud!

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